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Entrevista al escritor Roy Galán “El patriarcado vive empalmado porque tiene un público muy fiel que aplaude y vitorea cada uno de sus actos”

El escritor Roy Galán reclama que los hombres cedan sus privilegios, den un paso atrás y dejen de tratar a las mujeres como ciudadanas de segunda.

El escritor Roy Galán

Hay escritores que solo escriben. Después están los que, como Roy Galán, hacen juegos malabares de palabras que se colocan entre el corazón y la conciencia. Su magia al poner negro sobre blanco es tal que lo que transmite y cuenta se toma cual medicina para recuperar o empoderar al ser que es humano que a veces se olvida de serlo.

Él, como los títulos de sus dos últimos libros es Irrepetible, es La ternura y con ambas cualidades reclama que los hombres cedan sus privilegios, den un paso atrás y dejen de tratar a las mujeres como ciudadanas de segunda. 

Proclama la igualdad: "No porque hagamos a las mujeres un favor, sino porque ellas tienen derecho a estar como nosotros.Por eso resulta altamente ofensivo que, a veces, se sienten hombres a debatir sobre los cuerpos o sobre la voluntad de las mujeres. Porque si algo he aprendido de las mujeres es que no pueden (ni deben), ser definidas. Y menos por un hombre. Porque los hombres no podemos decidir qué quieren las mujeres ni qué son las mujeres. Los hombres tenemos que facilitar el espacio y el tiempo necesarios para que las mujeres se conviertan en lo que les dé la absoluta y real gana".

¿El patriarcado está empalmado?

No es que el patriarcado esté empalmado, es que vive empalmado y además muestra su inmensa erección siempre que puede, sin pedir permiso, sin avisar, en cualquier parte, sin contar con nadie. Podríamos decir que el patriarcado es un exhibicionista, sí, que tiene un público muy fiel que aplaude y vitorea cada uno de sus actos. Esto no sería un problema si el patriarcado no se excitara con la desigualdad entre hombres y mujeres, pero es así como lo hace. Por suerte y gracias a todos los movimientos de lucha se está convirtiendo cada vez más al patriarcado en un impotente que, aunque quiera, no puede.

¿El poder y la historia (donde el hombre manda y gana) sigue siendo su Viagra?

Evidentemente el patriarcado necesita de estímulos para subsistir. Uno de ellos es ese pasado que le da la razón continuamente no porque la tenga sino porque nadie se la ha intentado arrebatar nunca. El poder ha estado siempre en manos de los hombres y son los hombres poderosos los que han escrito la historia. De esta manera se ha configurado una realidad en la que las mujeres, simplemente, no han existido, no han tenido relevancia.

Las voces de las mujeres y su sentir han quedado absolutamente silenciadas por lo que el imaginario colectivo (nuestros referentes), tiene una especie de nebulosa en lo que se refiere a la identificación y conocimiento de aquello que tiene que ver con lo femenino. Existen tantas realidades y amores como mentes en el planeta. Y si las mentes de las mujeres no han sido alumbradas entonces históricamente tenemos una carencia absoluta a la que debemos hacer frente. Es casi una cuestión de justicia, de amor propio, de restitución de todo aquello que no ha sido escuchado. El hombre ha dispuesto, y siempre que lo ha hecho ha sido para ganar, por eso los conflictos siempre se han resuelto a través de las guerras. Las guerras son un fracaso estrepitoso de la humanidad, la ausencia absoluta de empatía en los actos, la incapacidad de entendernos. Muy bien, ya sabemos qué ha pasado hasta este momento mientras los hombres han ostentado el poder. Sería interesante (y necesario) que empezáramos a ver qué pasa a medida que las mujeres van recuperando el lugar en el mundo que por derecho les corresponde.

Si las palabras tienen el poder de transformar el mundo, ¿las de «feminismo» o «feminista» tienen que batallar aun en demasía para dejar de asustar y cambiarnos a tod@s?

Si las palabras tienen el poder de transformar el mundo, ¿las de «feminismo» o «feminista» tienen que batallar aun en demasía para dejar de asustar y cambiarnos a tod@s?

La mala fama del término feminismo es algo premeditado, algo que ha buscado el patriarcado para intentar desprestigiar un movimiento que lo que hace es cuestionar los privilegios de los hombres. ¿Por qué no hay gente quejándose de la palabra ecologismo? Porque asumimos con absoluta naturalidad que el ecologismo es un movimiento que defiende el medio ambiente y que el medio ambiente es algo que ha de ser protegido. Sin embargo, si el grupo oprimido que trata de reclamar sus derechos está formado por mujeres entonces sí que podemos ponerle pegas, podemos dudar de la conveniencia o no de su uso, nos puede dar miedo llamarnos a nosotros mismos feministas, no sea que el resto piense que lo que queremos es la supremacía de las mujeres sobre los hombres.

