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Imelda Daza "Me exilié cuando recibí una corona de flores que me invitaba a mi propio entierro"

Imelda Daza, economista y vigilante del proceso de paz en Colombia desde la Cámara de Representantes, repasa su exilio forzado por los paramilitares durante 26 años, recuerda el genocidio del partido que fundó, la Unión Patriótica, y anticipa posibles escenarios en las próxima elecciones en su país, en 2018.

Imelda Daza, superviviente del genocidio de la Unión Patriótica y, actualmente, portavoz de Voces de Paz en la Cámara de Representantes de Colombia, durante su estancia en el Parlamento Europeo de Bruselas.- JAIRO VARGAS

Hace casi tres décadas, Imelda Daza (Valledupar, Colombia, 1948) tuvo que huir de su país natal, Colombia, cargada con tres hijos pequeños que hoy son suecos, no colombianos. No fue fácil exiliarse en Suecia, pero cuando la muerte te acecha en cada esquina y tus compañeros aparecen asesinados a diario no hay otra alternativa que poner tierra de por medio. Ella añadió un océano entero a esa distancia y acabó en Jönköping, 350 kilómetros al suroeste de Estocolmo. Del Trópico caribeño a casi el Polo Norte, un cambio demasiado radical pero que le permitió sobrevivir a un genocidio político, el de la Unión Patriótica (UP), y, 26 años después, regresar a la tierra que la vio nacer para "trabajar por la paz".

Hoy es portavoz de Voces de Paz y Reconciliación en la Cámara de representantes de Colombia. "Tenemos voz pero no voto", resume. Su trabajo consiste en que los acuerdos de paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano no se desvirtúen en su trámite legislativo, un trabajo que puede costarle la vida, porque tras la firma de los acuerdos vuelve a arreciar con fuerza un fenómeno que nunca se acabó: el paramilitarismo de extrema derecha que eliminó físicamente a todo su partido político y que ahora vuelva a amenazar a líderes sociales y defensores de derecho humanos como Daza. No hace ni un año que pudo morir en un atentado contra una sede de la Central Sindical Unitaria (CUT) en Cartagena, aunque salió ilesa.

Para Daza, economista a punto de cumplir 70 años y se mantuvo atada a la política con los socialdemócratas suecos, es fundamental el papel de la comunidad internacional para que no se repita la masacre de la que tuvo que escapar. Por eso acudió la pasada semana al Parlamento Europeo, invitada por el GUE/NGL, para explicar en Bruselas los retos y dificultades a los que se enfrenta el proceso de paz y la necesidad de que Europa no mire para otro lado. En esta entrevista, Daza repasa la actualidad del país, hace previsiones de las próximas elecciones y recuerda el periplo de su vida, marcada por el horror del paramilitarismo

Regresó usted en 2015, ¿cómo ve el país tras 26 años exiliada?

Los problemas sociales y políticos han empeorado. El país esta más modernizado en infraestructura y tecnología. El dinero del narcotráfico sostiene la economía y moderniza el país. Pero en cuanto a la satisfacción de las necesidades básicas hemos empeorado. Hay más pobres y la riqueza está más concentrada, sobre todo la tierra, el principal factor de producción del país. Además me encontré con el daño ambiental provocado por la minería extractiva y con que la violencia contra la mujer se ha disparado a niveles que resultan impactantes. También la homofobia y los suicidios. Pero la ilusión de que se acabe un conflicto armado me da fuerzas para trabajar todos los días. Construir la paz es difícil, lo fácil es hacer la guerra.

¿En qué consiste su agrupación política, Voces de Paz y Reconciliación?

Surge como resultado del acuerdo de paz. Se creó para tener representación y observar. Somos tres en el Senado y tres en la Cámara, tenemos derecho a voz pero no a voto. Vigilamos que nada se cambie ni tergiverse ni se agregue ni se suprima de lo acordado. Somos facilitadores para que las FARC den el paso definitivo de convertirse en un nuevo partido o movimiento político y tratamos de ambientar la opinión nacional para que acepte ese proceso y superen el odio acumulado, inoculado por los medios y comprendan que este esfuerzo de cinco años de negociaciones tiene ese fin fundamental: hacer política sin armas.

