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Arabia Saudí desafía a Biden, empobrece a Europa y debilita el escudo social español desde la OPEP+

El recorte de la producción de crudo acordado por los principales países exportadores hace tambalear los otrora fuertes cimientos diplomáticos entre Washington y Riad y tiene visos de provocar una segunda oleada inflacionista en Europa.

El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman con el presidente de EEUU, Joe Biden, en el Palacio Al Salman, a su llegada a Jeddah, Arabia Saudita, para una visita oficial el pasado mes de junio
El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman con el presidente de EEUU, Joe Biden, en el Palacio Al Salman, en Arabia Saudí, durante el pasado mes de junio. Bandar Algaloud / Bandar Algaloud / Reuters

"No es algo personal, son sólo negocios". Fue el mensaje que las autoridades saudíes trasladaron a la Casa Blanca por la afrenta a la diplomacia americana del trascendental recorte productivo de la OPEP + decretado este mes, en plena crisis energética global.

Dicho recorte parece haber detonado y hecho saltar por los aires la alianza estratégica entre Washington y Riad, cuyo régimen revela una cada vez más inclinada predisposición hacia el eje emergente de los BRICS.

Este grupo está dirigido desde China y Rusia y, a su vez, opera como el segundo poder fáctico dentro de la OPEP+, a la que se incorporó junto a un selecto club de productores próximos a los designios de la política exterior del Kremlin. Las  medidas rusas en este ámbito están caracterizadas por el uso del gas y el petróleo como armas arrojadizas para alcanzar sus intereses geoestratégicos.

El recorte de más de dos millones de barriles diarios de la cuota que el cártel pondrá en el mercado a partir de noviembre no fue una decisión que respondiera a la lógica mercantil. Con la demanda en descenso por los tambores de recesión, bajo una agresiva espiral inflacionista sin precedentes en más de 40 años y con el barril de petróleo rozando el triple dígito, la tradición inducía a la OPEP + a una llamada a rebato para elevar la producción.

El cortejo de Occidente a Riad para que contribuya a ampliar la oferta de crudo parece próximo a su fin. Pero, ¿qué ramificaciones geopolíticas, económicas y financieras esconde el órdago del régimen saudí a la Administración Biden y a los socios europeos?

Agitación del orden mundial

Toda decisión sobre cuotas en el seno de la OPEP + se debe poner en cuarentena, debido a que no todos los integrantes del cártel petrolífero cumplen con los acuerdos. En esta ocasión, el consenso del mercado habla de una reducción que no llegaría ni a la mitad. 

En concreto, se quedaría en torno a los 950.000 barriles al día, por obra y gracia de países como la propia Arabia Saudí. Estos Estados, al igual que los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, desean mantener más estable el mercado y sumar mayores garantías recaudatorias a sus arcas estatales.

Pero lo que deja muchas menos dudas, en este caso entre los observadores internacionales, es el final de romance geopolítico de Riad con la Administración Biden y sus aliados occidentales, así como las cada vez más coincidentes similitudes con la ruptura auspiciada por el régimen saudí durante la crisis petrolífera de los setenta con las potencias industrializadas.

El actual inquilino de la Casa Blanca se desplazó a Riad en julio para reclamar al príncipe heredero Mohamed bin Salmán una actitud de arbitraje en el mercado petrolífero para saldar las disrupciones en el suministro tanto del gas como del crudo ruso a Europa y dulcificar las escaladas en los precios energéticos y, en consecuencia, en los IPC mientras hacían efecto las sanciones económicas a Moscú. El mismo viaje lo emprendió también el canciller alemán Olaf Scholz en septiembre.

