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Daniel Sharman (‘Fear the Walking Dead’): “No hay nada tan explosivo como la familia”

‘Fear the Walking Dead’ regresa esta noche a AMC tras el parón veraniego con una redistribución en la escala de poder y nuevos desafíos en la convivencia. Daniel Sharman y Rubén Blades, que interpretan a dos de los personajes más violentos de la serie, Troy Otto y Daniel Salazar, estuvieron en Madrid hablando sobre ellos y sobre el giro que ha tomado la ficción en esta tercera temporada.

Ruben Blades, que interpreta a Daniel Salazar

María José Arias

Los fans de Fear the Walking Dead saben la razón por la que Daniel Sharman afirma que “no hay nada tan explosivo como la familia” cuando habla de la serie. Porque de eso, de familias en colisión que luchan por sobrevivir, trata esta producción de AMC que regresa este lunes tras el parón veraniego con la segunda parte de su tercera temporada. Los Otto, los Clark, los Salazar… cada clan tiene su propia idiosincrasia, su propio código ético y sus propios límites de hasta dónde están sus miembros dispuestos a llegar para mantenerse unidos y con vida.

Los Clark y los Salazar son viejos conocidos de quienes siguen Fear the Walking Dead. No tanto los Otto, recién llegados esta temporada y que tienen en su árbol genealógico a Troy, el gran villano de esta tanda de episodios. Daniel Sharman, el actor que lo interpreta, estuvo de paso por Madrid junto a Rubén Blades hablando de su personaje y de las complicadas y en ocasiones disfuncionales familias que pueblan la serie.

“No hay nada tan explosivo como una familia. Nadie te puede cabrear en el mundo tanto como tus hermanos, tus padres o tus hijos porque tienes una historia con ellos. La diferencia ideológica entre Jake y Troy es básicamente sobre cómo sobrevivir. Pero a la vez Troy tiene un amor muy fuerte por su familia. Esta situación le rompe el alma. Deben encontrar la forma de sobrevivir y Troy tiene que superar lo que considera una traición por parte de su hermano, al que quiere y respeta. Al igual que los Clark, la familia Otto también tiene crisis internas y todas ligadas a que hay amor entre ellos”, argumenta.

Troy se ha convertido en solo ocho episodios en el gran villano de Fear the Walking Dead. Un joven al que temer, impredecible, capaz de experimentar con sus congéneres con la burda excusa de averiguar más sobre esos zombis que les rodean y les retan cada día. Sin embargo, bajo esa capa de ser desequilibrado, mezquino y cruel en realidad hay mucho más. “En el fondo creo que es un buen tipo. Siempre le defenderé porque creo que es real. Si tienes en cuenta por todo lo que ha pasado, puedes ver que hay cosas que ha hecho mal, pero no es un sociópata. Todo lo que hace está causado por algo. El truco está en entender a Troy”, explica Sharman.

Daniel Sharman, que interpreta a Troy Otto

Daniel Sharman, que interpreta a Troy Otto

De eso había mucho en la primera parte de la tercera temporada y de eso habrá mucho en la segunda, visto el primer episodio que se emite esta noche. Troy y su compleja relación con Madison (Kim Dickens) se han convertido en uno de los hilos argumentales más extraños e interesantes de la serie. ¿Cómo es posible que busques la complicidad y comprensión de alguien que te ha clavado una cuchara en el ojo? ¿Qué busca Troy en Madison realmente?

Para el actor británico que saltó a la fama como Isaac en Teen Wolf, “él [Troy] es un tío solitario que no tiene mucha experiencia en desarrollar relaciones con la gente. Además, me pareció muy importante introducir ese elemento sexual entre ellos. Hay que entender que él nunca fue al colegio. Así que hay muchas cosas que nosotros damos por sentado –como cuando eres adolescente y te sientes incómodo con una chica o un chico en el instituto– que él no ha vivido. Está confundido y mezclan sentimientos: la atracción sexual con la necesidad de madre. Eso lo que representa es él intentando aprender a tener sentimientos”.

