Público
Público

Grecia se debate entre una deuda impagable
y el fracaso de la austeridad germánica

Cinco años de recortes no han servido para reducir la deuda pública griega, que ya se sitúa en el 175% del PIB, sino para que ésta pase de los bancos privados a las instituciones públicas. Ante el enorme lastre que supone el endeudamiento para la economía del país, Syriza, favorita para ganar las elecciones, propone una reestructuración ordenada ahora que todos asumen que no se va a poder devolver todo el dinero

Alexis Tsipras, líder de Syriza, en el arranque de la campaña electoral. / EFE

JORGE OTERO

La probable victoria de Syriza en las elecciones del próximo 25 de enero en Grecia, las más influyentes y decisivas de toda su historia, ha impulsado con fuerza renovada un debate que en los últimos meses había languidecido en el seno de la Unión Europea, el de qué hacer con la ingente deuda pública griega.

Si las encuestas no se equivocan, el próximo primer ministro de Grecia será Alexis Tsipras, quien apuesta abiertamente por poner fin a las políticas de austeridad dictadas por la troika (UE, FMI y BCE) y llevar a cabo una reestructuración ordenada de la deuda además de una auditoría de la misma. Esa propuesta junto con otras, como incrementar un 7% el gasto público, han disparado las alertas en la Unión Europea, hasta el punto que en estos días se ha reabierto el viejo debate de una eventual salida de Grecia del euro.

Esa posibilidad ya ha sido descartada de pleno por Tsipras. En este sentido, el líder de Syriza ha apuntado que él no quiere que Grecia abandone la moneda única, sino que aspira a sellar "un nuevo acuerdo que permita a los griegos respirar y vivir con dignidad".

Porque el principal problema que arrastra Grecia es su deuda, pública y privada. La deuda pública es tan grande que, además de impagable, impide un crecimiento sano y equilibrado de la economía de un país donde más que una salida de la crisis, los cinco años de austeridad han propiciado una estabilización del desastre. El propio Tsipras no se cansa de repetir que la austeridad impuesta por la troika condena a los griegos a "sobrevivir entre el estancamiento y el bajo crecimiento del PIB; entre la deflación, la elevada deuda, el alto desempleo y la pobreza".

Las estadísticas refrendan esa cruda realidad dibujada por Tsipras. Uno de cada tres griegos está en situación de pobreza. A ello se añade que los nuevos impuestos introducidos en 2014 han reducido a cero la perspectiva de mejora de la situación económica en un país donde dos tercios de los hogares ingresa menos de 18.000 euros al año. Un reciente estudio del Instituto de la Pequeña Empresa de Grecia certifica que el 93% de los hogares griegos ha sufrido una drástica reducción de sus ingresos con la crisis y que más de la mitad a duras penas consigue hacer frente al coste de la vida diaria.

La situación de la deuda pública griega ha empeorado notablemente: se ha disparado hasta alcanzar el 175% del PIB, cuando en 2009, al inicio de esta pesadilla, estaba en el 126%

El panorama económico es sombrío, sí, pero lo más desalentador de todo es comprobar que cinco años de austeridad no han servido para nada, que en ese tiempo, lejos de reducirse, la situación de la deuda pública griega ha empeorado notablemente: se ha disparado hasta alcanzar el 175% del PIB —sobre todo por la bajada del PIB, y no tanto por el aumento cuantitativo de la deuda—, cuando en 2009, al inicio de esta pesadilla, estaba en el 126%.

Y no hay que olvidar tampoco el problema que ha surgido con la deuda privada, a causa de la deflación y la depresión. Las últimas cifras sitúan las deudas privadas en 180.000 millones de euros, mientras que las deudas con la Hacienda han llegado a los 100.000 millones. Esto no hace más que consolidar la tendencia que lleva los hogares griegos a reducir el consumo, al tiempo que se deteriora su calidad de vida y acumulan más deudas.

A este respecto, el de la deuda privada, el objetivo de Syriza es posibilitar acuerdos extrajudiciales que permitan que cada deudor devuelva un máximo correspondiente al 30% de sus ingresos; el resto quedaría congelado hasta que esté en condiciones de pagar

¿Qué ha fallado entonces?

Los dos planes de rescate de 2010 y 2012 por valor de 240.000 millones tenían como objetivo no sólo evitar la bancarrota del país—algo que se ha logrado de forma precaria a costa del sacrificio de la ciudadanía—, sino reducir la ingente deuda pública. Pero cinco años después lo único que se ha logrado es que la deuda griega cambie de manos: de los bancos alemanes y franceses, que en 2009 tenían algo más del 60%, ha pasado a las instituciones públicas, a sus socios de la UE principalmente, que ahora detienen cerca del 80%. Los inversores privados, pese la quita de casi 100.000 millones de euros que acometieron en marzo de 2012, se han zafado de una deuda que ahora todos, hasta los más ortodoxos ultraliberales, reconocen que es simplemente impagable. Como dijo el economista Joseph Stiglitz, los planes de rescate sirvieron para salvar a la banca alemana más que a la propia Grecia.

Dos tercios de los hogares ingresa menos de 18.000 euros al año y la deuda privada ronda los 200.000 millones de euros

Ante este panorama, la apuesta de Syriza pasa por aliviar la carga de la deuda de manera coordinada con los otros países europeos a través de la celebración de una conferencia europea. El jefe de Economía de Syriza, Yannis Miliós afirmaba a principios de esta semana en una entrevista con la agencia Efe que existen múltiples instrumentos técnicos para posibilitar una condonación de la deuda. 

Básicamente, añadía su economista jefe, la idea de Syriza consiste en una moratoria del pago de la deuda para todos los países, con intereses nulos y un plazo de devolución que se prolongaría durante unas cuatro décadas, hasta que el ratio de la deuda haya bajado al 20 % del PIB.

El Banco Central Europeo (BCE) canjearía el servicio de la deuda de todos los países por bonos cupón cero, es decir, que no pagan intereses hasta su devolución. Según Miliós, esto solo costaría 1.300 millones de euros, pues el BCE no canjearía la deuda, sino solo los intereses.

Otro de los caballos de batalla de Tsipras pasa también por implementar una política fiscal expansiva que impulse el crecimiento y la inversión. En un artículo publicado el pasado viernes por el diario El País, define estas políticas como un "un New Deal europeo" que sirva para financiar "programas de inversión en sectores de alto valor añadido y un plan de reindustrialización, sobre todo en los países con tasas de desempleo más elevadas".

Muchos economistas dentro y fuera de Grecia opinan que las propuestas de Syriza parecen sensatas, sobre todo porque cinco años de austeridad impuesta a machamartillo por la troika han abocado a Grecia a una situación de auténtica asfixia económica que reclama un cambio. Y parece que la hora del cambio ha puede haber llegado: el día 25 lo sabremos.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Economía