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La tragedia de Peterloo Mike Leigh: "Es una tragedia el desdén y cinismo con el que se mira hoy a la cultura y la educación"

El cineasta recupera en 'La tragedia de Peterloo' uno de los enfrentamientos políticos más sangrientos de la historia británica, nacimiento del movimiento obrero y de la democracia, con el que revela el desprecio de la sociedad de hoy a las conquistas política conseguidas.

Una escena del comienzo de la película

BEGOÑA PIÑA

Imponente. Mike Leigh, uno de los mejores cineastas del mundo, ha recuperado uno de los capítulos cruciales del nacimiento del movimiento obrero en Gran Bretaña y con ello ha revelado la realidad política de este siglo XXI necio e inculto. La tragedia de Peterloo es cine y es política –o cine político- en estado puro.

Autor de las magníficas Secretos y mentiras (Palma de Oro en Cannes), El secreto de Vera Drake (León de Oro de Venecia), Mr. TurnerLeigh demuestra aquí cuánto tiene la historia que contar en la actualidad. Muy oportuna, su película narra la lucha de los obreros de principios del siglo XIX para exigir reformas políticas y sufragio universal –solo el 2% de la población tenía ese derecho entonces-. Un relato que nace en un mundo de desencanto, indiferencia e irresponsabilidad, con elevados niveles de abstención que propician la expansión de movimientos radicales de la derecha.

"No podía imaginar que en cinco años el mundo se iba a volver loco", dice el cineasta refiriéndose a la victoria de Trump, al brexit, a la presencia de Vox en España… "Todo esto era impensable cuando empezamos a trabajar en la película", la historia de la masacre de Peterloo del 16 de agosto de 1819 en la plaza de St. Peter’s Field, en Manchester, donde la caballería atacó a las más de 60.000 personas que se manifestaban pacíficamente. Los soldados mataron a 18 personas y hubo cientos de heridos en una jornada donde el pueblo se había reunido para escuchar un mitin de Henry Hunt. Es el enfrentamiento político más sangriento en toda la historia británica.

¿Cómo resuena la masacre de Peterloo en la actualidad?

Resuena diferente a como lo pensaba al empezar la película. No podía imaginar que en cinco años el mundo se iba a volver loco. Han ocurrido tantas cosas en tantos lugares...Era impensable. Trump, el brexit, Vox… Era impensable en 2014 cuando empezamos con esta película que habla de la democracia y plantea preguntas muy serias sobre este sistema de gobierno. Hay que reexaminar el concepto de democracia.

Aquellos obreros de 1819 ¿qué pensarían de la sociedad de hoy?

Ahora que la población adulta tiene el derecho a voto, muchos no ejercen ese derecho, y esto a los manifestantes de la masacre de Peterloo les escandalizaría y asombraría. Es una tragedia que las personas hoy tienen el voto y no votan. Tienen educación y no la respetan.

Aquellas eran personas sin educación que, sin embargo, tenían una gran cultura...

Si. Ahora también se quedarían atónitos por el desdén y el cinismo con el que se mira a la cultura y a la educación, otra tragedia. Eran trabajadores que no habían estudiado, pero querían saber y aprendieron por su cuenta. Hablaban muy bien, tanto que mencionaban a los clásicos.

La masacre de Peterloo no es conocida en España, ¿en el Reino Unido es diferente?

No. Nadie sabe nada de ello y es extraño porque es parte de nuestra cultura y nuestra memoria. Del equipo de la película, mucha gente de la zona de Manchester no sabía nada. La pregunta, claro, es ¿por qué la escuela inglesa no enseña esto? Yo crecí a 15 minutos en autobús del lugar donde ocurrió, pero no lo aprendí en la escuela, no está en los libros, aunque sí en la memoria de las personas interesadas en el nacimiento del Partido Laborista, la democracia y el sufragio universal. Todo el mundo sabe que Enrique VIII tuvo seis esposas, sin embargo este movimiento de los trabajadores no era muy conocido en Reino Unido. Ahora sí se conoce un poco porque el próximo agosto se cumplirá el 200 aniversario.

