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PRIMAVERA SOUND El 'indie' más reivindicativo lo cantan ellas

La búsqueda de la identidad de la música alternativa es un ejercicio contínuo pero en la foto fija del Primavera Sound de 2018, Björk, Haim o Ibeyi representaron su faceta más reivinficativa

Primavera Sound, 2018 / Lorenzo Lasagna

Indie es todo, o nada lo es, según a quién se pregunte. El Primavera Sound solía ser equivalente a indie. Y ahora, en esta edición, además de las facetas alternativas de pop, rock, punk o electrónica, nos encontramos hasta con rap o trap. En este movimiento del festival por expandir su identidad, se arriesga a difuminarla, sí. Pero después de 18 ediciones, el Primavera está por encima de los géneros musicales, las etiquetas, y hasta las opinionespasajeras. De todos modos, el indie tiene más de cultura suburbana que de género musical. El indie, dicen, es una forma de mirar (la música): qué está pasando, qué está a punto de pasar.

Y ahora lo que está pasando son ellas. El indie de hoy es reivindicativo y femenino. El indie de mañana puede ser del todo distinto, pero en el Primavera Sound de 2018, Björk, Lorde, Haim o Ibeyi fueron las que tomaron las riendas. Así, nos enseñaron que si no encontramos un lugar en el que resguardarnos, lo podemos inventar; que tenemos derecho a desmelenarnos, a hacer lo que nos de la gana y hasta a dejar de ser tan alternativos por un rato. Y el público, mayoritariamente femenino también (alrededor del 53%, según la organización) se deleitó con un espectáculo para los sentidos en un espacio seguro donde el jolgorio no excusa el incivismo, menos las agresiones o intimidaciones por el mero hecho de ser mujer y despreocuparte de esa condición.

Björk: gran angular para un universo paralelo

A Björk le fue concedido el más grande de los escenarios y lo desbordó. Su Utopia no cabía. Como iba a limitarla a una tarima, por muy ancha y muy alta que fuera. No cabían sus pájaros, ni su bosque, ni las cascadas, ni las flores. Arisen my senses, el despertar de los sentidos. Así comenzó Björk, haciendo que todos sintieran antes de ver. Las pantallas gigantes, más grandes incluso que el escenario, no ofrecían el primer plano de la artista que los espectadores más alejados podrían esperar. Tampoco si lo hubieran ofrecido, hubieran apreciado el rostro de la artista, oculto tras una máscara de hojas y pétalos ininteligibles.

Björk en el mayor de los escenarios, del Primavera Sound / Lorenzo Lasagna

Björk en el mayor de los escenarios, del Primavera Sound / Lorenzo Lasagna

No hay espacio para los convencionalismos en Utopia. Nada es como esperas pero todo fluye. Incluido el paraespectáculo. No hubo cámaras que le sacaran planos cercanos desde el foso de los fotógrafos. Pero es que eso no era lo más importante. Ella brilla en el gran angular. Y las pantallas para qué sirven. Son sus alas, son una cascada, son el pétalo que se marchita y luego florece, o al revés. Como en un acto compasivo con el público que se quedó más lejos en la gran explanada (muy, muy lejos, en la gran, gran explanada central del Fórum), para ellos, desplegó su universo, para que también pudieran mecerse a su son. Un son que no entiendes, pero que enseguida forma parte de ti.

A menudo a los artistas se les juzga como poco generosos por no tocar sus temas iniciales, los que todo el mundo sabe corear. No es el caso de Björk. No porque tocara sus imprescindibles (no lo hizo), sino porque consiguió convencer a todos de que no tenía sentido salir de la Utopia una vez dentro. Porque igual que en Blissing me (Bendíceme) ella se da cuenta de que no se ha enamorado de él sino del propio amor, el espectador se da cuenta de que esto ya no va de Bjork, sino de uno mismo. Del lugar incómodo o reconfortante al que va bandeando a merced de la oscuridad o la claridad que emerge de Bjork, pero que la trasciende.

Chvrches: la concesión mainstream del día

La concesión mainstream (comercial, normal) del día para los que vienen a ver grupos nórdicos, las entradas de cuyos conciertos por separado no sumarían lo que vale el abono del festival, pero a quienes no tienen otra forma de ver. El placer culpable de los puritanos, de los indies que no se llaman indies y que llevan la pulsera del Primavera desde que se quitaron la de la incubadora de recién nacidos. Eso fue Chvrches el viernes; Haim, el sábado. Con desenlaces opuestos, eso sí.

Actuación de Chvrches en Primavera Sound / Lorenzo Lasagna

Actuación de Chvrches en Primavera Sound / Lorenzo Lasagna

Autodefinidos como synth-pop (pop sintetizado, mezcla de música disco, pop y new wave), los miembros de Chvrches acababan de nacer en Escocia cuando el estilo musical que luego adoptarían surgía en la vecina Inglaterra. Integrada por Iain Cook, Martin Doherty y la vocalista, Lauren Mayberry, están entre los 30 y los 40 años pero conservan ese aire de eternos adolescentes. Lauren, flanqueada por los dos hombres, canta en el único registro en el que se siente cómoda, uno muy agudo. Tiene un pase de baile, eso sí, bien entrenado, por el que airea los brazos como un avión y gira en círculos. Demasiado infantil para ser admirado, demasiado inocente para ser criticado, y en cierto modo hasta pegadizo (si no fuera porque lo imposibilita el limitado espacio entre los otros espectadores a lado y lado).

