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Brexit Las universidades británicas reclaman un segundo referéndum del brexit o su situación será "desastrosa"

Los investigadores de los centros educativos del Reino Unido luchan por conseguir un permiso de residencia o incluso la nacionalidad para no perder su puesto de trabajo. 

University College of London.

CRISTINA CASERO

Pablo Ortíz de Zárate es periodista especializado en arte. La licenciatura la estudió en Salamanca pero la especialización la cursó en la University College of London, considerada la quinta mejor universidad del mundo en Artes y Humanidades junto con la de Cambridge por The Times Higher Education.

Como él, ahora mismo en las universidades europeas hay 104.875 estudiantes procedentes de países de la UE, de los cuales 7.185 son españoles. Muchos de ellos, igual que Pablo, solo han podido venir a estudiar gracias a que ahora los estudiantes comunitarios pagan lo mismo que los británicos. Su Máster en Historia del Arte este curso le habría costado £10.440 libras frente a las £21.790 que habrá tenido que pagar cualquier estudiante procedente de otro país, más del doble. En materias como Tecnología Espacial o Ciencias Clínicas de la Salud Mental la diferencia llega hasta el triple.

"Con el brexit, los españoles de clase media perderemos la oportunidad de acceder a esas universidades de élite"

Con un Reino Unido fuera de Europa, las universidades del país calculan que perderían el 60% de estudiantes europeos. “Jamás hubiera podido pagar el precio de un estudiante de un país no comunitario —cuenta Pablo a Público—. Con el brexit, los españoles de clase media perderemos la oportunidad de acceder a esas universidades de élite. Sólo los ricos podrán hacerlo. Esos estudios son los que me abrieron un mundo de oportunidades profesionales. Perderemos mucho más de lo que creemos”.

Por eso algunos de los responsables de estas universidades han lanzado la voz de alarma y se han posicionado abiertamente pidiendo un nuevo referéndum. Creen que es la única opción que puede salvarlos. Consideran que si finalmente el Parlamento de Westminster no aprueba el acuerdo que Theresa May ha suscrito con los líderes de la UE y la opción es una salida sin acuerdo, el efecto sería —según el profesor David Green de la Universidad de Worcester— “un desastre”.

Al frente de este llamamiento está precisamente el vicerrector de la UCL, junto con los de la Warwick University, las universidades de Cardiff, de Worcester y de Kent, el profesor de la Universidad de Oxford, Simon Marginson e incluso el genetista galardonado con un Premio Noble Paul Nurse.

“El numero de estudiantes británicos ya lleva años decreciendo por cuestiones demográficas sin los estudiantes comunitarios no sé lo que podría pasar”, señala a este medio la profesora Lia Betti de la Universidad de Roehampton.

Además estarían los estudiantes que realizan algún programa de intercambio como el Erasmus, otro de los grandes perjudicados. Según un estudio sobre el impacto del brexit en la comunidad universitaria realizado por Universities UK un 50% de los estudiantes británicos se beneficiaron de este programa durante el curso 2015-2016 y más de 15.500 europeos vinieron aquí gracias a él.

Los responsables de estos centros académicos están intentado movilizar a su alumnado a favor de un nuevo referéndum aunque la verdad es que los estudiantes están bastante convencidos ya. Según una encuesta publicada la semana pasada, 77.000 estudiantes de todo Reino Unido —las tres cuartas partes— apoyan la idea de una segunda votación sobre el brexit.

Pero no olvidemos que los estudiantes de hoy son los investigadores de mañana. Y un elemento fundamental para estas universidades son los estudios que desarrollan. Si para su trabajo dependen de las colaboraciones con universidades de otros países y de los fondos europeos que se perderían, esas investigaciones también están en peligro.

"Hay gente realmente brillante que lleva aquí incluso 25 años que no sabe si va a poder quedarse"

Además de ser una de las 36.000 académicas europeas que aglutinan las universidades de Reino Unido, Lia también es investigadora y su caso reúne un poco de todo. Es italiana pero estudió Antropología y Biología en la Universidad de Cambridge, como Pablo “solo gracias a que pude pagar el mismo precio que un ciudadano británico.” El doctorado lo cursó en la Universidad de Kent “me admitieron también en centros de Milán y Nueva Zelanda pero el programa de Kent fue el que me resultó más atractivo”. Y ahí entra otro de los miedos que plantean los rectores, que las universidades británicas dejen de ser competitivas a la hora de atraer talento extranjero.

La última investigación que ha desarrollado Lia, un revolucionario descubrimiento que obliga a cambiar todos los estudios anteriores sobre la pelvis, fue publicado hace apenas un mes en The New York Times. Un orgullo personal para ella pero también una dosis de prestigio para una Universidad que tras un brexit sin acuerdo no hubiera podido contar con ella sólo porque no nació aquí.

Y Lia tiene suerte, su pareja es británica y aunque no están casados la hija de ambos posee la doble nacionalidad. Pero sus compañeros están realmente preocupados: “El problema es terrible. Ahora mismo es incalculable el número de profesores y de investigadores que podrían perder las universidades de Reino Unido”. Por eso, nos cuenta, algunos de sus compañeros ya están tomando medidas: “Hay gente realmente brillante que lleva aquí incluso 25 años que no sabe si va a poder quedarse. Gente que nunca ha tenido que preocuparse, que incluso compraron aquí su casa, y ahora los ves que están intentando ver cómo pueden conseguir un permiso de residencia o incluso la nacionalidad británica”.

El 40% del personal del Crick Institute de Londres, el mayor centro de investigación biomédica de Europa, procede de países miembros de la UE. La mayoría ve difícil quedarse pero sus compañeros británicos no piensan distinto. Y ese es otro de los miedos de los responsables de las Universidades, que al final los ciudadanos de Reino Unido también acaban marchándose a Europa con sus investigaciones bajo el brazo.

Una pérdida total de prestigio para un país que desde hace siglos puede presumir de haber trabajado duro para contar hoy con algunas de las universidades más prestigiosas del planeta.

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