La carga del ejército contra los manifestantes

La carga del ejército contra los manifestantes

Entre los personajes de su película están los periodistas, ¿qué labor hicieron entonces?

Los periodistas cubrieron los hechos con mucho realismo, incluso el conservador The Times publicó la noticia con precisión. Entonces no competían los medios, los periodistas escribían lo que pasaba y luego el pueblo leía los periódicos en las tabernas, en grupos.

Ken Loach dice que la derecha crece porque se ha hecho con los medios de comunicación y que esa es ahora la batalla de la izquierda. ¿Usted qué cree?

Ken tiene razón, Ken siempre tiene razón. La prensa es hoy parte de una jungla de ideas y, por supuesto, la pregunta que hay que hacerse estos días es la de quién es el dueño de los periódicos.

Una vez más, además del poder de la comunidad, usted pone el acento en el poder y la humanidad del individuo.

Siempre veo al ciudadano, a la persona, no a una masa anónima. Cuando cuento una historia, un acontecimiento histórico, lo plasmo a través del individuo. Se han visto y se verán muchas batallas en el cine, y lo que yo he hecho es mostrar la perspectiva de un soldado sobre Waterloo y Peterloo, ese soldado que es el que nos va a meter en la historia.

Es usted un resistente, ha tenido el control creativo de todos sus trabajos. ¿Cómo lo consigue?

El control sin intromisiones. Soy consciente de la suerte que tengo, siempre he tenido total libertad, pero es que mi regla de oro es que, ante cualquier interferencia, me voy. Y más de una vez lo he hecho. Una vez mi productor me dijo que la única condición que le habían puesto para financiar el proyecto era contar con un gran actor norteamericano en el reparto. Pero ¿quién quiere ver a una estrella estadounidense en un filme de Mike Leigh?

El rodaje de la masacre es magnífico y parece que hay una declaración ética en él, ¿cómo lo hizo?

Lo planeamos meticulosamente, aunque no como se suele hacer, dejamos que ocurrieran cosas de forma orgánica. Dejamos de lado todos los clichés del cine. No hicimos tomas aéreas, no queríamos ver a la gente como insectos, sino como personas. Todo se rodó a la altura de lo que estaba ocurriendo, y todos son actores, no hay extras. Una cosa importante es que tuvimos a una historiadora que tuvo tiempo de explicar a cada uno lo que tenía que hacer y les explicaba el momento histórico. Nada que ver con los extras de las superproducciones que son como sacos de patatas.

Y prescinde de la música…

Tomamos la decisión de no incluir música una vez que empezara la masacre. No queríamos que la música forzara la emoción. Sí se escucha God Save the King cuando aparece Henry Hunt, pero porque sonó realmente. Y lo hicimos con instrumentos de época.

¿Esa intención de realismo está también en el retrato del príncipe regente? porque parece un poco caricaturizado.

Mucha gente me dice que le presento como una especie de clown, pero es que se maquillaba así, estaba muy gordo… pero sí, usamos referencias de caricaturas populares de ese tiempo, de dos dibujantes de la época, Gillray y Rowlandson.

¿Ahí se encuentra usted, entonces, con la tendencia de Buñuel de detectar lo grotesco que existe en la realidad?

Claro, es que hay gente que es especialmente grotesca. En las escenas del príncipe regente se puede ver el espacio decadente, exótico, de egoísmo. Frente al mundo terrible de los obreros, ese pabellón real. Quizá sí nos tomamos esa licencia, pero era necesaria para la película.

¿Ha podido mantener su método de improvisación con los actores?

Ellos se documentan e investigan conmigo, improvisamos mucho antes de rodar para así crear un grupo. No voy con un guion cerrado, lo construimos entre todos en los ensayos.

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