A contracorriente

La izquierda puede ganar en México en 2018

Ya son ocho las veces que la izquierda llega al final de la campaña electoral con posibilidades de ganar en México, aunque históricamente la victoria le ha sido arrebatada bajo sospechas de fraude. El Estado-partido del PRI ha sobrevivido a dos mandatos lejos de la presidencia, pero ha retornado y, aunque ha fracasado como gobierno (y está muy débil por ello),  mantiene el poder para imponer resultados a la fuerza, como ya ha demostrado con la elección del gobierno del estado de México.

Pero el PRI ya no puede con todo. Llega a estas elecciones muy desgastado por el fracaso del gobierno de Peña Nieto que ha resucitado el destape. Ha elegido a un economista neoliberal típico, que ha servido al gobierno del PAN y ahora presta sus servicios al PRI, como candidato de fuera del partido, pero absolutamente integrado en las élites empresariales: José Antonio Meade.

Desde el otro lado del mismo campo, el PAN ha logrado imponer al presidente del partido, Ricardo Anaya, como candidato a presidente en alianza con lo que queda del PRD – anteriormente representante de la izquierda.

Son dos maquinas políticas, cada una con muchos gobernadores de provincia, con grandes bancadas parlamentarias, listos para activar todo ese aparato de poder y disputar entre sí quien tiene mejores condiciones de enfrentarse al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.

Es la tercera campana presidencial de López Obrador, que ha ocupado el centro del espacio de la izquierda a lo largo de al menos 20 años. Desde que sustituyo a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la presidencia de México por el PRD, y ahora por su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena.

Candidato moderado, calificado por el New York Times como más cercano a Lula que a Hugo Chávez aunque, como todo candidato progresista, sea tildado de "chavista", "bolivariano", por parte de la derecha. Con programa económico tradicional, ubica en el tema del combate a la corrupción el eje de su programa de gobierno.

Así como en otras ocasiones, López Obrador se ubica como primero en las encuestas, incluso goza de ventaja respecto a los otros candidatos. Es, así, la víctima privilegiada de los ataques de la derecha y de sus medios, aunque no está siendo tan boicoteado como en otras campañas por el hecho mismo de ser el favorito en las encuestas.  

Algo favorable a López Obrador son las adhesiones de empresarios y de políticos vinculados al PRI y al PRD, que se combinan con anuncio de posible ministerio moderado. Por ello y por la alianza con un partido fundamentalista religioso han provocado críticas dentro de la misma izquierda, pero sin mermar, hasta ahora, su favoritismo.

Por otra parte, la líder indígena candidata del zapatismo, María de Jesús Patricio (conocida como Marichuy) está teniendo dificultades para lograr las firmas necesarias para registrar su candidatura. Ello también puede favorecer a López Obrador.

Pero lo que es decisivo es la división y el debilitamiento de los dos partidos tradicionales. Fracasó Peña Nieto como alternativa renovadora del PRI. El PAN, aún aliado a lo que queda del PRD, tampoco muestra fuerza para enfrentar a Lopez Obrador, aunque parece ser el frente quien va a recibir el grueso del apoyo de la derecha mexicana, preocupada con la eventual victoria de López Obrador. Aunque el principal adversario de López Obrador es el fraude, que varias veces ha impedido la victoria de la izquierda en las ultimas décadas.

El que gane (aún si no es de izquierdas) tendrá que se enfrentar a la postura de Trump contra la de México y del Tratado de Libre Comercio, además de lo del muro y de la expulsión de inmigrantes. Posiblemente el próximo presidente tendrá que volcarse hacia América Latina, restableciendo alianzas, especialmente si Lula vuelve a ser presidente de Brasil.

Con elecciones en México, Brasil, Colombia, Venezuela, entre otras, 2018 puede permitir que la izquierda recupere iniciativa y se vuelva a fortalecer en el continente.

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