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Paul Auster aborrece que sus libros pasen al cine

El escritor neoyorquino presentó ayer en Barcelona 'Un hombre en la oscuridad'

LIDIA PENELO

“No me interesan los críticos, no los leo”, afirmó Paul Auster tajante ante la pregunta de cómo construye el final de sus novelas, uno de los puntos flacos del autor, según los críticos que no aclaman su obra. “No tengo ningún problema con los finales, mi última novela termina como tiene que terminar y muchas veces, antes de empezar a escribir, ya tengo la última secuencia de la historia en la cabeza”, añadió contundente durante la visita a Barcelona para promocionar Un hombre en la oscuridad (Anagrama/Edicions 62). Solo las ganas de fumar un pitillo alteraron su aparente afabilidad mientras atendía incansable a los medios de comunicación.

Hombre de mirada inquietante, afeitado perfecto y gesticulando sin parar, Auster resumió la trama de su último libro en dos palabras: familia y guerra. “Es un proyecto de familia, sobre las relaciones íntimas familiares y de cómo se ven afectadas por la guerra. El novio de Katya muere en Irak y Brill piensa mucho en la guerra”, contó el autor, que ha dedicado la novela al escritor israelí David Grossman y a su hijo Uri, fallecido en el conflicto entre Israel y Líbano.

Interesado en las dificultades que tiene el ser humano para comunicarse, el escritor neoyorquino se mostró satisfecho con la manera en la que los personajes de este libro logran abrir sentimientos y emociones. El protagonista es August Brill, un crítico literario que, tras sufrir un accidente, convalece en casa de su hija, en la que también vive su única nieta, Katya. Víctima de insomnio, Brill inventa historias que dotan a la novela de una estructura de caja china.

La vida es cine

“En estos momentos, no tengo previsto realizar ningún proyecto cinematográfico”, avanzó el escritor. “Además, no me gusta que mis libros pasen a la gran pantalla” añadió. Auster considera que cada vez que una novela se traslada al cine, el resultado siempre es malo. “En los últimos 30 años, no se me ocurre ninguna adaptación que no sea horrible. Dos ejemplos de novelas excelentes convertidas en películas que son unos bodrios son Amor en tiempos del cólera y Yo serví al rey de Inglaterra”, argumentó.

Para el autor de Palacio de la luna, el film Hunger (1966), basado en la novela del noruego Knut Ham-sun, es un caso singular y único en el que una buena novela ha conseguido una película digna.

Para Paul Auster, el fracaso de las adaptaciones se debe a una cuestión de tamaño, porque si la obra literaria supera las 150 páginas, la mudanza a la gran pantalla supone un recorte de la acción demasiado grande. Es decir, cuanto más pequeña, mejor.

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