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Revolución Industrial 4.0 La ciencia necesita de las humanidades para avanzar en la Revolución Industrial 4.0

Las últimas tendencias analíticas sobre las demandas laborales del futuro siguen apostando por las profesiones tecnológicas, científicas. La digitalización de los negocios y la robotización de las cadenas productivas dibujan estas ofertas de trabajo. Pero las humanidades tienen algo que decir en la necesaria interacción entre la máquina y el ser humano. Como siempre.

La robotización de las cadenas productivas. Reuters

DIEGO HERRANZ

Las universidades de todo el mundo han virado sus programas académicos en los últimos años hacia las capacidades tecnológicas. Por influencia de la Revolución Industrial 4.0, un proceso de cambios "exponenciales, no lineales -como los requeridos en las tres fases de conversión previas en la historia- y que afectan ya no sólo al qué o el cómo hacer las cosas, sino también a quiénes somos", según advierte Klaus Schwab, fundador del World Economic Forum (WEF), para quien la humanidad entera "nos hayamos ante un hito histórico, sin precedentes, por la velocidad, el alcance y el impacto de esta fusión tecnológica que está superando las barreras entre las esferas física, digital y biológica".

Sin embargo, y tras su etapa inicial -los expertos convienen en situar la fecha de 2011 como el detonante de esta revolución-, en la que se le revistió de un concepto integral, a partir de las distintas disciplinas que intervienen en este salto hacia la digitalización -desde la automatización de los procesos productivos, hasta el empleo del Big Data o la inserción de la economía analítica en la práctica totalidad de las áreas de negocio de las empresas- la idea primigenia que alimentó los primeros planes formativos de post-grado ha saltado por los aires. Por supuesto que las ciencias -las matemáticas, el software y otras muchas variantes que han alcanzado la categoría de disciplinas docentes- se mantienen inexorablemente como panaceas de este reordenamiento industrial. Pero las humanidades, demonizadas en algún momento por los rectorados de centros docentes, han recobrado su importancia.

"La interacción de la tecnología con los humanos y, de forma recíproca, de éstos con cualquiera de las máquinas de la era digital, ha estado infravalorada", asegura Ruksana Osman 

"La interacción de la tecnología con los humanos y, de forma recíproca, de éstos con cualquiera de las máquinas de la era digital, ha estado infravalorada" en estos tiempos, escribía hace unos meses en el diario The Conversation, Ruksana Osman, catedrática y decana de Humanidades de la Universidad de Witwatersrand. Porque, más allá de sus indudables resultados en la mejora de la productividad y en la facilidad de prestación de servicios o de resolución de procesos laborales -entre otros- en estos tiempos de cambios drásticos se requiere talento para la enseñanza y el aprendizaje, para facilitar el conocimiento necesario "a empleados que van a ser formados" de por vida. Laboral, se entiende. Habilidades para explicar la adaptación tecnológica, los desafíos socio-económicos o culturales -no sólo empresariales o profesionales- que plantea de manera abrupta y casi en cada instante la digitalización. Y las humanidades -afirma Osman en su tribuna-"inculcan la trascendencia de reflejar el vasto conjunto de asuntos metodológicos y sociales que subyacen detrás de la imposición tecnológica e informática que ha arraigado con la Revolución Industrial 4.0".

Hans Vestberg, consejero delegado del gigante de las telecomunicaciones Verizon también se inclina por esta teoría y se pregunta si la propuesta educativa en tiempos en los que la era digital ha elevado la inteligencia de las máquinas a niveles inimaginables, al margen de la ciencia ficción, puede perder sus raíces humanistas. Su respuesta, en el rincón del WEF sobre el empleo en un futuro 4.0, señala que el salto tecnológico ha sido posible por la colaboración entre los más brillantes ingenieros en tecnología y los mejores talentos en materias humanistas.

"Los robots y los avances en computación ya han igualado o superado las capacidades cognitivas de los seres humanos", afirma Vestberg

Sin esta conexión permanente, "los beneficios de la innovación hacia los consumidores y las sociedades civiles" no se hubiera producido todavía. Y mucho menos sería factible el lanzamiento del 5G, la red inalámbrica que puede transportar un volumen de datos mil veces superior al de los sistemas actuales, explica. La defensa de educadores, políticos, empresas y organizaciones civiles de las disciplinas humanísticas debe ser consensuada, bien articulada y sin fisuras. En especial, cuando "los robots y los avances en computación ya han igualado o superado las capacidades cognitivas de los seres humanos". Alguien les tiene que enseñar a pensar, sugiere Vestberg.

Nuevas tecnologías ecológicas y sociales

Desde la institución que organiza la cumbre de Davos también se apunta a esta dirección. Porque uno de sus últimos informes que trata de dilucidar el futuro que deparará esta revolución digital se atreve a enumerar diez tecnologías emergentes; es decir, un decálogo de nichos de negocio que el mercado requerirá a corto plazo y que serán variantes industriales prioritarias. Detrás de estas diez ofertas profesionales innovadoras hay un claro componente de análisis humanístico. Porque la gran mayoría de ellas responden a necesidades tan imperiosas y de tanto calado social como el cambio climático o las economías colaborativas.

