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El humor, el alivio contra la censura

Las revistas cómicas recurrieron a la sátira para atizar al régimen.

J.C

El delirio y el ingenio que caracterizan a la prensa satírica son, en realidad, armas punzantes para atacar a los políticos. Pero si la guerra echó el cierre de muchas revistas, la censura aplacó a las que sobrevivieron. La Codorniz, con su modelo de humor desconcertante, absurdo y surrealista, fue la excepción, la única capaz de irritar y entusiasmar al tiempo en pleno franquismo.

Todo el humor español desde la década de 1940 hasta la de 1970 está en La Codorniz, 'la revista más audaz para el lector más inteligente', según decía su cabecera, fundada por Miguel Mihura en 1941 y luego dirigida por Álvaro de Laiglesia, que le dio su toque personal. Por ella pasaron autores como Mingote, Chumy Chúmez, Másximo, Gila, Perich, Forges o Azcona.

Eran los años en que la historieta española alcanzaba su mayor popularidad: 'El régimen esperaba que actuara como difusora de su ideología e imponía la censura, dejando márgenes muy estrictos a los autores', explica Mirta Núñez, profesora de Historia del Periodismo Español de la Universidad Complutense. Pero tanto en el tebeo humorístico, impulsado por las editoriales Brugera y Valenciana, como en las publicaciones satíricas, se escondía la crítica mordaz. Recurrían a los matices para que los censores no se dieran cuenta y, según el humorista Serafín, 'hay que reconocer que eran unos brutos'.

La Codorniz enseñó a perder el respeto, a alejarse de los tópicos y de las enseñanzas políticas o religiosas. Quería destruirlas a través de la trivialización. Llegó a tiradas de 80.000 ejemplares semanales, mientras que los extraordinarios mensuales superaban los 250.000.

La censura impidió que algunos números llegasen a los lectores: una crítica le costó cuatro meses de cierre. Pero si la censura le dio la vida, la censura se la quitó; en 1977, la revista cerró ante la falta de lectores: las nuevas generaciones preferían Hermano Lobo, Triunfo o Por favor. 'Triunfo salió al mercado en 1962 y Lobo, 10 años después. Fueron un ciclón: se convirtieron en las revistas de referencia del tardofranquismo. Eran símbolos de resistencia y cuna de escritores como Vázquez Montalbán, Fernando Savater, Francisco Umbral, Luis Carandell o Haro Tecglen, autores fundamentales durante la Transición', resume Núñez.

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