Riad se ha desmarcado del diálogo conciliador con EEUU, Reino Unido y Alemania que ha dado una tregua a los precios del petróleo

En este sentido, la visión generalizada habla de que la tregua Riad-Washington parece haberse evaporado. Atrás quedan los estabilizadores de precios que, en manos saudíes, siempre suelen ser efectivos -y que lograron retraer el valor del barril desde los casi 140 dólares que alcanzó en las primeras jornadas de las sanciones occidentales a Moscú-, al igual que la prohibición desde la Casa Blanca y Downing Street de prohibir importaciones energéticas rusas en sus mercados.

La mano estadounidense consiguió que entre la primavera y el verano la cada vez más efectista diplomacia saudí y en alianza con los emiratos amigos de Riad -salvo Qatar, que se retiró de la organización productora en 2019- atemperara la subida de precios. Lo hizo a cambio de concesiones con las que el régimen wahabí rebajaría sus consensos energéticos y geopolíticos con Rusia.

El acercamiento entre Riad y Moscú

Dentro y fuera de la OPEP +, Moscú se ha convertido desde el estallido de la crisis financiera de 2009 en la reencarnación de Riad a la hora de tomar decisiones. Además, parece ser la mano más sólida para una probable incorporación de Arabia Saudí al seno de los BRICS, el foro de grandes mercados emergentes que Rusia conforma junto a China, India, Brasil y Sudáfrica, el contrapeso de mayor enjundia global frente al G-7 y los encuentros del G-20.

El último recorte de la OPEP + ha sido la gota que ha colmado el vaso en el despacho oval, que acusa a Riad de alinearse con Rusia, prolongar la invasión de Ucrania y alterar el mercado de la energía. Esto último se debe a que Moscú también ha conseguido que el negocio del gas tenga predicamento en el cártel del oro negro por excelencia.

Con Irán y Argelia como socios y la amenaza de crear una OPEP del gas por bandera, Bin Salmán ha salido al paso de la crítica a la "equivocada maniobra" de Riad en un momento "esencial" en la batalla geopolítica y energética global surgida del conflicto armado en Ucrania. Y lo ha hecho incidiendo en el genérico mensaje de que son "decisiones de mercado" e instando a Washington, a través de su ministro de Energía, a "desvelar el acto de beligerancia" de que se les acusa.

Bill Farren-Price: "Arabia Saudí y el cártel se dirigen a una colisión con Occidente, instigados por Rusia"

Un veterano de la OPEP que ahora trabaja en la consultora Enverus, Bill Farren-Price, reconoce abiertamente que "Arabia Saudí y el cártel se dirigen a una colisión con Occidente, instigados por Rusia en connivencia con Vladimir Putin y en el nombre de una gestión protectora de los mercados energéticos". Una maniobra que, asegura, "tendrá consecuencias para Riad".

Desde allí, el príncipe heredero insiste en su hartazgo por las crecientes denuncias de EEUU, Reino Unido y la UE sobre la conculcación de los derechos humanos en su país, las acusaciones sobre su implicación en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi o la apelación a la condición de paria de Arabia Saudí por parte de Biden desde que lleva las riendas del régimen.

Sea como fuere, el barril ha elevado en un 5% su cotización desde el recorte. Riad y los EAU se jactan de poder sacar o incorporar al mercado más de tres millones de barriles al día para variar el precio del crudo a su antojo, mientras Rusia sigue exportando por encima de los cinco millones de barriles. Moscú, diversificando sus ventas a Asia y Europa, corteja a Abu Dabi y el resto de emiratos como alternativa al petróleo y al gas ruso.

Trista Parsi, cofundador del Quincy Institute for Responsible Statecraft, lo explica de forma aún más elocuente: Bin Salmán apoya a Putin porque desea su continuidad en el Kremlin y, como él, quiere ver un cambio de administración en Washington.

El experto, que también es miembro del Consejo Nacional Iraní Americano, aclara que "detrás de este recorte instigado por Riad se aprecia la esperanza de el príncipe heredero de que los republicanos venzan en las elecciones de mitad de mandato del próximo noviembre". Este sería el primer paso, a juicio del mandatario saudí, de la vuelta del Partido Republicano a la Casa Blanca y de la perpetuidad de Putin al frente de Rusia. 