Detrás de estas diez ofertas profesionales innovadoras hay un claro componente de análisis humanístico

Entre otras, resalta como trascendental la industria del bioplástico, a partir de los avances científicos en encimas, con la que se frenaría el negro presagio de que, en 2050, se triplicará los 311 millones de toneladas métricas que el sector industrial convirtió en desechos en 2014, y de los que sólo se recicla el 15%. Pero también los robots sociales, alejados de la concepción cíbor que atemoriza a las sociedades futuras, que hagan las veces de asistentes de personas necesitadas, especialmente las de la tercera edad, un grupo que, demográficamente, será dominante en las potencias industrializadas y en los que el sector sanitario -y farmacéutico- debería intervenir. O los fertilizantes inteligentes que al mismo tiempo que elevan la rentabilidad y la producción de productos agrícolas están en condiciones de reducir las emisiones de gases contaminantes que emite esta industria a la atmósfera; los avances en telepresencia colaborativa, encuentros virtuales para desarrollar o cerrar negocios o las investigaciones en baterías sostenibles para proyectos de energías renovables.

Las humanidades también resultarán determinantes para mitigar los efectos directos sobre los empleos de la automatización

Las humanidades también resultarán determinantes para mitigar los efectos directos sobre los empleos de la automatización. En 2050, esta industria pretende vender más de 65 millones de robots. Aunque pocos estudiosos podrán elaborar una lista fiable de los puestos de trabajo -de habilidades técnicas- y de ofertas profesionales que se demandarán para la generación que llega después de los millennials. Antes, en 2030, según datos de la OCDE, el número de empleos en todo el mundo generado por las ventajas competitivas de la digitalización industrial, ascenderá hasta los 850 millones. Incluso rebasarán, según cálculos más optimistas, los 1.200 millones y los 14,6 billones de dólares en salarios. Es decir, que se incrementará la empleabilidad. Eso sí, con un condicionante previo.

Es necesario que se impartan cursos de formación en este tipo de capacidades -técnico-digitales- para lo cual se requiere personal cualificado y con conocimiento en humanidades, esenciales en el objetivo de devolver al mercado de trabajo al subempleado que, o bien se encuentra sin empleo estable, o se ha acostumbrado a realizarlos a tiempo parcial o bajo una demanda esporádica de bienes y servicios por parte de las empresas-, un fenómeno que representa entre el 30% y el 45% de la población activa europea.

El factor trabajo y el éxito profesional

"Algo estamos haciendo mal", se pregunta el consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, en varias conferencias recientes. Porque el tamaño del contingente profesional de temporales, trabajadores en régimen de teletrabajo, consultores independientes, autónomos o freelancers se ha duplicado en los dos últimos decenios en la primera potencia del planeta.

A su juicio, los robots podrían revertir esta situación. O, para ser más precisos, modificarla positivamente. Pero sin la exclusividad de la ciencia. Porque las dudas persisten sobre la ética que debe imperar en la evolución de la Inteligencia Artificial. Y que parece no estar demasiado presente en las mentes de empresarios eruditos y multimillonarios de las big tech como Elon Musk o Mark Zuckerberg, que parecen más obsesionados por vender la digitalización como el Santo Grial que en dotar de límites morales, de respuestas filosóficas, a las incógnitas que rodean esta fulgurante revolución industrial.

Un estudio de Boston Consulting Group (BCG) ofrece una prospectiva de las profesiones con más demanda laboral en un futuro inmediato en las firmas que se adentren en la era digital. Por orden decreciente de probabilidades de incorporación a los mercados de trabajo.

1.- Coding. Según la BLS americana, la oficina federal de Trabajo, los puestos de ingeniería y los relacionados con el software crecerán hasta un 18,8% hasta 2024, y el de analista de sistemas informáticos, un 20,9%. El futuro estará dirigido por científicos y la codificación, para la que se requiere creatividad, atención al detalle y agilidad estructural, será condición sine qua non en el conocimiento del software del mañana.

2.- Data Analytics. El mundo se mueve por datos. Google, Amazon y otros gigantes del sector manejan cantidades inimaginables de información cualitativa y cuantitativa. De forma masiva, analizan esos datos y crean tendencias y correlaciones de negocios que generan aumentos de valor de compañías. El número de expertos en tratamiento de datos aumentará un 30% en los próximos siete años. El profesional que sea capaz de analizar largas series de información y de producir percepciones reales para que la gente tome decisiones, tendrá asegurado su lugar en el mundo laboral.

3.- Maths. En la era del Big Data, las matemáticas garantizan el éxito. Enseñanza de la lógica, del pensamiento crítico, de la resolución de problemas y del diseño de estrategias encaminadas a dirigir modelos de negocio.

4.- Humanidades / Artes liberales. En el mundo de la robótica y de la Inteligencia Artificial, se reemplazarán cientos de miles de puestos de trabajo. Excepto los de alta creatividad; más en concreto, los de gestión de personas y equipos, los que capaces de crear pensamiento crítico; es decir, los relacionados con las humanidades.

5.- Ciencias. Los descubrimientos científicos nunca han sido tan fulgurantes. Los avances de la ciencia se suceden a la velocidad de la luz. De ahí que se requiera habilidad y destreza para navegar en estas procelosas aguas. La investigación de fenómenos y la adquisición de nuevos conocimientos son determinantes en el reto de la digitalización.

6.- Finanzas. Inversiones y banca se darán más la mano que nunca. Y exigirán elevados niveles de conocimiento a los directivos y ejecutivos. La literatura económico-financiera será vital.

7.- Comunicación. La adquisición de talento, herramientas y de habilidades técnicas y teóricas sobre comunicación es una demanda necesaria para que la Inteligencia Artificial consiga niveles de interactuación esenciales para el desarrollo de negocios digitales.

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