¿El partido de las FARC se presentará a las elecciones de 2018 en solitario o en bloque con otras fuerzas de izquierdas?

No creo que vayan solos. No tienen experiencia suficiente. Todo esto es nuevo para ellos. Ni siquiera van a proponer candidato propio a la Presidencia de la República, me temo. Apoyarán a una persona que esté de acuerdo con el proceso y se comprometa a continuar con la implementación del acuerdo.

"Se está planteado la unidad de la izquierda como una urgencia"

Habrá seguramente alianzas. Se está planteando la unidad como una urgencia, y en eso están el Partido Comunista, Marcha Patriótica, la Unión Patriótica y el partido que nazca de las FARC. Quizás también algunos sectores de centro, incluso con sectores liberales que han apoyado con firmeza los acuerdos de paz en el Congreso. Es factible alianzas con algunos liberales e ir juntos en listas.

¿Qué acogida cree que tendrá el nuevo partido?

Se espera que los votos a las FARC no sean muchos, pero se trata de iniciar un proceso para demostrar que no son lo que se ha dicho que son. Han reconocido errores, han pedido perdón a las comunidades afectadas por sus actos...

¿No cree que es difícil votar a gente que ha causado tanto sufrimiento?

Sí, pero de la opinión pública cabe esperar comportamientos extraños. ¿Cómo se explica si no que voten por los candidatos del paramilitarismo? Ellos son los grandes victimarios de civiles en el conflicto, pero salen elegidos senadores, gobernadores, diputados, concejales y hasta presidentes.

"Las FARC merecen el odio de sus víctimas, pero el mayor odio debería ser para el paramilitarismo y para Álvaro Uribe"

Las estadísticas del Centro Nacional de Memoria Histórica dicen que de cada cien víctimas del conflicto armado,17 son por culpa de todas las guerrillas y 83 por culpa de paramilitares, Fuerzas Armadas, órganos de inteligencia, empresarios y políticos. Ellos son los responsables, pero paradójicamente, son los candidatos que salen elegidos.

Las FARC merecen el odio de las víctimas, pero el odio mayoritario debería ser para el paramilitarismo y para Álvaro Uribe Vélez, pero éste es capaz de arrastrar el voto de seis millones de colombianos.

¿Qué opciones tiene el uribismo en las próximas elecciones?

Muchas. Hay siete millones de colombianos a los que no le duelen las masacres, los crímenes atroces, el desplazamiento forzoso de ocho millones de colombianos, las torturas que cometieron los paramilitares.

¿Por qué cree que ganó el 'no' en el plebiscito del pasado año?

Para mí no ganó nadie. Quienes hicieron campaña por el 'no' estaban mintiendo y exagerando. Manipularon de forma descarada y cínica a muchos de los que votaron en contra. Los pastores de las iglesias cristiana decían que si gana el 'sí', se educaría a los niños en las escuelas para ser homosexuales. Otros decían que el sí traería un gobierno de la guerrilla, un régimen castrochavista, que se iban a subir los impuestos sobre las pensiones, que se iban a quitar subsidios... todo mentiras.

"La gente llena de prejuicios votaba 'no' por miedo"

Por desgracia, el pueblo colombiano es ignorante, hay un sistema educativo deficiente y un 7% de analfabetismo. La gente llena de prejuicios votaba 'no' por miedo y, además, el Gobierno no hizo campaña por el sí, la campaña la hicimos los sectores de izquierdas.

Cuando habla de los candidatos del paramilitarismo, ¿cómo le explica a los europeos en qué consiste ese término?

Esa palabra hace pensar en un organismo por encima de los militares, nadie piensa que es una organización criminal que masacró a ciudadanos inocentes. Es un grupo al margen de la ley pero que tiene apoyo de la institucionalidad colombiana para arrasar con el movimiento popular y promover una mayor concentración de la propiedad de la tierra.

