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Sant Miquel "Fabrico un folclore imaginario"

Este artista mallorquín propone un collage de canciones hecho con imágenes y cadencias de un mundo que ya no es. Presentará su cancionero este jueves en La Fabra i Coats de Barcelona y el sábado en La Casa Encendida de Madrid.

Sant Miquel purpúreo

Le ocurre de forma súbita. Cuenta Miquel Cañellas (Mallorca, 1995), alma máter de Sant Miquel, que a veces, mientras camina, le vienen a la cabeza “azarosas combinaciones” de palabras. Binomios verbales cuya razón de ser su inventor no termina de comprender. Podría ser tumba/blanca, daga/espalda, cobijo/verde o vaya usted a saber qué. “Me salen de la boca y no puedo más que grabarlas en el teléfono, simplemente lo que me gusta es cómo suenan las palabras, no tanto lo que pueden llegar a decir, de ahí empiezo a construir”.

Y lo que va saliendo es un cancionero mínimo —su duración apenas supera los 10 minutos—, un repertorio sucinto que remite a un paisaje castizo en la forma e imaginario en el fondo. “No es mi intención versionar el folclore de un contexto concreto, de un pueblo determinado, sino que me fabrico un folclore imaginario”. De ese mundo que no existe hecho de versos y sonidos que evocan a nuestra tradición religiosa y a nuestro acervo musical más popular viene Sant Miquel, lo hace sin levantar mucho la voz, pero con una sensualidad que desarma.

“Siempre me han interesado teórica e históricamente algunas manifestaciones religiosas, los rituales y la cuestión humana de lo festivo, pero mi tratamiento va por imágenes; partículas de tiempo que la gente relaciona con algo antiguo y que en mi caso solo tienen una utilidad atmosférica”. En efecto, la tradición es para Cañellas una paleta de colores con la que trabajar; él no homenajea, ni siquiera deconstruye y si me apuran tampoco revisita, lo que hace es un collage con las imágenes y cadencias de un mundo que ya no es.

Tierras ignotas cuya mera semblanza ya nos resulta plácida. La mirada urbanita anhela un paraíso perdido e idealizado que le saque del desquicie cotidiano. Algo de eso hay en Sant Miquel: “Vivimos un mundo muy individualizado, es inevitable que nos emocione un tiempo en el que las personas se diluyen y convierten en masa, como si hubiéramos olvidado que juntos se pueden hacer cosas muy locas como soportar el peso enorme de una imagen engalanada en oro”.

Liturgia y castañuelas. Un binomio posible para Sant Miquel (Snap! Clap! Club, 2017), o quizá no, o quizá solo estemos ante otra aproximación periodística: “Ahora que me estoy enfrentando en las entrevistas a las interpretaciones sobre lo que hago, me topo con explicaciones y preguntas fascinantes… Esto me ha hecho pensar mucho en lo absurdo que puede llegar a ser tratar de interpretar una obra de arte”. Absurdo o no la audiencia lo agradece, Miquel. “Muchas veces son meras elucubraciones, creo que los artistas simplemente hacen cosas, eso es el arte a fin de cuentas, hacer…”.

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