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Series sobresalientes ignoradas
por los premios

‘Orphan Black’, ‘The Leftovers’, ‘Daredevil’ o ‘Los 100’, por ejemplo. Todas tienen algo en común: componentes de ciencia ficción, fantasía o superheroicos. Eso y que premios como los Emmy y los Globos de Oro no las suelen tener muy en cuenta a la hora de nominar.

Series sobresalientes, pero sin premios.

Advertencia: Este texto contiene spoilers si no se han visto todas las temporadas de las series mencionadas.

MADRID.- A los premios, léase los Emmy y los Globos de Oro, no les gusta la ciencia ficción, ni la fantasía, ni los superhéroes. Es un hecho comprobado. Cada año, los seguidores de este tipo de series ven a sus ficciones predilectas quedarse fuera de la carrera simplemente por el género que les enmarca. Sí, hay excepciones como Juego de tronos, que consigue colarse como la más nominada en los Emmy, pero ¿cuántos le dan en realidad? ¿Una serie de este tipo debe ser mainstream para que la nominen? Pocos y sí.

Esas son las respuestas. En la propia web de los Emmy puede consultarse el recuento: 106 nominaciones por 26 premios para la serie de David Benioff y D. B. Weiss. El gran triunfador de esta serie es, sin duda, Peter Dinklage, nominado todos los años en los Emmy y con dos trofeos en casa junto con el Globo de Oro de 2012.

En la misma línea se movió en su día, no hace tanto, Perdidos. En 2006 ganó el Globo como mejor drama y actores como Michael Emerson (Ben Linus) y Terry O’Quinn (John Locke), con un Emmy cada uno, eran la excepción de un reparto kilométrico pero poco premiado pese a que Naveen Andrews y Henry Ian Cusick también fueron nominados.

Aunque el caso más flagrante quizá sea el de Fringe. Creada por J. J. Abrams, Roberto Orci y Alex Kurzman, sufrió lo suyo para conseguir llegar la quinta temporada y cerrar la historia que tenía que contar. Anna Torv, Joshua Jackson y John Noble formaban el trío protagonista de una serie sobresaliente que ha influido en muchas otras de las que han venido después —sobre todo cuando se trata de viajes entre mundos— y que puede contar sus nominaciones con los dedos de una mano.

Esto, lo de dejar fuera de los premios a series de notable calidad temporada tras temporada, no es algo exclusivo de la ciencia ficción, la fantasía o los superhéroes, es cierto. Ahí está el caso de The Americans, por ejemplo, a la que le ha costado cuatro temporadas entrar en liza.

O Hannibal, que ha dicho adiós sin que se acuerden ni de ella ni de Mads Mikkelsen. Pero no es menos cierto que lo de estos géneros es más habitual. Y muestra de ello son las siguientes series.

‘The Leftovers’

Creada por Damon Lindelof y Tom Perrota (autor de la novela homónima en la que se basa y de la que se distancia casi ya en el primer capítulo), The Leftovers es algo así como un premio a la constancia. La primera temporada estaba falta de ritmo, tenía tramas sin ningún interés y personajes prescindibles. Pero entonces llegó la segunda y el salto de calidad fue mayúsculo. Haber aguantado la primera tanda de episodios encontró premio con la segunda. La acción abandonó Mapleton para mudarse a Miracle y seguir a Kevin (Justin Theroux) y Nora (Carrie Coon) en su nueva vida.

También lavaron la cara a la cabecera con unos nuevos títulos de crédito que se habrían merecido, al menos, la nominación en los Emmy. Ni siquiera eso. La serie de Lindelof (Perdidos) arrancaba después de un evento que dejó al mundo traumatizado. Así, de pronto, y sin saber porqué ni cómo, el 2% de la población mundial desapareció sin dejar rastro. Ese es el componente fantástico. Porque el resto de la serie es muy real. Gira en torno a cómo cada persona afronta la pérdida. Su segunda temporada es simplemente devastadora, superándose en cada capítulo. Quizás se acuerden de ella en un futuro cercano, tras la emisión de su tercera y última temporada.

‘Penny Dreadful’

Esta era la última oportunidad para Vanessa Ives. Su última esperanza para que quienes dan los premios la tuviesen en cuenta a la hora de reconocer el talento desplegado por Eva Green a lo largo de las tres oscuras temporadas que ha durado esta pequeña joya gótica titulada Penny Dreadful. John Logan se propuso juntar en un mismo escenario (Londres) a todos los monstruos de la literatura y convertirles en una suerte de familia de freaks que se aman y odian a partes iguales.

Así los ha definido en múltiples ocasiones el director español Paco Cabezas, encargado de cuatro de los últimos capítulos de una serie que fue de menos a más. El personaje de Vanessa Ives (Eva Green) ejercía de nexo de unión entre todos esos monstruos y criaturas literarias entre los que se encontraban el Hombre Lobo, Frankenstein y su criatura, Drácula, Jekyll y Hyde, Dorian, brujas, vampiros, demonios…. A Green la nominaron a un Globo de Oro este año pero no se lo dieron. En cuanto a los Emmy… Bueno, su música y su maquillaje optaron a premio sin suerte en la edición de 2015.

