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Josefina, el sustento de Marcelino hasta el final

S.R. ARENES

No se puede entender el legado de Marcelino Camacho sin desviar la mirada hacia su mujer, su compañera de toda la vida, Josefina Samper Rosas. En ella se cumple la frase de que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer. Aunque, en su caso, no estuvo detrás, sino a su lado.

Durante 62 años ha sido el sustento anímico (y, al final, también físico) del histórico líder de CCOO. Le conoció como refugiado político en Orán (Argelia), donde había recalado su familia, procedente de Almería. Se casaronen 1948 y tuvieron dos hijos, cuatro nietos y un bisnieto.

Mujer de izquierdas, concienciada, inteligente, como la definen quienes la conocen, ayer, Josefina Samper, mostraba, a sus 82 años, una serenidad impactante durante un largo día de condolencias.

Los esfuerzos han merecido la pena, pese a que 'hemos luchado mucho y nos preguntamos a veces si ha servido de algo', decía hace dos años a Público. Junto a su marido, que estuvo 14 años en prisión, ha llevado una vida de lucha social y así se lo reconocían los vecinos que a menudo la paraban en el madrileño barrio de Carabanchel donde habitaron casi medio siglo, hasta que el año pasado se mudaron a una casa sin barreras arquitectónicas. Los jerseys que tejía para Camacho han quedado como un símbolo de esa lucha.

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