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"Si tu opinión es fascista o racista no tienes problemas en Israel"

El escritor israelí Etgar Keret presenta ‘Los siete años de la abundancia’, 35 crónicas tragicómicas y surrealistas donde lo personal y lo nacional parecen ir de la mano.

El escritor israelí Etgar Keret

“Cogí tus libros y los lancé a la basura”, “ojalá tuvieras cáncer y te murieras”, “cuando acabemos con Hamás, tú serás el siguiente”. El gran pecado de Etgar Keret (Tel Aviv, 1967) para recibir semejantes lisonjas por parte de la extrema derecha israelí fue posicionarse a través de un artículo a favor de la paz y el entendimiento con los palestinos. No sólo eso, el hecho de que quien se mostrase a favor del diálogo fuera uno de los escritores más talentosos y queridos de su generación tuvo algo que ver.

"El sistema israelí fomenta la intolerancia"

“Pese a todo —matiza el autor de Los siete años de la abundancia—, siempre he sentido que en Israel había libertad de expresión, lo que ocurre es que nuestro actual gobierno no tiene la valentía ni la integridad de luchar por este valor tan fundamental. Si tienes una opinión liberal te van a castigar o te van a amenazar, pero si tu opinión es fascista o racista no habrá ningún tipo de consecuencia. Es un sistema que fomenta la intolerancia”. 

Intimidaciones al margen, lo cierto es que las historias mínimas y surrealistas de Keret —sus cuentos no sobrepasan por lo general las tres páginas— como la del hombre que siempre termina sus relaciones de pareja en un taxi, la chica que da a luz a un poni o el músico al que encierran en una botella, le han convertido en un escritor clave para entender a una generación de israelíes incapaz de identificarse con los grandes relatos que propone la pragmática tradición literaria israelí. Para entendernos; más Woody Allen y menos Moshe Dayan. 

"Creo en el concepto de una historia buena pero mal escrita"

“Siempre tuve la sensación de que no podía ser escritor porque no sabía cómo cambiar la realidad, afortunadamente me di cuenta de que esto no implica que deba aceptarla”. Así fue como Keret encontró su voz literaria, un feliz hallazgo imposible si no fuera por la inestimable mediación de sus venerados Kafka y Vonnegut. “Ocurrió durante el servicio militar, que es eterno en Israel, como era un soldado bastante malo me castigaban con frecuencia y tenía que quedarme en la base cuando el resto se iba con su familia de permiso. Fue allí donde empecé a leer los cuentos de Kafka y Matadero 5 de Kurt Vonnegut y quedé impresionado”. 

El legado de estos dos grandes queda patente en la obra de Keret. Su capacidad para estirar la realidad hasta hacerla irreconocible y sugerente, su humor macabro y la ambigüedad de sus finales convierte a Keret en el insumiso perfecto contra los tiranos del esteticismo literario. “Hay muchos críticos estadounidenses que creen que la forma es el elemento más importante en literatura. Si la motivación es crear una forma perfecta normalmente creas algo hermoso pero también estéril. Yo creo en el concepto de una historia buena pero mal escrita.”

“La historia antes de nada es una energía”

La “relampagueante” escritura de Keret, como le gusta definirla, nace de una voluntad innata de contar, de comunicar sin más artificios que los de la pura imaginación y el entretenimiento. “Si te emociona la historia que estás escribiendo probablemente esa emoción se contagie, la historia antes de nada es una energía, cuando me siento a escribir la primera condición es que lo que pretendo plasmar en el papel me interese tanto que esté dispuesto a pasar por todos esos procesos extraños y arbitrarios de inventar personajes que nunca existieron y generar una serie de acciones que nunca pasaron”.

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