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La regulación de la banca en la sombra, el gran reto

Siguen manteniéndose los mismos incentivos que causaron la crisis

F. V.

Hoy, sin fronteras que los detengan, miles de intermediarios, o brokers, luchan cada día a lo largo del planeta por sumar beneficios comprando y vendiendo productos financieros de todo tipo, unos simples y otros muy sofisticados. Es lo que se denomina banca en la sombra, un sistema paralelo a la banca tradicional, aunque siempre entremezclado. Fue precisamente la búsqueda desaforada del beneficio, junto a la falta de escrúpulos a la hora de esconder pérdidas, lo que llevó a los excesos que culminaron con la caída de Lehman Brothers y en la profunda crisis internacional que todavía sufrimos.

El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) acaba de publicar un informe en el que establece que, tras el pánico inicial, los niveles de actividad de la banca en la sombra vuelven a ser los mismos que antes del estallido de Lehman Brothers (ver información adjunta). Sin embargo, aún no existe una regulación específica que permita supervisar y controlar dicha actividad, que no se sabe a cuánto asciende. 'Como dicen los alemanes, los balances de los bancos son el secreto mejor guardado de Alemania. Sabemos lo que los test de estrés les forzó a mostrar, pero del resto no sabemos nada. Y el FSB no te especifica qué tiene qué banco. Te habla de país, y lo importante no es eso, sino cuál es la concentración de riesgo y cuál es su interconexión. Eso ya lo aprendimos con Lehman', dice el catedrático de Economía de la Pompeu Fabra José García Montalvo.

No hay datos sobre la concentración del riesgo y su interconexión

Lo peor de que la banca en la sombra siga sin regularse es que sus actores siguen funcionando con los mismos incentivos que causaron la crisis, según Montalvo, que afirma: 'Es la regulación la que controla los incentivos perversos en el sector financiero. Si no cambia y los incentivos siguen siendo los mismos, las entidades seguirán haciendo lo mismo que hacían. Porque esa es la forma óptima, entre comillas, de operar en un ambiente que no ha cambiado aún su regulación'.

El pasado 7 de noviembre, The New York Times publicó los resultados de una curiosa investigación realizada por el propio periódico. En octubre, el gigante bancario Citi llegó a un acuerdo con la SEC (equivalente a la CNMV) para cerrar una demanda civil por prácticas fraudulentas contra los intereses de sus clientes durante la burbuja inmobiliaria estadounidense: pagaría 285 millones de dólares y se comprometía a no volver a violar esas leyes. Pues bien, según el diario, Citi ya había hecho esa misma promesa y la había roto una y otra vez: en julio de 2010, en mayo de 2006, en marzo de 2005 y en abril de 2000. El mismo caso se repite con 19 entidades diferentes, que habían prometido 51 veces cumplir las normas durante los últimos 15 años sólo para poder romper sus compromisos una y otra vez.

'Los problemas de la deuda han dejado lo de los activos tóxicos en segundo plano, pero está por ahí, guardado', dice el economista y expresidente del Banco Hipotecario Julio Rodríguez: 'De ahí se deriva que se sigue confiando mucho en la buena fe, o en la buena voluntad, o en el funcionamiento de los mercados, lo cual apunta a que puede volver a producirse en cualquier momento cualquier desaguisado no muy distinto del que dio lugar a esta crisis'.

Las reuniones del G-20 no han servido para controlar estas prácticas

Mientras tanto, la Unión Europea, el G-20 y los legisladores estadounidenses siguen elaborando listado tras listado de recomendaciones sobre cómo controlar la desregulada banca en la sombra.

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