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El pebetero olímpico, apagado al ser trasladado

El exatleta Austin Playfoot vuelve a hacerlo arder en su ubicación definitiva. La polémica continúa por no poder ver la llama desde fuera del estadio

JORGE YUSTA / DAVID BOLLERO

Durante siete horas Londres ha roto con la tradición olímpica de mantener encendido el pebetero desde que se ilumina por primera vez en la ceremonia de inauguración hasta la clausura. Anoche, a las 00:14 hora española, el recipiente que contiene la llama olímpica fue apagado para poder ser trasladado a su posición definitiva en el estado olímpico de Stratford. 

La ubicación del mismo ha estado acompañada de una gran polémica. El pasado viernes, ante los ojos de todo el mundo, siete jóvenes londinenses encendieron con sus siete antorchas al unísono el pebetero, una estructura de 204 pétalos -en representación de los países participantes en los Juegos- que se cerraron para formar una gran llamarada en el centro del estadio olímpico.

Ante la inminente comienzo de la competición de atletismo, el traslado del pebetero se hacía imprescindible. Y, además, generaba un gran malestar entre los ciudadanos que desde el exterior no pudiera verse uno de los principales iconos de los Juegos Olímpicos.

Anoche, la llama olímpica quedó guardada en un farol. 'El pebetero fue apagado durante el tiempo necesario para trasladarlo desde el centro del Estadio Olímpico hasta su emplazamiento definitivo en una curva, pero la llama fue conservada en un recipiente idéntico al utilizado por los comandos de marina durante su llegada al Tower Bridge' el 20 de julio, explicó a la agencia AFP Jackie Brock-Doyle, directora de la comunicación del Comité de Organización (LOCOG).

Y esta mañana a las 7:00 ha vuelto a encenderse el pebetero, ya reubicado en el acceso sur del estadio. El encargado de tal labor ha sido el exatleta Austin Playfoot, de 82 años. Playfoot fue uno de los 76 portadores de la llama olímpica en los Juegos de Londres de 1948.

Pese a la polémica sobre la ubicación, ya que es la primera vez en la historia reciente de los Juegos que no se ve desde fuera del estadio, su nuevo emplazamiento sigue estando fuera del alcance de la vista de los transeuntes.

Pero el COI y el Comité Organizador son inflexibles al respecto. 'El pebetero se ve en la gran pantalla del estadio olímpico. Va a permanecer allí. La filosofía con la que se creó no es para que sea una atracción para turistas', afirmó el domingo Sebatian Coe, presidente del LOCOG.


No es la primera vez que el pebetero no se encuentra a la vista de todo el mundo. También sucedió en los anteriores Juegos de Londres, en 1948, cuando el pebetero se situó en uno de los extremos del estado de Wembley, dificultado su visión. Así lo indica el diseñador de Betty (como llaman al pebetero los organizadores en honor al perro del productor ejecutivo), Thomas Heatherwick, que explica que 'a diferencia de lo que sucedía en 1948, ahora contamos con tecnología para que todo el mundo en el estadio continúe viendo la llama a través de pantallas gigantes'.

La última Constitución Olímpica -de julio de 2011- obvia en su articulado la ubicación del pebetero, haciendo una única mención a éste para indicar que, tras la ceremonia de clausura, estará prohibido que la llama olímpica siga prendida sin la autorización del COI.

Sin embargo, no siempre fue así. En la pasada década, la nueva situación de Betty habría incumplido la normativa olímpica, pese a los avances técnicos a los que hace mención Heatherwick. En concreto, habría infringido la regla 68 de la anterior Carta Magna del COI, en cuyo punto 2 se establece que 'la llama olímpica debe situarse en una posición prominente, claramente visible y, donde la estructura del estadio permita, que también sea visible desde fuera del estadio'.

En los JJOO de Invierno de Vancouver 2010, también saltó la polémica cuando la organización situó un férreo cordón de seguridad alrededor de la llama olímpica, dificultando su disfrute a los visitantes. En aquella ocasión, la presión popular pudo con el dispositivo que hubo de relajarse.

En realidad, es la segunda vez en estos JJOO que se extingue la llama olímpica. La primera sucedió en uno de los relevos en suelo británico, después de que fallara una de las antorchas. El jugador paralímpico de bádminton David Follett vio desde su silla de ruedas cómo se apagaba la llama por culpa de un quemador defectuoso, en el recorrido por Great Torrington (Devon).

Desde el LOCOG -el comité organizador- se restó importancia al incidente, asegurando que 'mantenemos encendida la llama madre en una lámpara de minero especialmente diseñada, de modo que si por algún motivo se apaga una antorcha se puede volver a encender recurriendo a su fuente original'. 

Pero en Londres no es la única polémica que ha surgido. La otra es la referente a la cantidad de gradas vacías que se han podido observar en los primeros días de competición. Sebastian Coe, descontento con la imagen que ofrecen muchos de los eventos sin apenas espectadores en los asientos, está buscando soluciones, entre las que destacan 'un programa para estudiantes y profesores, vender más entradas y ayer se pusieron unas mil más a la venta, invitar a los militares y reasignar las entradas'.

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