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La carga 'La carga'. El crimen enterrado de Serbia

El cineasta transmite el terror cotidiano de la guerra con 'La carga', un thriller político ambientado en Serbia en 1999, cuando se desató la barbarie en Kosovo tras los bombardeos de la OTAN. Premio Amnistía Internacional del 17 Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián.

El actor Leon Lucev, en 'La carga'

BEGOÑA PIÑA

Crimen de guerra. La OTAN en su modo más obsceno, con el argumento de "intervención humanitaria", bombardeó Serbia en 1999 y desató la barbarie y el horror. Murieron 5.700 civiles, además de 462 soldados, 114 policías especiales y tres periodistas. En los días posteriores al bombardeo, las fuerzas gubernamentales serbias, la policía y también parte de la población civil se entregaron a una carnicería sin control en Kosovo en muchos casos por mezquinos intereses personales. "Incluso hoy, casi nadie cree que esto haya sucedido realmente. Y mucha gente no ha oído hablar de ello hasta el día de hoy".

Ognjen Glavonić tenía entonces catorce años y todavía siente que los bombardeos después de una semana se convirtieron en la realidad cotidiana de la zona. Ahora, después de hacer la película documental Depth Two, para la que hizo una profunda investigación, y tras ocho años de trabajo posterior, estrena La carga, un thriller político desde el que consigue transmitir la forma en que se siente la guerra y cómo se advierte el constante peligro en cualquier lugar.

Rebrote del fanatismo nacionalista 

Premio Amnistía Internacional del 17 Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, la película, que se estrenó en la Quincena de Realizadores de Cannes, es el debut en el largometraje de ficción de Glavonić. La proyección en el certamen francés desató una campaña contra el director y el productor del filme Stefan Ivancic orquestada por sus propios compañeros cineastas. Les acusaron de espías, de traición y llegaron a llamarles terroristas. El fanatismo nacionalista rebrotó.

La carga, protagonizada por el actor croata Leon Lucev en una interpretación soberbia, cuenta la historia de Vlada, un hombre que trabaja como conductor de un camión durante el bombardeo de 1999. Su último encargo consiste en transportar una misteriosa carga desde Kosovo hasta Belgrado, a través de un territorio desconocido para él, inhóspito y peligroso, en un país devastado por la guerra.

Con la cámara casi siempre dentro de la cabina del camión, la película transcurre al lado de este hombre, compartiendo sus pensamientos y emociones y la preocupación por esa oscura carga que transporta. Durante el recorrido tiene pequeños encuentros con los que Ognjen Glavonić muestra cómo era su país en ese momento.

Una secuencia de la película.

Una secuencia de la película.

Envenenados de miedo

Un territorio que vivía un desasosiego incesante. Una inquietud que recuerda por su naturaleza a la que provocaba El salario del miedo. Si Henri-George Clouzot conseguía que el espectador se contagiara de la inminencia del desastre al sufrir con los personajes el traslado de nitroglicerina por la jungla, en La carga Glavonić logra envenenar de miedo toda su historia. Y es el miedo día a día de la guerra.

El cineasta, que ha explicado que su intención es que el público no sepa en qué consiste la carga que lleva Vlada en el camión –"algunos creen que está transportando armas, otros que anda relacionado con algún negocio turbio"-, asegura que su película es una historia sobre lo que una generación deja a la otra.

La lucha antifascista

Monumentos dedicados a las víctimas de la II Guerra Mundial incorporan en la película la historia de la generación anterior a la del director y revela qué fue lo que ellos heredaron, para a partir de ahí contar lo que dejaron a la generación de hoy. "La generación de mis padres se crió en las historias sobre la lucha antifascista, por lo que necesitaba estas referencias: las postales, fotos antiguas y monumentos de la revolución" –escribe Ognjen Glavonić en sus notas de dirección-.

"Mi generación heredó las historias de las que nuestros padres no querían hablar", aseguró el director

Le recuerdan a Vlada su infancia, la antigua Yugoslavia y su padre. "Por otro lado, mi generación heredó las historias de las que nuestros padres no querían hablar, historias que nunca se contaron. Sobre los puentes que quemaron, la sangre que derramaron y la responsabilidad que nunca tomaron por ello".

Y al contrario que sus padres, que no pudieron o quisieron hablar de todo ello, este cineasta con su película quiere romper el silencio de una "mentira que ha durado demasiado tiempo". Ognjen Glavonić lucha contra la historia que se ha ocultado como un primer paso para llegar a conocer quiénes se beneficiaron de aquel crimen. "Aunque todo el país fue bombardeado por la OTAN, en Kosovo las fuerzas estatales serbias combatían a los separatistas albaneses y mataban a civiles a una escala horrible".

Crimen meticulosamente organizado

"En mi país, incluso hoy, casi nadie cree que esto haya sucedido realmente. Y mucha gente no ha oído hablar de ello hasta el día de hoy, yo mismo lo descubrí diez años después de que sucediera –afirma-. Además, este crimen fue meticulosamente organizado. Fue cometido por la policía, los militares y los civiles: era una empresa enorme y mucha gente lo hizo por algún tipo de beneficio personal, un piso en la ciudad o una gran cantidad de dinero. Por supuesto, también había quienes temían decir que no o se involucraban sin saber en qué se estaban metiendo. Al igual que Vlada".

La carga es, pues, una mirada al pasado silenciado con el que se explican muchos capítulos de la realidad de hoy. Episodios que hay que desentrañar para seguir adelante en una atmósfera de democracia y paz. O, como sentenció el actor Leon Lucev en una entrevista con el diario croata Slobodna Dalmacija: "Cuando en las cárceles estén los que han creado este presente, entonces dejaremos el pasado en paz".

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