'Los cien'

Pocas series han arriesgado tanto como Los 100. Nacida al abrigo de una cadena como The CW, dirigida a un público muy específico y emitida en España por Syfy, esta serie de adolescentes y para adolescentes se ha atrevido como pocas a hacer lo que le da la gana. Fue tras su segunda temporada cuando trascendió dejando de ser "una serie para adolescentes". Hay muchos antes y después en esta ficción creada por Jason Rothenberg en la que un grupo de menores son enviados a una Tierra devastada y radiactiva desde una estación espacial donde se refugia lo que queda de la raza humana. Su misión es un poco suicida. Deben comprobar si la Tierra es habitable. Son la avanzadilla y se convierten en los líderes de la gente del cielo. Adolescentes que maduran a golpe de ataque enemigo.

Protagonizada por Eliza Taylor, Bob Morley y Henry Ian Cusick, entre otros muchos, a los guionistas de Los 100 no les tiembla el pulso a la hora de matar a un personaje cuando creen que este no da más de sí o dar un giro de guión que nadie esperaría. El gran salto lo dieron con la muerte de Finn (Thomas McDonell). Después vinieron más. Y no sólo por eliminación de personajes. El cliffhanger de la segunda temporada es de los mejores en mucho tiempo. Los Emmy se acordaron de sus efectos especiales hace un par de años.

‘Daredevil’

El salto de calidad que supuso la primera temporada de la serie de Drew Goddard para el género superheroico no tiene parangón. Luego vino Jessica Jones, pero la primera es Daredevil y suyo es el mérito de haber demostrado que las series de superhéroes no tienen porque ser simplemente un colorido entretenimiento. Es cierto que sus títulos de crédito y sus efectos especiales estuvieron nominados a los Emmy en la edición de 2015. Y también se acordaron de ella en las categorías de sonido y efectos especiales. Poco reconocimiento para lo que ha supuesto. La serie en su conjunto y la actuación de Vincent D’Onofrio como Wilson Fisk deberían haber hecho más ruido.

La segunda temporada no fue tan rompedora ni sorprendente y pecó de ese mal que acucia a veces a los superhéroes, el de sumar villanos como si la cantidad importase más que la calidad. Sin embargo, eso no borra el mérito de su primera temporada. La tercera, por cierto, no llegará hasta 2018. Tras el estrés al que sometieron a Matt Murdock (Charlie Cox) con tantos frentes abiertos este 2016, bien se merece un año sabático para recuperar el aliento.

‘Orphan Black’

Cuatro temporadas se han emitido ya de Orphan Black y Tatiana Maslany sigue sin ser reconocida como se merece —a nivel de premios de relumbrón— por el titánico trabajo que realiza en una serie que ha llegado tarde a España. No ha sido hasta el desembarco de Netflix que el público español ha podido verla, saborearla y maravillarse por la capacidad de la actriz canadiense para interpretar a tantos y tan distintos personajes por episodio. Ella es el alma de la serie. Una serie que gira en torno al afán de un grupo de científicos por jugar con el ADN ajeno ya sea para clonar seres humanos o modificarlos genéticamente en busca del ser humano perfecto. Maslany interpreta a los clones femeninos. Sí, a todos. Y a todos los hace creíbles.

La clave está en verla en versión original, porque con el doblaje se pierden esos matices de acentos y dejes en la voz que hacen que cada clon sea único. Sarah Manning puede hacerse pasar por Rachel y que el espectador las reconozca simplemente por los pequeños matices. La nominación al Globo de Oro en 2014 y las dos consecutivas al Emmy (2015 y 2916) a Maslany no hacen justicia a la serie creada por Graeme Manson y John Fawcett, entre otros muchos.

‘Sense8’

Las hermanas Wachowski son capaces de crear auténticas maravillas y auténticos patinazos. Sense8 pertenece a las primeras. Tras El atlas de las nubes y El destino de Júpiter, que no consiguieron poner de acuerdo a la crítica, Lana y Lilly saltaron al mundo de las series de la mano de Netflix. La propuesta era ambiciosa, con un reparto coral (como les gusta) y una idea original: ocho extraños situados en distintos puntos del globo con una extraña conexión mental y emocional que les permite compartir conocimientos y habilidades.
La premisa resulta interesante desde el principio y va ganando en interés a medida que los capítulos avanzan, se va conociendo a cada uno de los protagonistas, cómo conectan entre sí y la persecución a la que se ven sometidos.

En el reparto, el español Miguel Ángel Silvestre en el papel de Lito, un actor de telenovelas homosexual que vive una doble vida. Los Emmy sólo se han acordado de Sense8 para nominarla en las categorías de tema original y títulos de crédito.

‘The Flash’

Sí, The Flash. Porque su segunda temporada ha sido todo un descubrimiento, un reto y con tantos guiños a Fringe que ha hecho que quienes siguieron la serie de Abrams, Orci y Kurtzman en su momento tengan cierta sensación de déjà vu positivo.

Los guiños no han sido exclusivamente a Fringe, pero lo cierto es que sí han sido los más recurrentes. Principalmente porque en esta segunda tanda de episodios, Barry Allen/The Flash (Grant Gustin) se veía en la tesitura de afrontar junto a su equipo de sidekicks la existencia de mundos paralelos, Tierra 2, 3 y sucesivas, que se cruzan por accidente. De uno de ellos procede el villano de la temporada, Zoom, que si bien se desinfla hacia el final, mantiene bastante bien el tipo durante gran parte de la temporada.

Este año, ver The Flash no era sólo un mero entretenimiento, requería cierto grado de atención para no perderse las explicaciones al más puro estilo Walter Bishop y ha dado mucho de sí en cuanto a paradojas temporales. Los Emmy se fijaron en ella en su pasada edición en la categoría de efectos visuales y ahí acaba su historia con los grandes premios.

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