De Chvrches no se puede decir que sean trasgresores, ni siquiera que hagan algo atrevido, pero su interpretación del estilo es acertada. De Chvrches se puede decir que es divertido, que no es poco. A pesar del a menudo ausente optimismo en sus letras, convierten las canciones en un auténtico festival. ¿Y a eso es a lo que hemos venido a jugar, no?

Haim: Rock para desmelenarse

Pero Haim, eso es otra historia. Haim es el apellido de las tres hermanas, Este, Danielle y Alana, de entre 32 a 26 años. No acaban de llegar a esto de la música, y no son estúpidas. A primera vista – primera escucha – es fácil tacharlas de mainstream, demasiado comerciales, demasiado normales. Sus canciones tienen estribillos pegadizos, sí, pero eso, lejos de desacreditarlas, da más valía a un trabajo concienzudo. Sus letras son un ejercicio de síntesis, desde su Don't Save Me (No me salves), que las hizo internacionales en 2012, y que regalaron a una público con ganas de entonar lemas; hasta su Want you back (Te quiero de vuelta), de quien decide exactamente el momento en que las cosas van a pasar.

Haim en Primavera Sound / Lorenzo Lasagna

Haim en Primavera Sound / Lorenzo Lasagna

Haim es para desmelenarse. Lo hacen ellas, lo hacemos todos como efecto espejo. Vendrán del country, del R&B, pero hoy son rockeras despeinadas, que hacen gañotas, sacan la lengua y le dicen a su ex que se joda. Literalmente. Con uno de los temas más lentos de su nuevo álbum, Right Now, con un te-fuiste-ahora-no-vuelvas como leitmotiv, que rematan con un "Somehow it's so clear now, What's that sound? That's you fading away – que cambiaron por “you fucking away” (De alguna manera todo está claro ahora, Qué es ese sonido, Eres tú despareciendo / jodiéndote). “Esta canción la dedicamos a ese gilipollas que sigue en tu vida y que has de echar de una vez”, interrumpió Danielle antes de volver a la carga. El Primavera es el tipo de festival en que se pueden decir estas cosas, bromearon. Se puede, aunque que lo hagan sigue teniendo ese punto de inesperado. Por eso Haim lo parte.

Ibeyi: resurgir de las cenizas

Ash (ceniza) es a Ibeyi lo que Utopia era a Björk. Es la creación post-Trump que culminó en pleno #MeToo. Las hermanas Díaz, Lisa-Kaindé y Naomi, de ascendencia mitad afrofrancesa y mitad cubana, estaban felices de poder hablar a Barcelona en su español natal, un idioma que también toma más presencia en este álbum, donde antes predominaban más inglés, francés y yoruba, la lengua criolla de sus orígenes.

En su actuación contaron con colaboraciones dispares, desde el cameo de Mala Rodríguez en el escenario, que sacó a todos a bailar con “Me voy”, hasta a la colaboración de Michelle Obama, que no subió al escenario pero cuya voz sonaba cada vez que Ibeyi le daba a esa tecla del teclado. Repetía una frase extraída de su discurso: “La medida de cualquier sociedad es cómo trata a sus mujeres y chicas”, durante su tema No man is big enough for my arms” (No hay hombre suficientemente grande para mis brazos), que tradujeron ellas mismas como un acto de amor como reacción al odio.

Pero Ash no es un disco (solo) feminista. Es un disco de revolverse, en el que las hermanas Díaz dan un paso más allá de la naturalidad envolvente de su debut. Y se revuelven contra todo de golpe. Deathless es un tema que escribió Lisa-Kaindé a partir de un episodio de discriminación racial. Un policía parisino la interrogó en la calle sobre si llevaba drogas encima, o si fumaba o bebía. El agente no creyó sus negativas, le agarró la mochila y vertió su contenido en el suelo. Al encontrar el libro Guerra y Paz y un disco de Chopin, el agente se marchó sin mediar palabra.

Primavera Sound, 2018 / Lorenzo Lasagna

Primavera Sound, 2018 / Lorenzo Lasagna

Pero en el Primavera, Deathless se lo dedicaron a Barcelona. Por todo lo que ha resistido. Y que cada cual lo interpretara a su manera. En cualquier caso, la mayor parte del público no comprendía el español en el que las hermanas Díaz hablaban. Era uno de esos escenarios pequeños con el mar a pocos metros, a los que se espera que solo acudan los iniciados, pero los de atrás temían caer al mar si saltaban demasiado. El efecto Ibeyi crece.

Ellas son indie

¿Era Patti Smith en 2015 indie? Desde luego no lo era en los ochenta. Solo una rockera, una de las grandes. Hay cosas que no cambian, no importa con qué papel se envuelva. Es Amaia de Operación Triunfo indie? No tiene canciones propias, así que supongo que puede ser cualquier cosa aún. Ambas actuaron en el Primavera, y el halo místico alrededor del festival persiste.

Ellas, Björk, Chvrches, Haim, Ibeyi son indie hoy. También – sobre todo – Lorde, que es el colofón de este sábado a casi una semana de festival. El indie de mañana podrá ser distinto. Pero el que cantamos y bailamos, el que nos hizo entrecerrar los ojos en la intimidad de la multitud, el que nos hizo desmelenarnos en el anonimato de la noche del Primavera de 2018, es ese. Ellas tuvieron mucho que ver.

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