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Lucrecia Borgia, la prostituta del Papa

La hija de Alejandro VI encarnó la corrupción sexual del Vaticano

GUILLAUME FOURMONT

Cuando Gennaro recibió una carta de amor de Lucrecia Borgia, el pavor se apoderó del joven capitán. Huyó sin mirar atrás, sin saber que la mujer que le escribió también era su madre. '¡Maldita sea esta Lucrecia Borgia! Pensar en esta malvada me resulta odioso', dice Gennaro en la obra de teatro de Victor Hugo. Hija del Papa Alejandro VI, Lucrecia Borgia representa para muchos el maquiavelismo y los escándalos sexuales que caracterizaron la Italia del siglo XVI. Entre los mitos y la leyenda negra que rodean al personaje, resulta difícil saber quién era la verdadera Lucrecia.

Rodrigo Borgia pertenece a la nobleza aragonesa afincada en Valencia y es cardenal cuando, el 18 de abril de 1480, nace Lucrecia. Todos conocen a la madre, Vannozza Cattanei, una italiana de Roma quien dio otros tres bebés al futuro Papa. La familia se va a vivir al Vaticano, donde Lucrecia crece entre las intrigas políticas de una Italia dividida. Cuando Rodrigo alcalnza el solideo papal y pasa a ser Alejandro VI, en 1492, su obsesión es unificar el país bajo su influencia y Lucrecia no tiene 14 años cuando se casa, por primera vez, con uno de los sobrinos del duque de Milán.

La hija del pontífice se casó tres veces, siempre según los intereses de su familia

La boda con Giovanni Sforza es un fracaso absoluto. La joven Lucrecia descubre los encantos de la vida nocturna de Roma bajo el brazo de Giulia Farnese, otra amante de su padre. A los 19 años, en 1497, las acusaciones de incesto con su hermano César uno de los personajes que inspiró a Nicolás Maquiavelo para escribir El Príncipe e incluso con su padre corren en la capital. '¡Es la puta del Papa!', se oye decir de ella. Sforza no aguanta la situación y teme por su vida; los enemigos de la familia Borgia tienen la ocasión de denunciar las perversiones de la Iglesia, aunque Alejandro VI reacciona y obliga a Sforza declararse impotente. En otras palabras, su boda con Lucrecia queda anulada.

Lucrecia es encerrada en un convento y sólo su padre puede comunicarse con ella. En 1498, el Papa la casa de nuevo con Alfonso de Aragón, hijo del rey de Nápoles, aunque la relación no dura mucho tiempo. En un arrebato de celos, César estrangula a Alfonso en su cama. Poco después de salir del convento, a punto de casarse, Lucrecia dio la luz a un niño. Siempre se atribuyó la paternidad a César, aunque el propio Alejandro VI también se la otorgó. César era cardenal y la relación con su hermana ya resultaba difícil de ocultar.

Su imagen de mujer fatal del Renacimiento fascinó a escritores como Victor Hugo

La vida de Lucrecia Borgia cambia cuando se va de Roma. Alejandro VI, ya mayor y enfermo, le arregla en 1501 una tercera y última boda: con el heredero del duque de Este, quien gobernaba en la ciudad de Ferrara, al norte de Italia. Es difícil saber la participación de Lucrecia en las manipulaciones de su padre y de su hermano, los historiadores coinciden en que fue víctima de las ambiciones de su familia. Junto a su marido Alfonso de Este, sigue con atención los asuntos de la ciudad, se relaciona con intelectuales y artistas, y se muestra una ferviente católica. Tiene una capilla personal.

Algunos grabados de la época la representan rezando, aunque su imagen más conocida es la de Bartolomeo Veneto, quien la pinta con el pelo pelirrojo, rizado, en los hombros, y el pecho desnudo. La imagen recordó los mitos de una mujer del Renacimiento y fascinó a escritores como Victor Hugo. Lucrecia Borgia falleció a los 39 años, el 24 de junio de 1519, mientras daba la luz a una niña.

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