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¿Dónde está el piloto del Estado mexicano?

La pobreza, la guerra contra la droga y la crisis económica atormentan a Felipe Calderón 

SERGIO RODRÍGUEZ

Toda la gestión de Felipe Calderón ha estado marcada por su accidentada llegada al poder y posterior toma de posesión en diciembre de 2006. Desde el inicio de su mandato, fue cuestionado por amplios sectores de la población, en especial los que votaron a Andrés Manuel López Obrador, que obtuvo un 35,15% de los votos, frente al 35,71% del vencedor de las elecciones.

Por un lado, él busca generar una serie de propuestas y acciones que le permitan ubicarse como un presidente con plena legitimidad. Y, por el otro, López Obrador hasta promueve alternativas que ignoraba cuando era candidato y con las que no está realmente de acuerdo. Se trata de una auténtica lucha por un poder cada vez mas vacío, cada vez más débil.Calderón fue el primer presidente de la República que entró y salió por la puerta trasera del Parlamento en su toma de posesión. A partir de ahí, ha buscado arrebatar a su rival las banderas de la justicia social. Por eso, ha puesto en práctica una política pobrista: ayudas a los pobres, las pensiones a los mayores de 70 años y apoyo a las madres solteras.

Al mismo tiempo, ha seguido al pie de la letra las exigencias de los grandes empresarios, tanto los internos como los externos, para promover las dos reformas estructurales que se exigían desde estos sectores: la reforma del sistema de pensiones y la reforma petrolera, que busca privatizar el refino de petróleo, cuestión que prohíbe expresamente la Constitución mexicana.

En el terreno económico, Felipe Calderón ha cumplido con los más ricos y, al mismo tiempo, ha llevado a cabo una parte importante de la política social planteada por su rival. Esa política social, sin embargo, no sólo no ha significado una disminución de la pobreza y la marginación, sino su aumento.

En el terreno de la seguridad y de lo que él ha llamado la 'guerra contra el narcotráfico', si bien en un inicio logró que una parte importante de la población viera con buenos ojos las acciones militares contra el narco, poco a poco, la percepción va siendo más crítica.No sólo por el impresionante aumento del número de muertos -desde el inicio de este año diariamente 9,2 mexicanos mueren por motivos relacionados con el crimen organizado-, sino también por las constantes violaciones a los derechos humanos cometidas por los militares.

Recientemente, Amnistía Internacional reiteró que, en México, prevalece la impunidad y la falta de compromiso y liderazgo en materia de derechos humanos por parte de Felipe Calderón, e insistió en que los asesinatos de Ciudad Juárez y las agresiones a mujeres continuarán siendo, para su agenda de este año, temas principales, junto con la migración.Los constantes enfrentamientos entre las fuerzas públicas y los narcotraficantes no han significado una reducción de las actividades criminales. Parecería que simplemente se dio un palo de ciego a un panal y que ahora no se sabe qué hacer con todas las abejas que revolotean y clavan su aguijón al que se deje.

Apesar de que esta política cuenta con el aval de la Casa Blanca, no se ha logrado una relación fluida con la Administración norteamericana. Esto se demuestra con lo que sucedió con el Plan Mérida (una especie de Plan Colombia). Todos los sectores conservadores del país aplaudieron la decisión de elaborar un plan en común entre Canadá, Estados Unidos, México y Centroamérica. Sin embargo, el Congreso norteamericano ha fijado una serie de reglas de vigilancia sobre los derechos humanos y la corrupción que hace inviablesu aplicación.

En el terreno educativo, Calderón decidió dejar el control de la educación en México a la peor de las burócratas sindicales, Elba Esther Gordillo, conocida en el país por su fortuna, amasada de manera poco explicable. La educación en México está en su nivel más bajo; cada vez que se participa en los concursos sobre idioma y matemáticas, los estudiantes del país ocupanel último o el penúltimo lugar.

Finalmente, parece que el único logro de Calderón es estar sentado en una mesa de negociación con el Ejército Popular Revolucionario, el cual reclama la presentación con vida de dos desparecidos de su organización. Por lo menos, mientras duren estas conversaciones, la organización guerrillera se ha comprometido a no hacer acciones bélicas.

Frente a la otra organización rebelde, parece que la decisión del Gobierno de Calderón es agredir a las comunidades zapatistas para montar una provocación que permita una respuesta militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Hace unos días, las fuerzas de seguridad entraron en una población que, hasta hace algún tiempo, había sido presentada como el lugar de reunión de la comandancia zapatista. Una agresión a las comunidades indígenas zapatistas de origen maya sería como arrojarle gasolina a un fuego incipiente. No está claro qué buscaría Calderón con una acción de esa naturaleza.Por otro lado, la situación económica del país es cada vez más problemática. La crisis alimentaria ha permitido un nuevo aumento del precio de la tortilla, elemento fundamental de la dieta de los mexicanos. Por eso, es lamentable que el Gobierno diga que la economía mexicana está blindada, cuando se realizó una importación de alimentos de alrededor de 4.000 millones de euros en los últimos dos años.

Además, si bien hay un excedente en dólares por la subida de los precios del petróleo, la importación de gasolina, más el subsidio que paga el Estado, lo mismo que la caída de las remesas que los mexicanos mandan desde Estados Unidos, permiten hablar de una situación económica complicada. Ya se reconoció, por parte del Gobierno, que el crecimiento de la economía en 2008 apenas estará por encima del 2%, aunque existe la posibilidad de que sea menor.Felipe Calderón se beneficia también de los errores de una izquierda institucional que hace lo mismo que critica. A cuatro meses de las primarias para elegir al líder del Partido de la Revolución Democrática, todavía no se sabe quién fue el ganador. La cantidad de trampas y fraudes hace imposible que haya una solución que cuente con cierto grado de legitimidad.

En medio de todo esto, el PRI se frota las manos para las elecciones de 2009. Hay pocos en México que duden de que los priístas recuperarán el control de las dos cáma-ras de legisladores.

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