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Mishima: "Hay una derecha en España que no ha hecho la Transición"

"El idioma es una forma de conectar, quizá una de las más bellas que hay". Al habla David Carabén, músico y líder de la banda catalana Mishima, que actuará este sábado en el Teatro Barceló junto al mallorquín Joan Miquel Oliver.

La banda barcelonesa Mishima.- EFE

Las lágrimas de Iniesta sorprenden a David Carabén, alma máter de la banda catalana Mishima, camino de un bolo en Palafrugell. El músico ultima en la furgo su particular homenaje al astro manchego y tiene a bien leernos unas líneas de lo que ha ido pergeñando: "Es la viva demostración de que el estilo y la elegancia auténtica no son nunca excesivos ni caprichosos, sino producto de una elaborada asimilación de las formas para extraer su máximo rendimiento". Ahí es nada.

Parafraseando el famoso eslogan publicitario; la belleza sin control no sirve de nada. Lo saben bien Carabén y los suyos. Ara i res, su último trabajo discográfico, es un paso más en esa lucha constante por dejar a un lado manierismos diversos y abrazar una cierta sobriedad. "Buscábamos un sonido más parecido a lo que conseguíamos en los directos, que el espectador pueda identificar de dónde procede cada nota". 

"Hasta cuando hablas del pecho de una mujer te estás posicionando políticamente"

Ese afán les condujo a buscar una producción más nítida que la que les proveía el laboratorio sónico comandado por Paco Loco, con quien los barceloneses definieron su particular abanico estilístico. "Con él conseguíamos un cuadro más abstracto y ahora, en cambio, nuestro sonido es mucho más figurativo". Una huida de la confusión que, por motivos distintos, Carabén ha plasmado también en las letras: "Creo que ahora son más narrativas que en trabajos anteriores y esto tiene que ver —intuyo— con el hecho de que me propusieran hacer una recopilación de algunas de mis letras para publicarlas en formato libro; esto me ha obligado a un ejercicio de autoconsciencia de lo que escribo". 

Sea como fuere, y más allá de virajes estilísticos, Carabén es de los que priorizan las ganas de comunicar por encima de la utilización de una u otra imagen, o de uno u otro idioma. "Hay quien dice que nos autolimitamos al cantar en catalán pero yo creo que es al contrario, el idioma es una forma de conectar, quizá una de las más bellas que hay. Si hacemos música en catalán no es por una reivindicación política, sino porque somos catalanes".

Una matización, esta última, que les ha valido en más de una ocasión jugar en tierra de nadie. En tiempos de máxima polarización, la posibilidad de convertirse en "una banda apolítica", o de representar a unos perfectos "horteras que cantan en catalán" depende del lado del tablero desde el que se muevan las fichas. Sobra decir que los Mishima se bajan de esta disyuntiva. "Toda obra de arte, toda forma de expresión es política por naturaleza —se enciende Carabén—, la idea del bien y el mal, la idea de lo verdadero y lo falso... Hasta cuando hablas del pecho de una mujer te estás posicionando políticamente". 

Y pese a que el barcelonés prefiere mantener sus tonadas al margen de lo político —"me cuesta mucho escribir canciones que aspiren a intervenir en la actualidad política"— no duda en impugnar la deriva inquisitorial que vivimos: "Lo que ha sucedido con 'La Manada' o con los implicados en el caso de Altsasu evidencia que hay un poder judicial y una derecha en España que no han hecho la Transición".

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