El argumento de la creación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) se suponía que era para defenderse de la guerrilla, pero eso fue lo que menos hicieron. En el departamento del Cesar hubo reseñados sólo tres combates entre la guerrilla y los paramilitares en 20 años. Al mismo tiempo, 45.000 hectáreas de tierra fueron robadas a los campesinos. Fue usurpación más que combate a la guerrilla.

También lograron el exterminio de un partido político, la Unión Patriótica (UP), de la que usted fue fundadora.

Sí. Se fundó en el año 85 y participamos en la elecciones en el 86. Nuestro candidato a la presidencia obtuvo 400.000 votos, cuando se elegía al presidente con unos dos millones de votos. Fue un resultado sorprendente.

Se intentó borrar de la historia del país a todo movimiento con ideas contrarias al establishment"

Obtuvimos nueve senadores, cinco fueron asesinados por el paramilitarismo y cuatro tuvieron que irse del país. De seis representantes a la Cámara que obtuvimos, tres fueron asesinados y los otros vinieron a exiliarse a Europa. De 356 diputados, 185 fueron asesinados. De 410 concejales, más de 200 fueron asesinados. En mi departamento, el Cesar, tuvimo siete concejales en siete municipios y yo fui la única superviviente. Se pretendió acallar, borrar de la historia del país a todo movimiento con ideas contrarias al establishment.

¿En qué momento vio claro que tenía que irse del país?

Sufría muchas y duras amenazas. La última fue el envío de una corona de de flores mortuoria con una tarjeta que me invitaba a mi propio funeral. Ese día me convencí. Ya habíamos enterrado a cuatro de los concejales elegidos.

Imelda Daza antes de su exilio, en una imagen de los años 80.

Imelda Daza antes de su exilio, en una imagen de los años 80.

¿Cómo fue el proceso hasta que consiguió asilo?

Inicialmente fui a Bogotá. Ahí nació mi hija, como una desplazada. Pero a los seis meses volvieron las amenazas por teléfono. "Te llegó la hora, vieja. Comunista de mierda, todos tienen que morir, todos los comunistas" me decían. Esa noche, con mis tres hijos, me fui a un hogar de paso de una organización defensora de Derechos Humanos y me ayudaron a irme a Lima, Perú, pero dejé a mis hijos en Bogotá. En Perú me negaron el asilo y una amiga que ya se había asilado en Suecia me contactó para orientarme y poder llegar hasta allí. Así fue como llegué con mis hijos, en otoño de 1989, a vivir a una país extrañísimo para mí. Yo venía del Caribe, del trópico y aquello me pareció la penumbra, un silencio sepulcral, una quietud paralizante. No entendía ni cómo había llegado ahí ni qué iba a hacer, pero tenía claro que estaba lejos de los crímenes. A salvo, y mis tres hijos también. Así me abrí camino.

¿Por qué decidió volver después de tanto tiempo?

Mis hijos crecieron allí. Allí trabajan y viven. Pero yo soñé con el retorno cada uno de los días que viví ahí. Era una obsesión, me dolía lo que pasaba en Colombia. Cuando se inician las conversaciones de paz de Oslo vi una oportunidad, porque Noruega no se embarca en aventuras, si se ofrecen como garantes es porque van hasta el final.

"Pensé: ¿Así va a ser el resto de mis días, entretenerme esperando la muerte?"

También coincidió con mi edad de jubilación. Un día me llegaron varias cartas de asociaciones de jubilados suecos para vincularme a ellas y hacer actividades de entretenimiento y ocio. Eso me hizo reaccionar duramente. ¿Así va a ser el resto de mis días? ¿Entretenerme esperando la muerte? Eso es lo que hacen los jubilados suecos. Me asustó esa reflexión y dije que no me iba a sentar a esperar a la muerte. A mí que la muerte me sorprenda en Colombia tratando de cambiar aquello. No me importa que me maten si vuelvo, pero tengo que ir a trabajar por la paz, pensaba. Era mi obsesión

¿Cómo vuelve a hacer política?

