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Che Guevara El legado del Che en Cuba: ¿Un arma creadora o una simple consigna vacía?

Cincuenta años después de la muerte de Ernesto Guevara, donde su figura sigue siendo intocable para los cubanos de más edad, muchos se preguntan qué pasó con el sueño guevarista de construir "un hombre nuevo".

Mario Terán, el soldado que mató al Che.

Tamara Juvier estudió en el preuniversitario Lenin y a los 16 años se le ocurrió hacer un trabajo de investigación sobre el Comandante Ernesto Che Guevara. "Se nos hacía difícil que pudiera ser como un Dios. Ser como una persona que no tiene defectos es imposible", me dijo entonces. El trabajo académico que ganó el concurso de historia, hablaba de la primera relación sexual del Che, lo describía como una persona desordenada y un enemigo acérrimo de las duchas. Lo bajaron
del pedestal y así lo humanizaron, acercándolo más a los jóvenes.

También mostraron aspectos del Comandante de los que poco se habla en Cuba cuando se cumplen cincuenta años de su muerte. "El Che que nuestra generación necesita es el del pensamiento crítico y el análisis, es el del azote a lo mal hecho, el del valor para expresar lo que piensa", me decía la joven. Los estudiantes escribieron: "El Che puede ser un arma creadora o una simple consigna vacía, sus ideas pueden llenar nuestras mentes de forma crítica o nuestras camisetas como adorno".

Hoy Tamara ya es médico, igual que el Che, y formó parte de la brigada que apoyó a las víctimas del terremoto del 2005 en Cachemira, Pakistán, donde recorrió escarpadas montañas para atender a los heridos, sufrió las heladas del invierno y durmió en tiendas de campaña. La joven doctora se había convertido en miembro de la Brigada Henry Reed, una especie de guerrilla de "batas blancas", especialistas
en combatir desastres naturales y epidemias. Sin saberlo, aterrizaba en Pakistán 45 años después de que el Che visitara ese país.

"Se nos hacía difícil que pudiera ser como un Dios. Ser como una persona que no tiene defectos es imposible"

Muchos se preguntan qué pasó con el sueño guevarista de construir "un hombre nuevo". Decía el argentino José Ingenieros que "la humanidad no llega hasta donde quieren los idealistas en cada perfección particular; pero siempre llega más allá de donde habría ido sin su esfuerzo". Los médicos que arriesgaron sus vidas luchando contra el ébola en África sin recibir ni siquiera un salario, la escasa violencia social que se vive en la isla, la solidaridad mutua durante las catástrofes, el trato a sus niños o la atención a los minusválidos muestran que, aunque no se hayan convertido en aquel "hombre nuevo", son de todas formas mejores personas.

Que el Comandante argentino se haya transformado en paradigma no es raro cuando el propio Fidel Castro dijo: "Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡queremos que sean como el Che!". Varias generaciones de cubanos pasaron su educación primaria iniciando cada jornada con la consigna "seremos como el Che". Aunque siempre hubiera algún niño fanático del fútbol, como el bailarín de ballet Carlos Acosta, que respondía invariablemente "seremos como Pelé" Pero ese artista, tras su triunfo internacional en el Royal Ballet, regresó a Cuba para formar una compañía de ballet financiada de su propio bolsillo.

Para los cubanos de más edad la figura del Che es prácticamente intocable. Hace unos años, intentamos comprar su biografía, escrita por el mexicano Paco Taibo, y la librera cubana, una señora cercana a la edad de jubilación, hizo todo lo que pudo para que adquiriéramos cualquier otra porque esa era "un poco irrespetuosa", nos dijo en voz baja. Justamente de esa fuente habían obtenido Tamara y su grupo de
estudiantes muchos de los datos "más picantes" que utilizaron para aquel trabajo académico.

"El Che puede ser un arma creadora o una simple consigna vacía, sus ideas pueden llenar nuestras mentes de forma crítica o nuestras camisetas como adorno"

Tirso Saenz fue parte del equipo del Che en la dirección del Ministerio de Industria. Explicó a Público que el argentino "era crítico, exigente y muy sincero. Eso fue bueno, porque también él era exigente consigo mismo". Recuerda que en aquella época "dormíamos poco y trabajábamos enormemente con el fin de resolver los innumerables problemas, de cumplir con todas las tareas. Eran a veces más de 20 horas de trabajo sin parar, incluyendo sábados y domingos". Agrega que "aun así, en ese duro bregar, uno sentía que el Che, más que un jefe, era un amigo".

Curiosamente Tirso coincide con Tamara en que "a nuestros jóvenes lo que más se transmite es la imagen mítica del Guerrillero Heroico, pero poco de su pensamiento. Es necesario rescatar del Che particularmente lo referido a lo que él llamó el hombre nuevo, a la importancia del desarrollo ideológico como motor principal del socialismo".

Muchos se preguntan qué pasó con el sueño guevarista de construir "un hombre nuevo"

Muchos de los hombres y mujeres que han estado junto al Comandante argentino parecen haber quedado marcados para toda su vida: "Hay un Tirso de antes y otro después de trabajar con el Che. En la medida en que pasa el tiempo, cada vez más yo comprendo mejor su pensamiento. Sus ideas no sólo eran importantes para aquellos momentos en que él estaba con nosotros, sino que cada día adquieren más vigencia, no sólo para Cuba, sino para todo los que luchan por un mundo mejor”.

Cuarenta años después de la muerte del Che, un comando guerrillero de batas blancas vengó el crimen. Un hijo de Mario Terán —el soldado boliviano que lo asesinó el 9 de octubre de 1967— se presentó en la redacción del diario El Deber de Santa Cruz, para "publicar una nota de agradecimiento a los médicos cubanos". Su padre había sido operado gratis de cataratas por ellos en un hospital que donó el gobierno de Cuba a Bolivia.

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