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No, los Reyes Católicos no fundaron España

El Supremo certifica la plurinacionalidad del país al dictaminar que Felipe II actuaba como rey de Castilla y de la Corona de Aragón por separado, algo que siguió ocurriendo con la llegada de los borbones.

Cuadro 'La rendición de Granada', del pintor Francisco Pradilla y Ortiz, finalizado en 1882, que representa el momento en que Boabdil entrega las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos

No, los Reyes Católicos no fundaron el Estado español, aunque se trate de uno de los fakes históricos más arraigados en el imaginario de una parte de los ciudadanos del actual país.

Acaba de desmentirlo, de nuevo, el Tribunal Supremo, que de esa manera certifica por pasiva la plurinacionalidad de lo que hoy es España, al dictaminar que Felipe II actuaba como rey de Castilla y de la Corona de Aragón por separado, algo que siguió ocurriendo después con la llegada de los Borbones.

El tribunal ha hecho ese pronunciamiento al resolver el pleito que desde hace unos años mantienen los descendientes del marqués de Oyra, un título nobiliario establecido por el propio Felipe II en Sicilia, una isla del Mediterráneo que se integró en la Corona de Aragón poco después de que Pedro III fuera coronado en Palermo en 1282 y tras separarse de Nápoles.

La obviedad de que había más de un reino

Felipe II nombró el 31 de octubre de 1569 marqués de Orya a Melchor de Herrera y Rivera, tesorero del Consejo General de Castilla y señor de la ciudad siciliana del mismo nombre. Se trataba de un “título perteneciente al Reino de Sicilia, que en aquella época pertenecía a la Corona de Aragón”, señalan la Audiencia de Madrid y el Supremo, tribunales que consideran “irrelevante” que la real cédula de concesión “no expresara literalmente que otorgaba la merced como rey de Corona de Aragón, por resultar un hecho obvio que lo era”.

“A los títulos nobiliarios concedidos por la Corona de Aragón no les es de aplicación la legislación castellana”

Es decir, que ambos tribunales aclaran que más de medio siglo después de la muerte de Fernando de Aragón en 1516 y de Isabel de Castilla en 1504 las dos coronas seguían siendo independientes y autónomas, por mucho que, como consecuencia de las alianzas dinásticas, ambas hubieran terminado en una misma cabeza.

La sentencia del Supremo anota que esa circunstancia lleva a que ese título nobiliario esté supeditado a “la aplicación del régimen jurídico propio de los títulos aragoneses”. Y, de hecho, ordena aplicar en pleno siglo XXI un precepto de la Compilación de los Fueros de Huesca, promulgados por Jaime I El Conquistador en 1247, para decidir quién tiene derecho a titularse marqués de Orya.

“A los títulos nobiliarios concedidos por la Corona de Aragón no les es de aplicación la legislación castellana”, resuelve, aunque en este caso el marquesado hubiera desaparecido a finales del siglo XVI, con los Austrias, y fuera recuperado en 1984, con la Constitución ya aprobada.

Llama la atención que ni siquiera el franquismo, tan contrario en sus hechos como en su propaganda a cualquier fenómeno que pudiera tener la mínima traza de plurinacionalidad, llegara a cuestionar una realidad de este tipo: las resoluciones del pleito hacen referencia a un “dictamen emitido por el Consejo de Estado de fecha 13 de octubre de 1951” en el que “queda reflejado [del título] su origen y pertenencia”.

Una monarquía con más de quince reinos

Esta no es la primera vez que el Supremo ratifica la existencia de más de un reino (es decir, Estado) en la península ibérica con posterioridad a los reyes católicos y sin incluir a Portugal.

De hecho, en un pleito similar al del marquesado de Orya dirimido en 2015, el referente a la baronía turolense de Pobedilla, el tribunal dejó claro que el reino de Castilla y la Corona de Aragón seguían siendo entidades autónomas incluso tras la llegada de los Borbones con la victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión y la publicación, entre 1707 y 1716, de los decretos de Nueva Planta con los que desmanteló las instituciones propias de los territorios que integraban el segundo de esos sujetos políticos. Esa baronía, creada en 1728, era “un título del reino de Aragón”.

La firma del Duque de Anjou nunca incluyó la palabra “España”, que tampoco figuró nunca en las rúbricas de los reyes de la casa de Austria ni tampoco en las de los Reyes Católicos. Aquél se titulaba monarca de 24 reinos, entre los que se encontraban Castilla y Aragón y otros que se habían ido incorporando a esas dos coronas con mayores o menores dosis de autonomía, caso de León, Navarra, Granada, Toledo, Valencia, Galicia, Mallorca, Menorca, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén, Canarias, Algeciras y, también, los territorios de Córcega, Cerdeña y las Dos Sicilias, formado por la isla y por Nápoles.

El listado incluía títulos nobiliarios como el condado de Barcelona y los señoríos de Vizcaya y de Molina.

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