Temblores sísmicos en la economía europea

La tregua estival de los precios energéticos y el inicio del rally alcista de tipos por parte del BCE ha hecho que la inflación de la zona del euro quede por debajo de los dobles dígitos, en el 9,9%, según el IPC armonizado de septiembre.

No obstante, la tensión de los precios sigue estando en unos niveles históricamente altos en el área monetaria y lejos del objetivo del 2%, precisan en Eurostat, donde insisten en la amplitud del rango inflacionista, que oscila entre el 6,2% de Francia y el 24,1% de Estonia.

También se ha conseguido, hasta ahora, sortear la recesión, enfatizaba la semana pasada Christine Lagarde en el Institute of International Finance. Eso sí, se está haciendo con pulso leve y a expensas del comportamiento venidero de los precios energéticos y "con un escenario de empleo todavía en posiciones muy positivas, casi como nunca", asevera.

Si bien este parece un ajuste demasiado cortoplacista, dado que el panel de expertos de Bloomberg se decanta por los números rojos en el espacio monetario europeo en el actual último trimestre del año y el primero de 2023. Es decir, recesión técnica.

Por su parte, el Gobierno alemán reconoce que la crisis energética probablemente les deparará una contracción el próximo año por tercera vez desde el final de la crisis financiera, con un receso de su PIB del 0,4%. También el comité ejecutivo del BCE, con miembros como el holandés Klaas Knot, anticipa que probablemente se precisen dos nuevos y significativos incrementos del dinero en la eurozona, antes de tratar de estimular su economía.

El mercado descuenta otra subida de tres cuartos de punto en la cita del próximo 27 de octubre y sitúa la tasa de depósitos del BCE en el 2,5% el próximo mes de marzo, después de otro aumento de medio punto en diciembre, avisa la encuesta a economistas de Bloomberg. No obstante, la inflación continúa aún sin contención.

El escenario, pues, se turba con el avance del otoño hasta el punto de que el canciller Scholz -que se llevó debajo del brazo un acuerdo de compra de gas desde Qatar y que admite disponer de unos inventarios por encima del 90% en su país y en el conjunto de la UE- no considera tener todas las cartas sobre la mesa, dado que además tiene varias distribuidoras de energía en fase de rescate.

Estas empresas son determinantes para abastecer su mercado y en socios como Países Bajos o Italia, donde apenas el 10% de los stocks de gas están en manos públicas. Quizás por ello, Alemania empieza a ceder y abrirse a un modelo comunitario que limite los precios del gas, pese a considerar esta medida como intervencionista en la industria.

Francia, por su parte, ha dado luz verde al BarMar para facilitar la interconexión de un gaseoducto que podrá transportar hidrógeno verde en el futuro entre Barcelona y Marsella.

Tanques de almacenamiento de petróleo, gasolina, diésel y otros productos de crudo refinado en la Terminal Kinder Morgan, en Carson (California)
Tanques de almacenamiento de petróleo, gasolina, diésel y otros productos de crudo refinado en la Terminal Kinder Morgan, en Carson (California). Bing Guan / Reuters

Todas estas señales apuntan a la preocupación europea por la política de la OPEP +, tanto en el precio del crudo -que si supera los triples dígitos va a servir de combustible a la inflación- como en la cotización del gas, ya que el grupo energético dicta también soterradamente la oferta y la demanda de este producto.

La prórroga nuclear en Alemania -pese al compromiso de registrar el 100% de fuentes limpias en el mix eléctrico en 2030- y el retorno al uso del carbón explican, aunque no justifican plenamente, la preocupación de Europa por el respaldo saudí a Rusia, sus alejamientos con Washington y los daños colaterales que acarreará a sus hogares y empresas.

