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Abogadas y abogados en un país sin Estado de Derecho

La directora Pilar Pérez Solano recupera la memoria de la lucha de la Abogacía española por la libertad y por la democracia en los últimos diez años del franquismo en su nueva película, ‘La Defensa, por la libertad’.

Reunión de abogados durante el franquismo.

La Policía secreta del franquismo pegó un tiro al estudiante de Derecho Enrique Ruano y le lanzó por una ventana del séptimo piso de un edificio de la madrileña calle Príncipe de Vergara. Ocurrió hace 50 años, el 20 de enero de 1969. El asesinato y el empeño oficial por convertir los hechos en un suicidio tensaron especialmente la atmósfera que se vivía en España. Convulsión, huelgas de obreros y estudiantes en contra del funesto régimen envolvieron el crimen, una muerte atroz que no se investigó en profundidad, pero que un grupo de abogados, enfrentándose a la brutalidad franquista, se atrevió a denunciar.

Ahora, el asesinato de Ruano abre el relato de Pilar Pérez Solano sobre el papel que jugó la Abogacía española en la lucha por la libertad y por la democracia. La Defensa, por la libertad es el título de su nueva película documental, un trabajo que llega seis años después de Las maestras de la República, por la que la directora conquistó el Goya a la Mejor Película Documental.

Abogados y juristas que participaron activamente en todos los hechos que se narran en la película, personas de muy diferente ideología política –en la película hay comunistas, socialistas, demócratas-cristianos, liberales…– reconstruyen con sus testimonios diez años clave de la reciente historia de España, el decenio que culminó con la redacción de la Constitución de 1978 y las elecciones democráticas.

"Cobra sentido la Historia"

La figura esencial de los abogados laboralistas, el primer despacho en Madrid en la Calle Cruz, el primero de Sevilla…, su asistencia a los trabajadores, el vínculo con los movimientos ciudadanos, las reuniones en las parroquias de los barrios donde no podía entrar la Policía y, por supuesto, el despacho de Atocha 55 recorren el comienzo de este viaje hacia el final del franquismo, en el que la Abogacía, como señala uno de sus protagonistas, “era un marco de libertad”.

Un espacio de lucha por la democracia que, desgraciadamente, siguió sumando víctimas. Entre ellas y, en este contexto especial, los asesinatos de los abogados de Atocha fueron el episodio crucial de esta batalla. La masacre en aquel despacho, en el que todos cobraban lo mismo, los abogados o Rosa Roca que se dedicaba a limpiar las oficinas y por la tarde daba los números a los clientes, provocó una de las reacciones más cívicas, comprometidas y solidarias de los ciudadanos españoles en esos años tan difíciles.

“Ángel Rodríguez Leal, Serafín Holgado de Antonio, Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco, María Dolores González de Ruiz, Luis Javier Benavides Orgaz, Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Ramos Pardo y Miguel Sarabia Gil (...) hay que decir sus nombres así despaciosamente porque diciéndolos cobra sentido la historia y ponen armonía en el universo”. Son palabras de Alejandro Ruiz-Huerta, que sobrevivió ese funesto 24 de enero gracias a que la bala impactó en un bolígrafo.

Manuela Carmen había salido del número 55 de Atocha a una reunión en el número 49. Eso la salvó del atentado. En La Defensa, por la libertad, la jueza y exalcaldesa de Madrid, recuerda que ella no había tenido miedo en sus actividades como abogada hasta los asesinatos de sus compañeros de despacho. “No se nos pasaban por la cabeza que nos podían matar”.

La abogada Francisca Sauquillo.

La abogada Francisca Sauquillo.

Cuando la mujer no existía para el Derecho

Lo que sí tenían muy presente en su día a día Carmena, Cristina Almeida, Francisca Sauquillo o Ana María Ruiz-Tagle, entre otras, era que había que dar la pelea con la misma intensidad e idéntico esfuerzo en el territorio de la mujer. “Yo incorporé la lucha por la igualdad”, dice Almeida en la película, en la que Manuela Carmena recuerda cómo el PCE se cabreó cuando planteó hacer una colección de contramanuales: contramanual del ama de casa, contramanual de la buena esposa…

“Durante un tiempo estuve en un movimiento de mujeres (...) era el frente de liberación de la mujer (…) Si eras mujer, ya puestos a cambiar, cambiabas el doble”, añade. Hay que recordar, como alguien hace en la película, que antes de 1975 “las mujeres no éramos nada, no existíamos para el Derecho”. Entonces estas jóvenes abogadas eran un quebradero de cabeza para el franquismo y, tristemente, para bastantes de sus propios compañeros.

Pancarta del Grupo de Abogados Jóvenes.

Pancarta del Grupo de Abogados Jóvenes.

"Hay que perder el miedo"

El Derecho, por la libertad repasa el histórico y decisivo Congreso de León de 1970 en el que se reunieron casi mil abogados de toda España, recupera la memoria del Proceso de Burgos (juicio sumarísimo en 1970 contra dieciséis miembros de ETA), del Proceso 1001 (contra la dirección de CC.OO., en 1972), en el que invitaron a todos los abogados a participar y al que se llegó a sumar incluso José María Gil Robles a sus 74 años; se narra el reconocimiento del PCE que fue esencial en el orden y silencio con que se desarrolló la legendaria manifestación por la muerte de los abogados de Atocha y, por fin, la apertura de las primeras Cortes en 1977, la redacción de la Constitución de 1978 y las elecciones democráticas de 1982.

“Hay que perder el miedo”, recuerda en la película Antonio Garrigues Walker, que explica que ésa era la frase que todos utilizaban aquellos días. Todos aquellos jóvenes abogados a los que, en palabras de Miquel Roca, “nos unía el objetivo común, acabar con la dictadura”. “Esas abogadas y abogados –concluye la directora Pilar Pérez Solano– fueron capaces de alcanzar grandes acuerdos, con altura de miras y verdadero sentido de Estado en un momento importante de la historia de España”.

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