La violencia como lenguaje

Para Troy la violencia es “su lenguaje”. Por eso respeta a “esa persona que le ha clavado una cuchara en el ojo. Porque ha sido más lista que él y le ha conseguido pillar”. Madison siempre ha sido una mujer dura, con las ideas claras y dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar a su familia y mantenerla unida. En esta temporada las cosas han cambiado. Sus reglas han cambiado para ellos. Porque, como recuerda Sharman, los Clark nunca habían hecho antes nada para tener poder. Ahora ellos gobiernan el rancho que antes dirigían los Otto y para ello han sobrepasado un límite crítico. “Han matado gente, que es un sacrificio para ellos. Ya no tienen la superioridad moral de antes. Deberán decidir entre el poder y esa superioridad, porque ambas cosas es imposible”, recuerda.

La violencia es un lenguaje en el que Madison y los suyos, concretamente Nick (Frank Dillane) –que fue quien apretó el gatillo–, acaban de aterrizar y en el que Salazar es un auténtico experto. El personaje de Rubén Blades hizo todo lo imaginable y más en su etapa en El Salvador. Se fue a Estados Unidos huyendo de aquello con la esperanza de iniciar una vida nueva con su mujer y su hija y el apocalipsis zombi tiró por tierra sus planes de reinserción. “Cuando se va a Los Angeles no se convierte en un asesino a sueldo, que pudo perfectamente haber ido por ahí, se convierte en barbero”, explica Blades.

De pronto, cuando “se cae todo, toda la estructura socio-económica-moral-política, resulta que todo lo que él había tratado de dejar atrás es lo más valioso que puede asumir para salvarse y proteger a su familia. Y esa contradicción y ese problema inicial, tener que volver a un pasado que creía haber abandonado, se complica cuando muere su mujer. Cuando muere y no está para protegerla”. La temporada acabó con un Salazar que parece haber realizado el camino inverso a su hija, a la que no encuentra, y a los Clark. Su personaje se encuentra inmerso en una especie de estado místico que no sabe cómo abordar.

“Lo que le está pasando es que se está espiritualizando. La muerte del zombi por el rayo. Ver a Salazar rezando es algo extraordinario. Está buscando en el espíritu el apoyo que le brindaba Griselda. Hay un hueco que está siendo considerado. Se está haciendo preguntas espirituales y no sé qué efectos va a tener sobre él. No entiende qué está pasando”, explica el veterano actor y cantante. Sin embargo, ese giro místico no busca la redención. Al menos así lo ve Blades. “eso sería anticlimático. Yo lo dejaría como está. Salazar en el fondo comprende que las cosas que hizo las hizo porque las circunstancias lo requerían. (…) No creo que Salazar sea un tipo que pueda sentirse redimido totalmente”.

Mientras Sharman defiende el buen fondo de Troy y asegura que se iría de cañas con él entre risas, Blades asegura que Salazar es “un tipo que me daría mucho miedo conocer”. Sobre la tercera temporada, ambos prometen que pasarán muchas cosas, pero sin contar nada. “Hay demasiadas sorpresas que no puedo contar. Cuando veáis cómo se desarrolla comprobaréis que es muy impactante”, dice Sharman.

‘Fear the Walking Dead’ fue antes que Trump

Las comparaciones con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y las decisiones que está tomando durante su mandato son recurrentes. Fear the Walking Dead tampoco se libra de ellas. El paralelismo en algunos temas está presente, no puede negarse, pero Blades insiste en que la serie y sus tramas llegaron antes que el polémico magnate a la presidencia.

Coyunturalmente se puede hacer la comparación porque las circunstancias que todos conocemos del resultado de la elección van en esa dirección. El énfasis en el aspecto migratorio, de la frontera. El hecho de que estamos filmando en México pero con una variante muy importante, que es que son los norteamericanos los que se están metiendo en México huyendo. Por supuesto que te lleva a recordar esto. Pero yo quisiera recordar que este no es un problema que surge con este señor, es un problema que está desde hace mucho tiempo”, analiza el actor.

Un problema, el migratorio, que señala que también se ha visto y se ve en Europa poniendo énfasis en esa especie de “renacimiento de corrientes xenófobas” que en la serie se reflejan en la familia Otto y su relación con los nativos americanos. Pero eso es algo que existía antes de Trump. “No es algo que ocurre [en la serie] porque pasó, si no porque a veces la realidad es más increíble que la ficción. En este caso tienes una realidad que desafía a la ficción”, concluye.

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