En esta dirección va también la propuesta de la Comisión Europea de crear un fondo de 40.000 millones de euros para mitigar la inflación energética de este otoño-invierno o la apelación tanto de Francia como de España y Portugal a que el coste total de la tubería BarMar se financie con recursos comunitarios.

La repercusión en el escudo social español

El papel gasificador de España le está confiriendo un protagonismo especial. Esta relevancia también se la otorga el impulso que ha logrado el Gobierno de coalición con el lanzamiento de fondos europeos Next Generation para reanimar la economía tras la pandemia, así como su importancia a la hora de accionar la excepción ibérica.

Alemania gestó la idea de que España reactivara su poder de canalización del gas por su capacidad de almacenaje y su poder de distribución de los flujos del gas. Berlín no sólo es dependiente de Rusia en la compra del gas, sino que también de sus socios europeos, ya que sus inventarios sólo cubren el 25% de su demanda anual. Un hándicap que también poseen países como Polonia que, con 38 millones de habitantes, tiene menos capacidad de distribución energética que Eslovaquia, con 5,5 millones. 

Scholz ha liberado 15.000 millones de euros a Trading Hub Europe -la firma gestora del mercado gasístico germano- para adquirir este combustible con los que la compañía ha adquirido 60 teravatios-hora de gas, el equivalente a la cuarta parte del almacenaje del país. No obstante, admite que necesitará más y que el control federal del stock es una fórmula necesaria.

Sin embargo, el recorte productivo del cártel petrolífero puede dañar el escudo social de España. El aminoramiento económico -aunque el PIB de nuestro país logre sortear la recesión en 2023- va a dejar un remanente de ingresos fiscales por el mayor dinamismo de este ejercicio.

Con ellos, el Gobierno ha preparado un colchón financiero adicional de 10.000 millones de euros -con opciones de que salte hasta los 15.000- con los que abordar nuevas ayudas a familias y empresas. Esto se logrará no sólo gracias a las nuevas figuras impositivas que gravan los beneficios adicionales a la banca y a las energéticas, sino también debido a que la escalada inflacionista elevará la recaudación de otros impuestos ligados al consumo de carburantes y de la energía, además del IVA.

Sin embargo, este tránsito hacia el año 2023 es una travesía compleja. El FMI la denomina una senda tóxica de alta inflación y escaso crecimiento, que trasciende el término de estanflación al hablar de Europa. Por ello, la AIReF reclama al Gobierno cautela sobre sus previsiones presupuestarias, al considerar que no certifican un nivel de ingresos concreto para reforzar la coraza de la protección a las familias más vulnerables y las empresas más amenazadas.

Todo ello sin olvidarse del encarecimiento que experimentarán las hipotecas por las esperadas subidas de tipos del BCE, que requerirán formas imaginativas de ayudas a los clientes bancarios mediante cauces de cooperación público-privada para que puedan acometer sus pagos y eludir el censo de morosidad.

El titular de Energía saudí, Abdulaziz bin Salmán, corrobora la amenaza que el recorte supondrá en las economías y los IPC globales. Sostiene que Riad "se ha anticipado a los movimientos del mercado" al actuar de forma "precipitada y rápida". Al mismo tiempo, admite el nulo interés de su país en "contribuir al dinamismo del planeta", un extremo que también confirma la AIE.

La retirada de crudo del circuito mercantil se produce sin que la demanda haya colapsado, la oferta de la OPEP se haya disparado o los inventarios estén a rebosar. Todas estas circunstancias justificarían una rebaja de tal dimensión.

En cambio, Riad y Moscú han ampliado la alianza OPEP+ hasta que concluya 2023, como vienen reforzando sistemáticamente en los últimos seis años. De este modo, se amplía la resistencia de un eje diplomático que podría poner en peligro la seguridad energética futura. Y lo hace pese a las reticencias de China y en un momento en que Deutsche Bank insiste en que es probable un desplome de activos bursátiles y del mercado de bonos en los próximos meses.

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