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Entrevista Yaskawa Ibérica “Los robots generan empleo y contribuyen a equilibrar las pensiones del futuro”

La robotización ha llegado para quedarse. Forma parte del hábitat de la digitalización. O de la revolución 4.0. Xavier Lucas, presidente de Yaskawa Ibérica, una de las grandes multinacionales de la automatización, no tiene dudas de que las economías que apuesten por los robots “generaran más prosperidad”.

Planta de producción con robots de Yaskawa Ibérica

DIEGO HERRANZ

Xavier Lucas asumió la presidencia de Yaskawa Ibérica en julio de 2016, cargo que supone la asunción de las máximas funciones ejecutivas en España y Portugal y que compatibilizará con la más alta responsabilidad de la multinacional japonesa en Francia, su país de origen, que ejerce desde 2010. Su trayectoria en el emporio nipón se inició en 1996. Yaskawa es líder mundial en fabricación de servomotores, controladores de movimiento, PLCs y robots industriales del tipo Motoman.

Fundada en 1915 en Japón, es pionera en el control de movimiento y en el diseño y comercialización de herramientas innovadoras que optimizan la productividad y la eficiencia de máquinas y sistemas. En sus 100 años de historia, sus productos han ayudado a ejecutar los procesos de automatización en numerosas industrias en sectores como el de la minería, el acero, las máquinas-herramienta, la automoción, el embalaje, la madera, el textil o semiconductores. Lucas admite que Japón y Alemania son la vanguardia de la robotización. Y se han apoyado en la revolución 4.0 para mejorar sus ratios de crecimiento económico y de exportación. También reclama a Europa políticas estratégicas, que incluyan “reformas estructurales” dirigidas a dar un impulso substancial a este nuevo paradigma. En el que el mercado español -asegura- tendría mucho que decir, porque reúnen las circunstancias para adoptar “esta economía de escala” con procesos automatizados y computerizados. Porque la robótica y la digitalización -explica- se han vuelto “imprescindibles” en la toma de decisiones empresariales y en la adecuada gestión de las carteras de inversión.

Xavier Lucas, presidente de Yaskawa Ibérica

Xavier Lucas, presidente de Yaskawa Ibérica

El responsable de Yaskawa Ibérica, que tiene su sede en Gavà y que se ha trajo desde el primer momento a España sus instalaciones docentes de formación, no comparte la idea de Bill Gates de establecer gravámenes fiscales a la robotización. A su juicio, “un robot, en sí mismo, es tan sólo un elemento en el proceso de la producción”; es decir, que el valor se genera con algún que no pocos elementos adicionales y las compañías “ya pagamos tributación sobre el valor añadido que creamos”.

Lucas, en declaraciones a público.es, no elude el debate de la empleabilidad. La automatización “crea empleo”, enfatiza. “Incluso hay economías que han reducido sus tasas de paro como consecuencia directa de la robotización”. En su opinión, “la única fórmula de éxito que necesita ponerse en marcha” en esta revolución tecnológica asociada a la Inteligencia Artificial es “la formación constante”.

¿Qué países están ejerciendo de vanguardia de la robotización?

“Japón y Alemania han reactivado el ritmo de crecimientos de sus PIB, debido, en gran medida, a que la automatización se ha propagado por una diversidad de industrias y sectores de actividad”

 Alemania y Japón han protagonizado las apuestas más decididas por la robotización, dentro de las economías industrializadas. Con objetivos declarados y reconocidos de que este nuevo proceso productivo sirva como catapulta hacia la prosperidad futura de ambos países, de sus sistemas productivos y de sus sociedades civiles. De momento, han reactivado el ritmo de crecimientos de sus PIB, debido, en gran medida, a que la automatización se ha propagado por una diversidad de industrias y sectores de actividad. Uno de los efectos beneficiosos de este fenómeno, de este nuevo paradigma, la revolución 4.0, ha sido el incuestionable impulso de sus ratios de exportación, ya instalados entre los más elevados del mundo desde hace décadas.

La robotización ha sido la fórmula para sumar dinamismo a sus economías en industrias diversas. Con ello, tanto Alemania como Japón continúan elevando sus ya de por sí históricas y notables cuotas exportadoras y, en consecuencia, generando cada vez mayor riqueza. Para, entre otros desafíos, combatir sus respectivas bombas demográficas, dos de las de mayor riesgo del mundo, tal y como atestiguan la práctica totalidad de indicadores sobre envejecimiento social.

La agencia Moody's acaba de publicar un informe sobre ambos países en los que les identifica como estandartes de una robotización que contribuirá a equilibrar las pensiones del futuro. En contraste con la brusca caída de actividad que los expertos de la firma de calificación observan para países manufactureros, generalmente emergentes, como Eslovaquia o Turquía, que no han conseguido aún acometer cambios productivos hacia la robotización.

Cuanto antes se produzca el cambio de patrón de crecimiento de las economías europeas hacia la robotización, con mayor antelación la zona del euro podrá consolidar su prosperidad futura y la sostenibilidad de sus modelos de pensiones. Urge incentivar la automatización como política neurálgica dentro de las reformas estructurales que los socios monetarios europeos deberíamos poner en marcha para asentar y apuntalar nuestro espacio económico común. Y España sería un magnífico mercado para implantar estas nuevas economías de escala.

¿En qué estado está la robotización global?

