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Entrevista a Marcelo Martinessi "La sociedad no está preparada para el deseo sexual de las mujeres de 60"

El cineasta deslumbró en Berlín con su ópera prima, ‘Las herederas’, historia de una pareja de mujeres lesbianas de sesenta años que sirve de alegoría a la realidad de Paraguay. Es un canto a la responsabilidad individual y social, a la libertad, al feminismo y a la vida sin encierros.

Margarita Irún, en una escena de la película

Esto será lo que hará el cine “cuando nos acostumbremos a ver en la pantalla a mujeres lesbianas”. Fue el certero comentario de un crítico en el Festival de Berlín, donde la ópera prima de Marcelo Martinessi, Las herederas, deslumbró por su humanidad, por la militancia silenciosa y aparentemente inexistente que encierra, por el canto a la libertad, al feminismo, a la vida sin prejuicios de clase, sin encierros físicos ni emocionales, por la reivindicación del deseo sexual femenino a los sesenta, por la alegoría que contiene sobre Paraguay y Latinoamérica…

La Berlinale se rindió a la película y le otorgó el Premio Especial del Jurado, el de Mejor Actriz (Ana Brun) y el FIPRESCI de la crítica internacional. Sorprendió también en San Sebastián (sección Perlas) por el talento y su singularidad y en los Premios Iberoamericanos del Cine, los Fénix, se la recompensó con los galardones a Mejor Ópera Prima y Mejor Dirección.

Todo ello para una historia de una familia normal, una pareja de la alta sociedad paraguaya, que ha vivido de su patrimonio cómodamente y que sufre una profunda crisis cuando el dinero empieza a escasear. Ellas son Chela y Chiquita y los problemas han llegado cuando ya han cumplido sesenta años. Chiquita va a la cárcel por no poder pagar sus deudas y Chela se lanza a trabajar por primera vez en su vida, ofrece servicio de chófer a mujeres mayores acomodadas. Las herederas es una llamada a la responsabilidad individual y social, la que quiebra las relaciones de protección-opresión y crea vínculos sin víctimas.

Es una obra de Marcelo Martinessi, un cineasta que “como la mayoría de gente que hace cine en América latina” viene de la clase privilegiada, a la que detesta por “apoyar el golpe de Estado para mantener sus privilegios”, y que escribió el guion tras crear y dirigir la televisión pública de Paraguay en el periodo gobernado por el único presidente progresista del país en 70 años.

Ha causado mucho asombro el grado de empatía con las mujeres que consigue en la película.

Me crie con mi madre, con primas, vecinas… mujeres. Para mí era mucho más seguro hacer una película de mujeres que de hombres. Paraguay es un país en el que se nos cría para estar seguros y sobre esto a las únicas que se puede preguntar es a las mujeres. A mí me gusta trabajar con el ser humano, siempre tenemos todos algo en común. Y he tenido la inmensa suerte de contar con unas actrices (Ana Brun y Margarita Irún son las protagonistas) que se han entregado de lleno a la película.

¿No pensó en lo arriesgado de la propuesta para ser una primera película?

Después de hacer unos cuantos cortos militantes, me pregunté qué historia quería contar para el largometraje y entonces pensé que a estas mujeres las veía solo la gente que pensaba como yo. Quería hacer una película que no juzgara, que no hiciera caricatura, solo quería hacer un retrato libre del mundo en el que me crie.

Pues se ha metido de cabeza en una cuestión de género ¿no?

Ya y a lo que tenía miedo era justo a meterme en una cuestión de género, un tema tan delicado hoy. Las parejas generalmente juegan en una relación de protección-opresión en la que siempre hay víctimas. Pero estas mujeres son dos luchadoras.

Ha dicho alguna vez que no tenía intención militante, sin embargo, la película lo es.

Creo que la película es poco obvia en su militancia, de hecho creo que en ese sentido funciona precisamente por ello. Se hace más evidente y más fuerte lo que no ves. Estas dos mujeres están juntas hace mucho tiempo, me parecía importante tratar a dos mujeres como una familia normal sin dar explicaciones.

Dado el estado de la mujer en el mundo hoy ¿no era eso demasiado avanzado?

Sí. En Berlín dijeron que era una película post política, que será lo que hará el cine cuando nos acostumbremos a ver en la pantalla a mujeres lesbianas.

¿Cómo ha sido la recepción en Paraguay?

La película generó un debate y también un rechazo en los sectores religiosos. Para mí, que se empezara a hablar ya era muy importante. La película habla de una pareja en crisis, por eso me ha sorprendido que el debate esté centrado en la orientación sexual de los personajes. La sociedad no está preparada para que dos mujeres de sesenta años tengan deseo y mucho menos para que deseen a mujeres más jóvenes.