Portada del libro 'Hombres por la Igualdad'

Portada del libro 'Hombres por la Igualdad'

El feminismo es un movimiento que trata de buscar la igualdad real de derechos entre hombres y mujeres. Y es un movimiento que surge porque existe el machismo y porque el machismo lo impregna absolutamente todo. Si no existiera el machismo no haría falta el feminismo, igual que si no existiera la LGTBIfobia no harían faltan los movimientos que luchan por los colectivos LGTBI. Es preocupante que un mensaje tan poco riguroso, tan incierto y falaz, haya calado tanto en la sociedad. "Ni machismo, ni feminismo". Esa frase es un gran logro del patriarcado porque ha hecho creer a la sociedad que el feminismo es lo contrario al machismo. Y el feminismo no es lo contrario al machismo. Lo contrario al machismo es el respeto, es la igualdad y todo aquello que es de justicia. El hecho de que la palabra feminista dé miedo es, no obstante, algo positivo, porque quiere decir que se está incomodando a algo que no está acostumbrado a ser importunado. Y esto es solo el principio.

Tanto pedir permiso y perdón por los siglos de los siglos amén, ha surtido efecto sobre las mujeres…

El patriarcado siempre ha tenido un fiel y útil aliado en la religión Ambos han sido instrumentos de control de las mujeres, de sus deseos y de sus voluntades. Porque la religión ha impregnado a las mujeres a través de la educación. Las mujeres han sido educadas en el decoro, en la sumisión, en la espera, en la discreción y en la consiguiente culpa si no cumplían con todo aquello para lo que, según algunos, han sido creadas.

Por eso las mujeres han creído siempre erróneamente que tenían que pedir permiso para ser y perdón por no ser. Y ahí se encuentra una de las grandes claves para que las mujeres puedan liberarse definitivamente del yugo de esa idea llamada mujer. Porque la mujer, como todo, acontece. Igual que lo hace un río o una mano o una asteroide. Hay algo muy poderoso en ese acontecimiento. Algo que todas han de recordar para no sentir que yerran, que pecan, o que lo hacen mal, porque las mujeres también tienen derecho a errar, a pecar y hacerlo mal, sin ser juzgadas más duramente por ello que los hombres.

El amor romántico ha machacado tanto a la mujer que aún hoy cree que para ser feliz tiene que ser solo a medias.

El mito del amor romántico ha sido especialmente perjudicial para la mujer. No solo porque en él la posición de la mujer está en el sacrificio y la entrega máxima, en la de que cuánto más se da, mejor; en la de entenderlo todo, sino también porque este amor es monógamo, posesivo y celoso, y las mujeres, al ser consideradas y tratadas como cosas, son las que sufren su violencia. La toxicidad del amor romántico tiene su punto culminante en los malos tratos y los feminicidios: mujeres siendo agredidas y asesinadas por hombres por el hecho de ser mujeres. Y esto no es producto de un arrebato o de una locura, no. Esto es consecuencia de una idea temible perfectamente arraigada en el cerebro: la de que el amor duele y la de que las personas nos pertenecen. Y el amor es lo opuesto a esto: el amor es facilitar que la otra persona sea posible.

¿Cómo se puede subir el marcador de los aliados frente a los machistas hasta ganar la partida y lograr una sociedad en igualdad?

Es imprescindible el papel de los aliados feministas puesto que el feminismo, para ser ganador, tiene que ser transversal, tiene que llegar y afectar positivamente a todas las personas y no solo a aquellas que tienen curiosidad, o inquietudes, o que ya se llaman a sí mismas feministas. El marcador de los aliados ha de subirse haciendo entender a los hombres que ser aliado es algo positivo, algo necesario y bueno para el mundo. Hay que conseguir que los aliados que están en esos lugares vetados normalmente a las mujeres vayan creando conciencia feminista. Así, hombres que no ríen las gracias machistas. Hombres que no tienen miedo a expresar sus emociones en público. Hombres que se levantan cuando un amigo habla de forma despectiva de una mujer y dicen que en su presencia no se va a hablar así de nadie. Esto solo se va a conseguir con educación. Y, en concreto, con una educación feminista en todos y cada uno de los ámbitos posibles.

(*) Extracto de la entrevista a Roy Galán en el libro 'Hombres por la Igualdad' (Editorial LoQueNoExiste)

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