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La extraordinaria despedida de Daniel Day-Lewis del mundo del cine

El británico se despide de la interpretación con este soberbio trabajo en la nueva película de Paul Thomas Anderson, ‘El hilo invisible’, una obra maestra elegante y perversa, nominada a seis Oscar (Película, Director, Actor, Actriz Secundaria, Vestuario y Banda Sonora)

Daniel Day-Lewis, la extravagancia del talento.

Puro placer. La ¡extraordinaria! película de Paul Thomas Anderson El hilo invisible es una experiencia chocante, una especie de ejercicio de hedonismo imperfecto. Al regocijo le sigue el coraje y la congoja de saber que no se va a repetir. Esta soberbia película –elegante y perversa- es la despedida de la interpretación de Daniel Day-Lewis, el mejor de su generación y uno de los más grandes de toda la historia del cine.

“Nos hemos quedado sin Lubitsch”, dijo Billy Wilder a William Wyler en el funeral del cineasta alemán. “Peor aún —contestó Wyler—, nos hemos quedado sin las películas de Lubitsch”. Es la sensación de vacío que se repite ahora con Daniel Day-Lewis. Candidato al Oscar a Mejor Actor, el intérprete se va después de una conspiración definitiva con Paul Thomas Anderson, antes se confabularon en Pozos de ambición (2007), con la que ha conseguido más de lo que prometía.

Variación de un romance gótico

En El hilo invisible, nominada a seis Oscar —Película, Director, Actor, Actriz Secundaria (Leslie Manville), Vestuario y Banda Sonora— , Daniel Day-Lewis y Paul Thomas Anderson juegan en otra liga. Exquisita, maliciosa, el virtuosismo que hay en esta obra es casi una extravagancia en el mundo del cine de hoy. Variación de un romance gótico, la película explora la relación de una pareja que encuentra el sentido a su existencia en la alienación.

Con Vicky Krieps y Lesley Manville acompañando a Day-Lewis, la historia está ambientada en el Londres de posguerra, en 1950. El célebre modisto Reynolds Woodcock y su hermana Cyril son los dueños de la Casa Woodcock, la firma que viste a la realeza, a la estrellas, a las ricas herederas… Por la vida de Reynolds pasan muchas mujeres, musas y amantes temporales, hasta que un fin de semana en el campo conoce a una camarera, una emigrante, Alma, que desata un terremoto en su mundo de control perfecto.

Desde Balenciaga

La pareja y la atmósfera de romance gótico (Rebeca de Hitchcock) fueron lo primero. La curiosidad de Thomas Anderson, lo siguiente. Jonny Greenwood (Radiohead), en una ceremonia, alabó el corte del traje del director lanzándole un “ni que fueras Beau Brummell”. Absolutamente ignorante de que el músico se refería al legendario dandi del siglo XIX, se puso a investigar y terminó tropezándose con Balenciaga y ahí el personaje de Reynold Woodcock empezó a coger forma.

Lo que coloca a esta pareja de talentos en otro nivel es su impecable, metódica y entregada manera de trabajar. Un año antes de que hubiese ni siquiera un boceto de guion, director y actor estaban investigando en el mundo de la moda como si la vida les fuera en ello. Day-Lewis aprendió a diseñar, cortar y coser y cerró su entrenamiento haciendo una copia de un complicado modelo de Balenciaga.

Chaqueta de tweed sobre pijama

¿Alguien da más? A finales de los 80, el actor aprendió checo, el idioma de Kundera, para aproximarse más a su personaje en la adaptación al cine de La insoportable levedad del ser, aunque él iba a interpretarlo en inglés. En 1992, cuando llegó al rodaje de El último mohicano, sabía despellejar animales y construir canoas. Cuando hizo Lincoln con Spielberg hasta los mensajes de texto estaban escritos en un inglés propio del siglo XIX…

Con su descomunal talento, su total dedicación y su escrupuloso trabajo, no es extraño que Daniel Day-Lewis sea mejor que el mejor Woodcock imaginado. Soltero empedernido, este hombre elegante que se pone la chaqueta de tweed sobre el pijama, resulta tal vez un poco afectado, pero este actor portentoso sabe dar al amaneramiento del personaje el grado exacto para que resulte natural en el distinguido diseñador. Y Thomas Anderson exprime el atractivo de su actor protagonista. “Daniel es muy atractivo, pero en la película que hicimos juntos (Pozos de ambición), su personaje se ve afeado por su carácter. Fue entonces cuando pensé en escribir para él el papel de un hombre apuesto que viste de forma impecable, le encanta la ropa, se preocupa por su apariencia y le gusta hacer cosas con las manos”.

Complicada conjunción

La maravilla de El hilo invisible, película con la que Day-Lewis vuelve a Inglaterra y primera con la que Paul Thomas Anderson sale de EEUU, es resultado de una conjunción mucho más complicada. Todo en este trabajo está calculado al más mínimo detalle. Cada uno de los trajes que aparecen en pantalla se han creado especialmente para la película, con telas y estilo propio de los cincuenta; el edificio de la Casa Woodcock está copiado de las casas de moda reales de entonces, donde las costureras se ponían —tal y como aparece en la película— guantes blancos para hacer las pruebas con las clientes… La banda sonora que ha hecho Jonny Greenwood es enorme…

Una confluencia de elementos que envuelven el trabajo de este cineasta superdotado, que en esta película va pasando, sin una sola aspereza, de un estilo que recuerda desde el cine británico más clásico al perverso suspense de algunas películas de Hitchcock, asomándose por el camino a los territorios del maltrato psicológico, el chantaje emocional, la dependencia enfermiza… Una obra maestra colmada de distinción y malicia.

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