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Estalla la guerra en el PP de Madrid

Desconcierto en la calle Génova por el conflicto Botella-González, que se les va de las manos. Aguirre juega su última batalla desafiando a Rajoy, tratando de desacreditar a la alcaldesa de Madrid como futura candidata y de fulmina

ANA PARDO DE VERA

El último cruce de reproches entre Ana Botella e Ignacio González a costa de la privatización del madrileño Hospital de La Princesa ha desbordado al PP nacional. La cúpula del partido estaba acostumbrado a la batalla soterrada que mantenían sin disimulos Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, pero 'esto es otra cosa', admiten los conservadores.

En la calle Génova reconocen también que no hay precedentes de un episodio como el de hoy, con la alcaldesa de Madrid firmando contra la privatización de un hospital por parte del Gobierno regional; el presidente de éste asegurando que la regidora 'no se entera' de qué va el asunto; la secretaria general del PP nacional tratando de poner paz con una excusa forzada (la firma de Botella era el apoyo a 'una solución satisfactoria para todos'), y la alcaldesa desmintiéndola horas después: sabía perfectamente lo que firmaba, porque se opone sin tapujos al 'desmantelamiento' de La Princesa, según sus colaboradores.

¿Por qué este encarnizamiento de Botella contra González y viceversa? Los conservadores apuntan distintas causas, aunque insisten mucho en subrayar los puntos en común de ambos dirigentes para descartar las causas ideológicas y centrarse en una lucha soterrada de poder: el mismo corte liberal, ambos sucesores a dedo de dos pesos pesados (Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón) y los dos con intención de pasar por las urnas cuando toque para revalidar electoralmente sus puestos. Las tensiones, concluyen, comienzan a aflorar cuando el puesto número uno del PP de Madrid parece que va a quedar vacante al anunciar Aguirre su dimisión en septiembre y su renuncia a que haya una bicefalia entre partido y gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM).

Sólo 24 horas después, con la dimisión de Aguirre aún caliente, Botella pedía un congreso regional que eligiera al nuevo (o nueva) presidente del PP de Madrid, un gesto que no sentó nada bien ni a González ni a su antecesora. Por la precipitación, pero también por lo que interpretaron como veladas aspiraciones de la alcaldesa al liderazgo del partido en la CAM. En el PP nacional creen que es entonces cuando Aguirre optó por quedarse al frente del partido en Madrid y, puesto que su relación con González se mantiene impecable, ejercer una bicefalia en absoluto incómoda.

El presidente y la ex presidenta de la CAM, además, optaron por hacer un frente común contra Mariano Rajoy, defendiéndose de las críticas de éste a la controvertida iniciativa del euro por receta que González anunció para la región. El jefe del Ejecutivo madrileño fue más institucional en la defensa de la medida, pero Aguirre cargó contra Rajoy con la artillería más pesada: recordándole -al más puro estilo de oposición parlamentaria- que tampoco le gustaba subir impuestos y los subió.

La tragedia del Madrid Arena, casi dos meses después de la dimisión de Aguirre, se convirtió en el contexto perfecto para su estrategia y la de su protegido, por lo que cargaron contra Botella y su equipo sin ningún miramiento: en el Ayuntamiento hay que depurar responsabilidades enseguida, 'caiga quien caiga', enfatizaba la expresidenta regional en una rueda de prensa multitudinaria en el partido madrileño. El 'caiga quien caiga', además, lo repitió cuando se le preguntó concretamente por el vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, cuya rápida defensa de la empresa organizadora de la macrocofiesta (DivierTT) y su presunta amistad con el dueño lo sitúan a la cabeza de las responsabilidades.

Esperanza Aguirre ha encontrado en este trágico suceso de Halloween, además, la manera más sencilla de intentar llevarse por delante a los últimos gallardonistas del PP de Madrid: el propio Villanueva (que fue su viceconsejero de Presidencia entre 2003 y 2004, cuando se pasó al equipo de Gallardón) y Pedro Calvo, tercer teniente de alcalde, concejal de Economía y Empleo y presidente de Madrid Espacios y Congresos, el puesto más delicado en esta crisis si se demuestran los fallos de seguridad en el Madrid Arena.

La lideresa, que sigue ejerciendo como tal, quiere seguir al frente del PP de Madrid hasta que en Génova le garanticen que le sucederá Ignacio González, lo cual, en estos momentos, parece cada vez más lejano. Al Gobierno no le ha sentado nada bien la medida del euro por receta, pero tampoco el ataque desproporcionado a Ana Botella viniendo del mismo partido. Si el PP nacional tuviera que decantarse por alguno de los dos, lo haría por la mujer de José María Aznar, cuya relación con el Ejecutivo y la cúpula del partido es buena. No se puede decir lo mismo de la de González, por lo que la herida en el PP podría abrirse aun más si éste y su mentora continúan con una ofensiva que tiene perplejo al equipo de Botella. No digamos, comentan en el PP, si se confirma que Aguirre tiene alguna aspiración a la alcaldía de Madrid, ya sea postulándose ella o aupando a la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, muy cercana y leal a la ex presidenta, a quien debe su puesto actual. Sobre este punto, sin embargo, Aguirre ni confirma ni desmiente.

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