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El sueño americano que llevó a 8.000 andaluces a Hawaii

En 1904 los estadounidenses los reclutaron para expulsar a chinos y japoneses de las plantaciones de caña de azúcar

El investigador Miguel Alba escritor del libro ‘SS Heliópolis’

DAVID BOLLERO

“La mayor parte de los españoles consideran como un gran triunfo, como una victoria gloriosa, el acostarse cada día habiendo comido”. Con esta cita del periódico ‘El Imparcial’ de principios de siglo XX arranca su último libro el investigador Miguel Alba. ‘SS Heliópolis’ relata cómo en 1907 se produjo la primera emigración de andaluces a Hawaii.

Hasta 1914, seis barcos partieron desde el sur de España con destino a las islas Hawaii. El primero de ellos, el SS Heliópolis, partió de Málaga y los otros cinco de Gibraltar. En total, cerca de 8.000 andaluces emigraron a las islas del Pacífico con la misión de “blanquearlas”.

“Hawaii estaba repleto de chinos y japoneses que, poco a poco, se estaban adueñando del archipiélago”, cuenta Alba. Esto propició que los norteamericanos salieran al sur de Europa en busca de mano de obra blanca –tampoco querían negros- para sus plantaciones de caña de azúcar.

Los andaluces eran los candidatos ideales: eran expertos agricultores que, en 1907, sufrían la miseria y el hambre, precisamente, por la crisis del cultivo de caña de azúcar. El investigador explica que la naviera norteamericana contrató en Inglaterra los servicios del SS Heliópolis para el primero de los trayectos.

“Lo llevaron a los astilleros de Gales y lo modificaron, porque en realidad era un carguero de 10.000 toneladas de tercera, más pensado para transportar ganado”, señala Alba, “instalando literas y alguna mesa en las bodegas que sería donde viajarían los emigrantes”.

Portada del libro su último libro ‘SS Heliópolis’ del investigador su último libro el investigador Miguel Alba

Sueños rotos

El cuartel general de la naviera se ubicó en la calle Cañón de Málaga, junto a la catedral, pero no fue en la capital donde consiguió hacer una recluta de alrededor de 3.800 personas en aquellas primera travesía. “Utilizaban ganchos, al modo de agentes comerciales, que se iban a las pedanías más alejadas, donde era sencillo encontrar más miseria, más hambre, desesperación y analfabetismo para convencer más fácilmente de embarcarse en esta aventura”. Entre las promesas que hacían a los emigrantes figuraba la subvención del viaje a su familia cercana, la posibilidad de obtener la nacionalidad estadounidense a los tres años o la entrega en propiedad de un acre de tierra.

Así emprendieron una dura travesía de 47 días cerca de 4.000 andaluces, padeciendo las penurias de las pulgas, el agua podrida, los mareos por el calor asfixiante al cerrar las escotillas cuando atravesaban el estrecho de Magallanes... “Los días despejados, hacían vida en la cubierta, entreteniéndose cantando flamenco”, cuenta Alba.

Al llegar a Hawaii, los emigrantes andaluces no tardaron en sufrir el incumplimiento de todas aquellas promesas, comenzando por el maltrato de los ‘lunas’, esto es, los capataces portugueses de las plantaciones, y terminando por los precios prohibitivos de los alimentos en el economato que la naviera había puesto a su disposición. En esta coyuntura, algunos españoles no tardaron en marcharse de las islas, poniendo rumbo a California, a ciudades como Sacramento o San Francisco.

La Andalucía americana

Cuando los primeros españoles alcanzaron California, encontraron una tierra muy parecida a su querida Andalucía, explica el investigador, con clima similar, campos de naranjos, viñas, etc. La voz se corrió rápidamente por carta y el trasvase de Hawaii al continente americano no se hizo esperar.A pesar de que la vida allí era mucho mejor que en el archipiélago, los españoles sufrieron discriminación. “En los cines, ponían incluso una cuerda para separarles del resto de los espectadores”, indica el autor del libro. La xenofobia fue tal que ni siquiera los bancos aceptaban el dinero de los españoles.

“Lo metían en lo que ellos llamaban ‘el banco de España’, que no era más que un boquete en el suelo de su casa”, señala Alba. Una auténtica barbaridad que, sin embargo, terminaría beneficiando a estos andaluces. “Llegó la Gran Depresión, la crisis de 1929”, relata el experto, “y los bancos quebraron y la gente perdió sus ahorros; entonces, los únicos que tenían dinero eran los españoles, enterrado en el suelo de sus casas”.

Este guiño del destino permitió que los emigrantes andaluces fueran los únicos con capacidad para comprar tierras, granjas, tiendas, etc. y prosperar en tiempos de crisis. En la actualidad, “son muchos sus descendientes de tercera y cuarta generación que viven en California, conservando nuestra gastronomía española, hablando inglés con un fuerte acento español, convertidos en reconocidos oncólogos o altos directivos de multinacionales de software como Oracle”.

Fueron muy pocos los que volvieron a España, no tanto porque no quisieran sino porque la Guerra Civil terminaría por truncar su sueño de regresar. El segundo barco hacia Hawaii tardaría cuatro años en salir, ya en 1911. Si en la travesía del SS Heliópolis murieron 17 personas, en este nuevo viaje perderían la vida hasta 57 niños, motivo por el cual se llegó a llevar a juicio al capitán del barco en Inglaterra.

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