Público
Público

Zapatero regó el brote verde

El PSOE recurrió al miedo a la derecha como último argumento contra la abstención

G. LÓPEZ ALBA

La campaña del PSOE comenzó de hecho con la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de adelantar el debate sobre el estado de la nación , al que los diputados socialistas acudieron con el aliento contenido. Faltaban entonces diez días para su comienzo oficial y el PP rentabilizaba claramente en las encuestas el deseo de castigar al Gobierno por los cuatro millones de parados.

El debate parlamentario tuvo un efecto revitalizante en la medida en que Zapatero puso en evidencia la falta de alternativa de Mariano Rajoy y a ello se ha aferrado el presidente hasta el último acto electoral, en un planteamiento que evoca un cierto carácter plebiscitario entre ambos líderes, que el PSOE no ha rehuido convencido de la ventaja del presidente en el cuerpo a cuerpo con el líder del PP.

Pero no por ello puede concluirse que haya sido una campaña con un claro diseño estratégico, más allá del objetivo de movilizar a los fieles para combatir la abstención. Por el contrario, se ha movido al compás de polémicas ajenas al objeto de la convocatoria en las urnas, singularmente la del uso de un Falcon de las Fuerzas Armadas para los desplazamientos del presidente a los actos de su partido. La controversia provocada por el PP para derivar el foco de la corrupción de los casos Gürtel y Fundescam hacia presuntos abusos de poder socialista, desvió la atención hasta que José Blanco la cortó en seco divulgando que el ex presidente José María Aznar dispone de un servicio de seguridad que ocupa a 51 personas. Para entonces, ya había consumido ríos de tinta.

Quedaban sólo cuatro días de campaña cuando apareció el brote verde de la contención del paro. El dato se convirtió en el principal argumento del PSOE, que pasó a pedir el voto como un aval al Gobierno en la lucha contra la crisis, al tiempo que le permitía subrayar la falta de toda colaboración del PP, obsesionado en palabras de los socialistas con 'poner zancadillas' al Gobierno.

Fue un balón de oxígeno que permitió recuperar una línea de campaña, pero insuficiente movilizador si se tiene en cuenta que las últimas apelaciones fueron al llamado voto del miedo, al tradicional toque a rebato: 'Que viene la derecha'. Pero no una derecha cualquiera, sino una derecha extrema con la que 'las cosas irían peor'.

Los debates en televisión que enfrentaron a Juan Fernando López Aguilar con Jaime Mayor Oreja tuvieron una audiencia limitada y el cabeza de lista del PSOE, a pesar de que intentó hablar de Europa, no logró salir de la melé. Su mayor virtud fue que Mayor Oreja interpreta, sin necesidad de actuar, el prototipo de lo que los socialistas califican de 'la derecha más carca de Europa'. López Aguilar ha recorrido 15.000 kilómetros y otros candidatos, como Enrique Guerrero, han hecho una campaña silenciosa centrada en Europa y ajena a las polémicas, pero a la postre los dos grandes protagonistas han sido Zapatero y Rajoy, y los candidatos, sus testaferros.

El líder del PSOE se ha implicado, pero a medio gas, con sólo ocho mítines. Con la ventaja de partida del PP y un clima favorable al voto de castigo al Gobierno, para Zapatero resulta suficiente el empate o la derrota por la mínima. En ningún momento ha dado la impresión, más allá de las proclamas de los mítines, de otorgar especial trascendencia al resultado del 7-J, convencido de que 'cada elección es distinta, aunque algunos no parecen acabar de entenderlo'.

El comité de campaña del PSOE, que por primera vez ha dirigido Leire Pajín, primó los vídeos, la Red y la televisión, lo que apunta al tránsito hacia un nuevo modelo. Por primera vez, no ha habido una caravana de seguimiento periodístico propiamente dicha, lo que también da idea de la dimensión de la crisis y del interés que suscita la Unión Europea. Y eso a pesar de que, como dice Felipe González, 'si no existiera, estaríamos pensando cómo inventarla'.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias