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Refugiados De los hangares a la pista: refugiados en el aeropuerto de Berlín

Más de 1.000 refugiados van a ser trasladados al campamento de contenedores situado en el viejo aeropuerto de Tempelhof. Con mejores condiciones que las instalaciones dispuestas en los hangares, tampoco está exento de polémica y críticas.

Módulos prefabricados en el viejo aeropuerto berlinés de Tempelhof para acoger a los refugiados. AFP/Tobias Schwarz

Javier Pérez de la Cruz

“Por supuesto que es mejor que los hangares. Al menos tengo un techo, un mínimo espacio de privacidad. Y también hay cocina y puedo cocinar mi propia comida. Pero sigue siendo un contenedor…”. Hace cinco días que Nasser, un joven sirio de Alepo, ha salido, por fin, de los hangares del viejo aeropuerto berlinés de Tempelhof. “Antes ni siquiera tenía una puerta, no podía estudiar por los gritos de la gente y la comida también era muy mala”. Durante casi dos años, desde que llegó a Alemania en enero de 2016, esa fue rutina.

La comparación que realiza con sus antiguas condiciones de vida evidencia la mejora tras la mudanza. Hasta 1.024 refugiados y solicitantes de asilo van a trasladarse a este campamento temporal o tempohome, según la terminología utilizada por la administración. Los primeros empezaron a llegar a principios de diciembre.

Los tempohomes, construidos a base de contenedores, son la solución puesta sobre la mesa por las autoridades berlinesas para poder cerrar todos los alojamientos provisionales (como los hangares del aeropuerto) y los gimnasios. De estos dos tipos de infraestructuras, que presentaban condiciones muy precarias, son de los que echaron mano los responsables locales para poder dar cobijo a las decenas de miles de refugiados que han llegado a la capital alemana durante los últimos años. Según cifras ofrecidas por la Oficina Estatal para Asuntos de Refugiados, en 2015, 55.000 personas solicitaron asilo solo en Berlín.

No obstante, los nuevos campamentos no están exentos de críticas, en especial en el que Nasser vive, en el viejo aeropuerto de Tempelhof, por diversos motivos. El primero, su precio: 17 millones de euros por cerca de 900 contenedores de 45 metros cuadrados. Nasser, tras cinco días viviendo allí, de lo que más se queja es de tener que andar hasta un kilómetro para poder poner la lavadora. “Y además cuando llegas hay mucha gente y tienes que esperar mucho tiempo antes de poder ponerla”.

Los 17 millones de euros resultan especialmente llamativos dado que, debido a restricciones legales, sólo podrá utilizarse hasta finales 2019, apenas dos años. Y eso partiendo de que su apertura ha llegado con meses de retraso, pues la fecha prevista en un primer momento para las primeras mudanzas era a finales del verano pasado.

“En lugar de invertir dinero en la construcción de alojamiento temporal, se podría construir vivienda social que sería una opción de larga duración para los refugiados y para la ciudad de Berlin en general, que está sufriendo un aumento abismal en los precios de la vivienda”, explica Carolina, una activista española involucrada en las movilizaciones por la mejora de las condiciones de vida de los refugiados e inmigrantes en Berlín.

Según cifras ofrecidas por la Oficina Estatal para Asuntos de Refugiados, en 2015, 55.000 personas solicitaron asilo solo en Berlín

Activistas como Carolina y los miembros de la organización 100% Tempelhofer Feld temen, además, que este campamento sea un primer paso para comenzar a construir en el viejo aeropuerto, una zona que se decidió mantener como pública y comunitaria tras la celebración de un referéndum en 2014. “Lo que está ocurriendo en Tempelhof es una maniobra de especulación inmobiliaria, dentro de una ciudad que está en pleno proceso de gentrificación y privatización”, sostiene la activista.

Los contratos para levantar el campamento de contenedores en el antiguo aeropuerto hoy convertido en parque fue del anterior Gobierno de Berlín formado por los socialdemócratas del SPD y los conservadores de la CDU. No obstante, la coalición de socialdemócratas, Verdes y La Izquierda que logró el poder a finales de 2016 ha sido el encargado de terminar su construcción. Desde la Oficina Estatal para Asuntos de Refugiados insisten en que se respetará la ley y apuntan a los Alojamientos Modulares para Refugiados como solución a más largo plazo. “Son edificios que pueden durar 80 años y que después se pueden utilizar para proyectos de vivienda social debido a su diseño modular. Nueve de ellos ya están completados y once más están bajo construcción o planeados”, señala a este periódico una portavoz de la Oficina.

Integración y vivienda

“Busco por las diferentes páginas web de oferta de pisos, mando muchos correos electrónicos e incluso he llegado a visitar apartamentos. Pero después, nada, nunca me vuelven a contactar”. Nasser muestra su frustración al describir sus intentos de encontrar un piso al que poder mudarse. Quiere salir cuanto antes del campamento de contenedores al que acaba de llegar, pero hasta ahora el esfuerzo ha sido en vano.

El joven de Alepo está convencido de que en una vivienda particular su integración en la sociedad alemana sería mucho más rápida. Ahora, a lo largo del día, cuenta, apenas interactúa con alemanes. Es la última gran crítica que los activistas realizan al tempohome del aeropuerto y a los otros once que hay en Berlín: la falta de integración en el tejido social local.

De los hangares a la pista: refugiados en el aeropuerto de Berlín

De los hangares a la pista: refugiados en el aeropuerto de Berlín.

Elke Breitenbach, senadora de Berlín para Integración, Trabajo y Asuntos Sociales, no obstante, opina que en los campamentos temporales también se puede fomentar la integración. “Además de mejorar el alojamiento y el cuidado a los refugiados, en el tempohome de Tempelhof se producen otras medidas para la integración como los cursos de idiomas”, responde la senadora Breitenbach a Público a través del correo electrónico. “El contacto con la sociedad de la ciudad se desarrollará aún más, también a través de las muchas iniciativas voluntarias que apoyan la integración de los refugiados”.

Las autoridades locales insisten en los problemas que provoca el particular mercado inmobiliario de Berlín, que sufre de escasez de vivienda y aumento desenfrenado de los alquileres, y que no solo afectan solo a los refugiados.

Nasser no piensa en otra cosa que no sea integrarse por completo en la sociedad alemana

El fenómeno, sin embargo, se reproduce también en otros puntos del país, como explica Petra Bendel, responsable del Consejo de Asesoramiento de la Oficina Federal para Migración y Refugiados, aunque la respuesta no siempre es la misma. “También se observan diferentes interpretaciones legislativas y administrativas de la ley federal entre los diferentes Estados federados. Por ejemplo, la ley alemana dice que los solicitantes de asilo deben vivir en alojamientos comunitarios, deben, ‘sollten' en alemán, pero algunos Estados, y sobre todo Baviera, lo interpretan como casi un completa obligación. Los organizaciones pro refugiados califican esta medida de no razonable e incluso cruel”.

Mientras, en Berlín, Nasser no piensa en otra cosa que no sea integrarse por completo en la sociedad alemana. Quiere montar aquí su vida, a pesar de que su familia, a excepción de un hermano que atravesó la ruta de los Balcanes junto a él, se encuentra en Turquía. Su objetivo: completar un curso de formación profesional y convertirse en conductor de metro.

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