¿La reacción conservadora fue muy agresiva?

No demasiado, aunque hubo conservadores que se salieron de la sala para no estar con mujeres lesbianas. En Paragua hay un nivel de ignorancia medieval. Y no quiero ofender al medievo. Por otro lado, la película ha tenido un apoyo gigantesco de la prensa y el sector progresista.

¿Qué cree que les ha molestado más?

A los conservadores les molesta el amor. Si hubiera retratado a estas mujeres como caricaturas travestidas, se hubieran reído. Hubiera sido cómodo para ellos. Pero dos mujeres a las que se trata como lo que son, seres humanos, para ellos es muy ofensivo.

¿La sociedad paraguaya vive hoy con tantos prejuicios?

En Paraguay hay toda una historia del país con los dictadores. La clase alta ha estado con ellos para no perder sus privilegios. Con el derrocamiento de Alfredo Stroessner no cayó también el sistema, se quedó en la piel de todos: yo te protejo, pero también te controlo. Eso es lo más enfermizo de mi sociedad.

Ana Brun y Ana Ivanova, en 'Las herederas'

Ana Brun y Ana Ivanova, en 'Las herederas'

¿Se refiere a seguir cargando con esa herencia?

Me refiero a la incapacidad de Paraguay. Cuando se fue el dictador, descubrimos nuestra incapacidad para manejarnos. Eso es lo que le pasa un poco a Chela. La película tendría que terminar cuando vende el auto, sería muy alegórico. Pero ¿por qué? Si yo vivo aquí y no me siento parte de esa prisión.

¿Se aprecia algún cambio en la sociedad paraguaya?

Tras los gobiernos progresistas, con los que sí hubo una enorme responsabilidad, vivimos la frustración de 2012 (caída del presidente Fernando Lugo). A mí me dolió muchísimo ese golpe de estado y la alianza de la clase a la que pertenezco con la ultraderecha.

Dice que no se siente parte de “esa prisión”. ¿De ahí, la cárcel física de Chiquita y la emocional de Chela?

En la cárcel a la que va Chiquita pasan cosas lindas y algunas de esas mujeres son más libres que las que viven fuera. Quería que eso se reflejara también.

Entonces ¿se puede entender la película como una historia de encierro y liberación?

Sí, es una película de encierros. Es la historia de una mujer encerrada en su casa, en su clase social, en su relación sentimental… Esta mujer está encerrada en un mundo de apariencias. Ahí también hay una relación de protección-opresión, pero es una relación de clase. La película siempre está con ella, quería saber qué tipo de relación tenía con el resto de las personas. Las cosas más duras a veces nos pasan así, sin exagerar las emociones.

Esta mujer y su situación, dentro de una casa enorme… ¿es una metáfora de Paraguay?

Sí, es la metáfora del encierro. En Paraguay construimos muros sin darnos cuenta, son formas de etiquetarnos y separarnos del resto. La gran pregunta es cómo hacer para conseguir ser libre en una sociedad que te empuja a construir constantemente cárceles. Yo miro al mundo desde Paraguay, es imposible que lo haga desde otro lugar. Y siempre me he preguntado desesperadamente ¿este lugar qué es? ¿Cómo construir una identidad en un lugar así, en el que se han vivido unas 20 guerras civiles?

¿Ha encontrado alguna respuesta?

No. Seguimos con una presencia grande de la iglesia católica, pero por inercia. Hay una clase dominante y otra explotada, y todo gracias a la iglesia que con su caridad nos anestesia. Mandan los obispos aunque es un país supuestamente laico. Es, otra vez, una especie de situación carcelaria interna.

En su película las mujeres más jóvenes parecen más libres, ¿es así en la realidad?

Las mujeres más jóvenes son más libres, tienen menos problemas con muchas cosas y hablan con libertad. La realidad es que nosotros, los paraguayos de mi clase social, no decimos lo que pasa, no decimos ni te quiero ni te odio. Estamos al baño maría todo el tiempo y eso es peligroso. Por eso, Chela sufre mucho más que Chiquita.

¿Por qué esta historia está narrada desde la mirada solo de mujeres?

Porque cuando he estado en casas de mujeres lesbianas, de parejas, me he quedado siempre impresionado por la cantidad de mujeres que hay siempre alrededor. Es un mundo muy femenino y muy interesante. Y debo decir que esta es una película honesta, no hay en ella ninguna escena en la que yo no crea. Si en una película hay algo raro, ya no hay honestidad. Me interesa más que sea una película orgánica o como lo quieras llamar.

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