Según las estadísticas de la IFR, la Federación Internacional de Robótica, el desempleo es más reducido en economías con elevadas tasas de automatización. Este organismo incluye entre los más automatizados a Corea del Sur, Japón y Alemania. Teniendo en cuenta que Singapur y Hong Kong deben ser considerados como enclaves por sus particularidades territoriales. Si atendemos a las industrias, el sector de automoción es, valga la redundancia, el motor de la automatización. Entre otras cuestiones, porque las grandes firmas, los principales fabricantes de vehículos, no parecen tener otra opción. Las altas expectativas de calidad y precio exigen y requieren métodos de producción más perfeccionados y con reducción de costes. Con vistas a conseguir clientes dispuestos a adquirir coches de alta calidad a precios competitivos.

La industria de automoción, con 301 robots por cada 10.000 empleados, acapara la densidad de automatización más alta de los grandes sectores productivos. No es algo novedoso. Es intrínseco a su actividad. Por norma, la industria manufacturera en general, y la de automoción, en particular, se asienta sobre ratios de crecimiento y recuperación bastantes altos, en cuanto a ritmos de innovación. Y la robótica se ha vuelto imprescindible en sus carteras de inversión y sus protocolos productivos. De hecho, se encuentra inmersa en un proceso de simplificaciones de sus modelos de programación y de software que agilizarán todavía más los objetivos empresariales del sector. Por tanto, no debería ser complicado que, en el futuro inmediato, cualquier firma acabe por automatizar sus procesos productivos. De forma integral, lo más deseable, o por tramos de fabricación.

Planta de producción con robots Yaskawa.

Planta de producción con robots Yaskawa.

¿Deberían los robots pagar impuestos por sus labores industriales para mejorar los ingresos tributarios de un país?

“La única fórmula de éxito que necesita ponerse en marcha es la formación constante del empleado, que necesitará adquirir los conocimientos técnicos suficientes para poder operar con robots”

Esta discusión está muy de moda. Hasta Bill Gates, el fundador de Microsoft, tiene opinión sobre ello. Pero el debate, si lo centramos con rigor, debe girar en torno a cómo repartimos el crecimiento de la productividad y los bienes entre la población. Aunque este asunto lo tiene que solucionar la sociedad en general. Con impuestos sobre robots no se consigue. Un robot en sí mismo es solamente un elemento en el proceso de la producción. El valor se genera con algún que otro elemento adicional que el robot. Y en la actualidad, las compañías ya pagan impuestos sobre el valor añadido que crean. Con independencia de si usan o no robots. Los pagan.

En la historia económica contemporánea existen sobrados ejemplos de procesos de innovación que dieron como resultados saltos de productividad que han dirigido a las sociedades a bienestares con mayores cuotas de prosperidad y redistribución de recursos. También en la prehistoria de las relaciones económicas. Desde la invención de la rueda a la máquina de vapor o la irrupción de los tractores en la agricultura. Hasta la utilización de ordenadores y los productos vinculados a la Sociedad de la Comunicación.

El boom tecnológico es el más reciente vestigio de incremento masivo de la productividad. En consecuencia, ¿dónde empezamos a cobrar impuestos? Lo que tendríamos que emprender, como sociedades, es el análisis, primero, y la capacidad de decisión, después, sobre el reparto adecuado de los bienes y servicios creados a la sociedad y al mundo en general. Si la producción de una mercancía que se manda ensamblar a una nación en vías de desarrollo, se trae de vuelta a España donde, para ser rentable, se automatiza, genera problemas socio-laborales nuevos en ambos países. Debemos, pues, caer en la cuenta de que, en un mundo global e interconectado, los desafíos productivos deberían solucionarse en términos y con parámetros internacionales.

¿En qué medida están en riesgo los puestos de trabajo de empleados y los cargos directivos con la robotización de los sistemas productivos?

Hay datos estadísticos, análisis empíricos y prospecciones de mercado que coinciden en señalar que la automatización crea empleo. Incluso hay economías que han reducido sus tasas de paro como consecuencia directa de la robotización. La única fórmula de éxito que necesita ponerse en marcha es la formación constante. Los empleados deben adquirir los conocimientos técnicos suficientes, con cursos de reciclaje permanente, para poder operar con los sistemas de producción actuales. Es la condición sine qua non que demanda la digitalización.

¿Qué países, además, de China considera que pueden dar el salto hacia la modernización económica a través de los robots?

“Hay países donde la automatización ha generado puestos de trabajo directos, porque la robótica se ha hecho imprescindible en las carteras de inversión y los métodos productivos de las empresas”

Todos los países pueden aprovecharse de la robotización. La cuestión es determinar qué tarea productiva puede realizar un robot, de forma que sea reiterativa su aportación al modelo de fabricación y resulte, además, sencillo de automatizar. Para trabajos complejos siempre se va a necesitar de seres humanos. España es una de las naciones que se han incorporado a los procesos de robotización en los últimos ejercicios económicos. El número de robots creció de 2.000 unidades en 2012 a 3.900 en el 2016. Casi el doble de unidades vendidas. Y en años en los que el país salía de la crisis financiera internacional que arreció de manera más intensa en sus estructuras productivas. Su potencial de crecimiento, además, es considerablemente alto. Otros países con tasas de repuntes considerables y márgenes notables de desarrollo en materia de automatización son los socios europeos del Este.

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