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Opinión · Otras miradas

Carta de Eduard Punset al president de la Generalitat: "Quiero que me dejen votar"

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Eduard Punset Casals

En noviembre de 2016, hace casi un año, y con ochenta cumplidos, decidí

que había llegado el momento de retirarme de la vida activa. Después de

treinta y cinco años dedicado a la divulgación científica en España, hecho

sin precedentes en la política televisiva española, decidí poner punto final a

tan gratificante etapa.

¿Qué me había llevado a esta conclusión? En primer lugar, mi experiencia

de siete años en la Universidad de Londres, dando clases en horario

nocturno para una audiencia española, por el simple hecho que era difícil

que los jóvenes entendieran los vericuetos de la divulgación científica, en

un país donde la investigación se había explicado poco y mal. En el mismo

sentido, entre otras actividades, por las mañanas en Londres me dedicaba a

trabajar mi tesis, que me permitió obtener el doctorado en Economic

Science, así como difundir para la BBC noticias del ámbito económico para

los espectadores de habla hispana; esta circunstancia, sin duda, me

catapultó al maravilloso mundo de la divulgación científica para Televisión

Española, un campo prácticamente inédito y hasta entonces inexplorado en

España. Dirigí el programa Redes diociocho años en total, desde 1996 hasta

2013.

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, un país como España, tan

acostumbrado a los San Fermines y a las procesiones del Santo Sepulcro,

parecía poco dado a grandes y profundos cambios en educación y

pensamiento. Una de las razones que me llevaron a deducir que las cosas

podían evolucionar hacia esta dirección y de manera distinta a las del

pasado fue, sencillamente, la propia naturaleza del cambio, tan inherente al

ser humano. Contrariamente a lo había creído hasta entonces, me di cuenta

de que las cosas mejoraban con el paso del tiempo y que era falso que

cualquier época pasada hubiese sido mejor; solo había que fijarse en el

aumento sustancial de la esperanza de vida, que había mejorado en tan

poco tiempo.

Por último, en aquel momento, existía una Primera Transición en la que era

preciso reconocer y aceptar la ayuda de todos aquellos que habían optado

por no seguir donde antes: el ejemplo de Adolfo Suárez y su papel con la

dictadura y su pasado franquista es perfecto para comprender esta

“transición” y cambio de paradigma; pero en su mayoría también es cierto

que no acabaron de entender, y quizá tampoco de aceptar, una Segunda

Transición, a la que se debían, como culminación de la Primera. Una

Segunda Transición en vistas a trabajar de forma clara por la separación de

poderes, la no injerencia entre poder Legislativo, Judicial y Ejecutivo y, al

fin y al cabo, el invento de una nueva democracia española, con el objetivo

puesto hacia un futuro mucho más abierto y no como un espejo permanente

del pasado.

A efectos prácticos, y con este fin, decidí aceptar el cargo de Ministro para

las Relaciones con las Comunidades Europeas (9 de setiembre de 1980 - 27

de febrero de 1981) en el llamado primer gobierno democrático de Suárez,

así como anteriormente en el del President Tarradellas, como Conseller de

Economia i Finances (19 de octubre de 1978 - 8 de mayo de 1980). Accedí

al ministerio español por sugerencia directa de Suárez, para que participara

activamente en la Primera Transición y para, justamente, remar hacia este

intento de apertura mental y de mejora democrática, tan absolutamente

rompedora. Y esto, en un país donde todo, o prácticamente todo, en

muchos ámbitos, sin ir más lejos el político, sigue aún por hacer o a medio

hacer.

Han tenido que transcurrir muchos años para que, ahora, como catalán, dé

muestras de mi reconocimiento y gratitud al actual President de la

Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, así como el vicepresident,

Oriol Junqueras, y a toda la junta de gobierno, por seguir remando en la

misma dirección democrática. Es por esto que estoy completamente a favor

de celebrar el referéndum del 1 de octubre, por el simple derecho

democrático (el sustantivo es importante) que tenemos todos los

ciudadanos de Catalunya a ejercer nuestro voto. Pura y simplemente: no

pueden impedir el mío ni el de nadie: Quiero que me dejen votar.

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