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La independencia del Kurdistán, congelada

Las autoridades kurdas han “congelado” la aplicación de la independencia que los kurdos iraquíes votaron en referéndum el 25 de septiembre. El presidente Masud Barzani no ha tenido más remedio que dar marcha atrás ante las amenazas de Bagdad y la ausencia de suficientes apoyos internacionales.

Kurdistán iraquí

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El 16 de octubre las tropas iraquíes capturaron Kirkuk, que hasta entonces estuvo en poder de los peshmerga kurdos. Kirkuk es una ciudad multiétnica y rica en petróleo que tiene un gran simbolismo para los kurdos. Su caída, después de unos combates que apenas duraron tres horas, representó un serio revés para la mayor parte de la población del Kurdistán iraquí.

A partir de ese día continuaron las reacciones viscerales que se iniciaron tras el referéndum de independencia del 25 de septiembre. Las dos grandes formaciones políticas, el Partido Democrático del Kurdistán y la Unión Patriótica del Kurdistán, se acusaron mutuamente de “traición” y los reproches no han cesado desde entonces. La sociedad kurda sigue siendo básicamente tribal y recurre habitualmente a los sentimientos nacionalistas más profundos.

En Bagdad, el primer ministro Haider al Abadi, cansado del maximalismo kurdo, como la inmensa mayoría de los ciudadanos iraquíes, anunció sanciones contando con el apoyo de Turquía e Irán, dos países que observan con recelo las aproximaciones de los kurdos a la independencia.

El primer efecto del cataclismo es que millares de kurdos han huido de Kirkuk por temor a las represalias. En una sociedad basada en el tribalismo y en el nacionalismo, las represalias suelen ser frecuentes y explican en gran parte la huida de la gente.

Apoyos internacionales

Al Abadi ha dejado claro que va a aplicar la ley, y para ello cuenta con el apoyo de Ankara y Teherán. Existen, sin embargo, dos países que apoyan la independencia kurda, Israel y Arabia Saudí, que tratan de pescar en río revuelto. Israel ve en la independencia kurda la oportunidad de asestar un fuerte golpe a las pretensiones políticas de Irán y Turquía en la región. Y lo mismo ocurre con Arabia Saudí.

Con un vasto territorio que se extiende por Irán, Turquía, Siria e Irak, el Kurdistán es una región apetitosa para todos esos países, y ninguno de ellos quiere ver un Kurdistán independiente. El movimiento independentista kurdo es relativamente moderno y ha sido en parte violento.

Las presiones de Estados Unidos y la conquista de Kirkuk por las tropas de Bagdad pueden haber influido en la congelación de los resultados

Lo más irónico es que desde la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003, el Kurdistán iraquí ha disfrutado de facto de una independencia casi completa que, sin embargo, no ha impedido un cuantioso endeudamiento externo. Situada en el norte del país, la región kurda se había desligado en la práctica de Bagdad. Sus principales sostenes políticos han sido Estados Unidos, y por supuesto Israel y Arabia Saudí.

Esta misma semana el primer ministro Benjamín Netanyahu se expresó públicamente a favor de la independencia del Kurdistán iraquí. Aunque los líderes israelíes tratan de ser muy cuidadosos en este punto, existen numerosos funcionarios de rango intermedio que continuamente hablan a favor de los kurdos.

La política regional de Israel y de Arabia Saudí está cada día más unificada y esta proximidad se ha visto con claridad durante la crisis del Kurdistán. Tanto Tel Aviv como Riad han jugado sus bazas a favor de los kurdos por sus propios intereses, pero no han sido capaces de impedir el reciente cambio de paso de los dirigentes kurdos.

Las razones 

El presidente kurdo, Masud Barzani, ha conducido a la población a una situación difícilmente sostenible y las autoridades del Kurdistán han anunciado finalmente la “congelación” de los resultados del referéndum. Los resultados del 25 de septiembre fueron abrumadoramente favorables a la independencia. No está claro qué significa la “congelación” de los resultados, pero todo indica que esta medida no va a resolver la crisis.

Los críticos con el plebiscito señalan que no hubo un debate abierto previo al referéndum y que el resultado fue usado para beneficio de ciertos líderes políticos. La congelación de los resultados anunciada el pasado martes puede haberse producido por presiones de Estados Unidos y sin duda también habrá influido la conquista de Kirkuk por las tropas de Bagdad.

Se ha abierto ahora un periodo de reflexión. La independencia la han aparcado por el momento las mismas autoridades kurdas que han visto que el apoyo de Israel y Turquía no basta para cambiar el destino de un pueblo. La única consecuencia lograda por el momento es más frustración para los kurdos y la posibilidad de que el conflicto cause más devastación.

Por su parte, el presidente iraquí Al Abadi ha advertido que no acepta la “congelación” del referéndum anunciada por Barzani y exige lisa y llanamente su “cancelación” y el respeto de la constitución iraquí. Mientras tanto, la ofensiva ordenada por Al Abadi ha causado decenas de muertos.

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