Yo sentía que era necesaria la presencia y la experiencia de todos los exiliados colombianos porque nadie entendía mejor que nosotros la urgencia de la paz. Cuando había vuelto me invitaron a un acto en homenaje a los asesinados de la UP porque yo era de las pocas supervivientes. Cuando llegué a mi ciudad, los hijos de mis compañeros asesinados me pidieron que fuera candidata a la Gobernación de mi departamento. No teníamos recursos ni equipo, sin gente si quiera. Pero me insistieron y pensé que ya lo habíamos perdido todo, que lo que hiciéramos en adelante ya era ganar. Así me lancé a la campaña, con un esquema de seguridad facilitado por el Gobierno y con unos 3.000 euros de fondos. Yo puse dinero de mi bolsillo, de mi pensión, y logramos una cosa importante: recuperar la voz. Hacía 30 años que en esa región nadie se levantaba contra el (des)orden [abre comillas con sus dedos] establecido. Hoy se nos tiene en cuenta. Poco a poco hemos recuperado lo que nos quitó el genocidio. Hay una fuerza nueva que emerge con deseos de cambio.

La implementación de los acuerdos de paz está sufriendo graves retrasos,  ¿cree eso puede perjudicar a las negociaciones en curso entre la guerrilla del ELN y el Gobierno?

Creo que el ELN tiene una dirección inteligente que está viendo que una negociación es difícil, pero seguro que están tomando nota y preparándose mejor. Sabrán que el Gobierno firma cualquier cosa y no se dispone a cumplirlo, pero ellos tendrán que aclarar mecanismo que les garanticen un respeto mayor por parte del Gobierno.

"Espero que el ELN también pase a ser un partido político"

Confío en que se va allegar a un final de la confrontación y el ELN se convertirá en un nuevo partido político que amplíe la democracia. Sin duda que al guerrillero de base le desanima ver que a las FARC les ha tocado hacerse todo, sus nuevas casitas, sin apoyo logístico, pero eso les sirve de lección para convenir, por ejemplo, que no se irán de sus lugares de permanencia hasta que no vean todo construido.

El número de asesinatos de líderes políticos y sociales ha vuelto a dispararse tras los acuerdos de paz ¿Corre el nuevo partido de las FARC el riesgo de acabar aniquilada como la UP?

Es más difícil. Hay condiciones distintas. Toda la dirección del partido tendrá buena seguridad, con escoltas de confianza. Eso no garantiza que haya algún crimen pero es un elemento disuasivo importante con el que no contó la UP durante su exterminio. Hemos aprendido la lección de aquella época. Sólo queda que el Gobierno cumpla los acuerdos y acabe con los grupos sucesores del paramilitarismo. Sólo eso garantizará la construcción de la paz. El Gobierno no ha cumplido y se ha descuidado, pero se está insistiendo en eso.

Paramilitarismo y narcotráfico son, muchas veces, dos caras de la misma moneda ¿Cómo se hace frente a eso tras los fracasos en la guerra contra las drogas?

Con los acuerdos de paz se ha introducido la sustitución de cultivos de uso ilícito. El Gobierno debe implementar programas de sustitución de cultivos de hoja de coca por cultivos de alimento. Si cumple con ese compromiso se reducirá drásticamente el cultivo y producción de cocaína. Pero eso, pienso yo como economista, sólo dispararía el precio de la cocaína, haría más lucrativo el negocio.

"La única solución para el problema de las drogas es la legalización"

A largo plazo, la única solución para el problema de las drogas es la legalización. Suena a blasfemia, pero si recordamos la historia del alcohol y el tabaco vemos que puede ser un remedio. Legalizar no implica que haya cocaína en cada esquina. El tabaco y el alcohol fueron mucho tiempo monopolio del Estado, en muchso países sigue siendo así.

Imelda Daza, en el Parlamento Europeo de Bruselas.- JAIRO VARGAS

Imelda Daza, en el Parlamento Europeo de Bruselas.- JAIRO VARGAS

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