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Fusión ¿Cómo nos afecta el  nuevo monopolio de las tarjetas de crédito?

La unión de Servired, 4B y Euro6000 restringirá la competencia en el sistema local de medios de pago, un negocio que mueve más de 300.000 millones de euros al año.

Una persona utiliza un cajero automático. E.P.

Vicente Clavero

La banca ha decidido fusionar sus tres sistemas de medios de pago, y los reguladores (en este caso, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) han dado el visto bueno a la operación.

Dentro de muy poco, ya no habrá tarjetas y cajeros de Servired, de 4B y de Euro 6000, sino de una sola marca, que estará controlada por las principales entidades financieras.

¿A cuento de qué viene esta operación?

La verdad es que no constituye ninguna novedad en la Unión Europea, que tanta preocupación muestra ante la aparición de monopolios cuando le parece. En Alemania, los medios de pago locales operan bajo la marca Girocard y en Francia están integrados en la red Carte Bleu. España no hace más que sumarse a esta tendencia, igual que tiene previsto, por ejemplo, Holanda, donde todavía reina también la dispersión.

¿Tiene mucho alcance el acuerdo?

Las cifras hablan por sí solas. Con 78 millones de tarjetas de crédito y débito en circulación, 53.000 cajeros y casi 1,8 millones de comercios adheridos, el volumen total de dinero que mueve este negocio supera los 300.000 millones de euros anuales; es decir, el equivalente a casi un tercio del PIB.

Las grandes cifras del negocio de los medios de pago (tabla)

¿De quién son los sistemas de pago ahora?

De tres sociedades distintas, lideradas por las entidades que promovieron su creación y que imponen las condiciones de uso tanto a sus propios clientes como a los que no lo son. Detrás de Servired están, entre otros, el BBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell; detrás de 4B, el Santander, Popular e ING Direct, y detrás de Euro 6000 (que fue durante décadas el sistema compartido por las cajas de ahorro), Kutxabank, Abanca, BMN y Liberbank.

¿A quién pertenecerá la nueva sociedad?

A los mismos bancos que las tres que están llamadas a desaparecer. Santander, Caixabank y el BBVA controlarán un 18% del capital cada uno; Bankia, el 9,8%; Sabadell, el 9,4%, y el resto se lo repartirán las entidades financieras más pequeñas. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, así se garantiza que nadie pueda imponer su criterio. Pero lo cierto es que el poder ejecutivo de la nueva sociedad lo tendrá un hombre de confianza del Santander: Juan Carlos Martín Guirado, que desempeñará el cargo de director general.

¿Qué ganan los bancos con la operación?

Dos cosas, sobre todo. La fusión permitirá reducir los costes operativos, al evitar la interconexión entre sistemas que se produce ahora si el cliente utiliza la tarjeta en uno que no es el suyo. También dará más fuerza a la nueva sociedad en eventuales negociaciones sobre sistemas de pago en el ámbito internacional.

¿Y los consumidores?

Es probable que, con un solo sistema, aumente la gama de operaciones que se pueden llevar a cabo. Además, las inversiones en tecnología serán en beneficio de todos, no sólo de los clientes de la red que las realiza, como ocurre ahora. Por lo que atañe a las comisiones, en teoría deberían bajar cuando lo hagan los costes operativos, tanto para los comercios como para los usuarios finales. Pero está por ver que eso se convierta realidad. Lo que no admite dudas es que monopolios como el que se avecina restringen la competencia, con el consiguiente perjuicio para los consumidores.

¿Tienen sentido ya las guerras de comisiones?

Las comisiones por el uso de las tarjetas son establecidas por cada entidad. Si sigue siendo así, cabe la posibilidad de que se reediten episodios como el vivido en 2015, cuando BBVA, CaixaBank y Sabadell decidieron cobrar dos euros por transacción en sus cajeros incluso a los clientes de otros bancos pertenecientes a Servired. Por cierto que, en aquel momento, empezó a perder sentido la existencia de sistemas distintos, pues desapareció el trato preferencial que dichas entidades ofrecían a sus socios. La unificación en ciernes es el colofón del proceso iniciado entonces.

¿Y las tarjetas de pago internacionales?

La idea es que Visa y Mastercard no se vean afectados por este cambio. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, además, exige expresamente en su autorización que se pongan trabas al uso por terceros de la nueva red unificada.

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