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El machismo se ensaña con las mujeres la semana después del 25N y se cobra la vida de tres mujeres y una niña

En lo que va de año, la cifra de víctimas mortales por violencia de género supera el de todo 2022. Poner el foco en los agresores en lugar de en las víctimas, así como mejorar los sistemas de protección y sensibilización judicial se configuran como claves para eliminar esta lacra.

Decenas de personas llevan carteles con nombres de mujeres asesinadas por violencia machista durante una manifestación por el 25N, a 25 de noviembre de 2023, en Madrid (España).
Decenas de personas llevan carteles con nombres de mujeres asesinadas por violencia machista durante una manifestación por el 25N, a 25 de noviembre de 2023, en Madrid. Diego Radamés / Europa Press

Hace apenas una semana, cientos de miles de mujeres salían a manifestarse a las calles de todo el país para alzar el grito por aquellas a las que el machismo silencia, amedranta, golpea, viola y mata sistemáticamente. Un grito de acuerpamiento, que pronto lo fue de rabia y dolor, cuando a última hora de la tarde del mismo 25N se supo que la violencia machista se había cobrado otra víctima. Crimen que solo sería el primero de una semana de terror, con cuatro asesinadas en cinco días.

Solo entre el sábado y el miércoles, un hombre estranguló hasta la muerte a su mujer y otro asesinó a cuchilladas a su expareja y a su propia hija en Madrid. Otro hombre apuñaló a su mujer, que permanece hospitalizada, en A Coruña. Una mujer fue asesinada a cuchilladas y su hija se precipitó desde un segundo piso al intentar pedir ayuda; y otra fue agredida con una catana y varios puñetazos en València. Mientras, en Tenerife, otro hombre prendió fuego a su casa con su hijo y su mujer dentro, que permanece en coma con quemaduras graves.

En lo que va de año, el número de víctimas mortales por violencia de género ya supera el total de todo 2022, cuando fueron asesinadas 49 mujeres. Hasta la fecha, se han contabilizado ya 54 mujeres y dos niñas asesinadas; y queda un largo diciembre todavía por delante, con bastantes días festivos y vacaciones además, que es cuando estadísticamente más asesinatos machistas tienen lugar, como ha alertado el Ministerio de Igualdad en repetidas ocasiones.

Desde que se iniciaron estas estadísticas en 2003, son 1.239 mujeres agredidas mortalmente y 50 los menores a los que han matado sus padres o las parejas o exparejas de sus madres.

Cuando el sistema revictimiza a las víctimas

En tres de los cuatro casos de los últimos días, las mujeres habían pedido ayuda y amparo a las instituciones públicas. Es decir, sí constaban denuncias previas, según han confirmado fuentes policiales a EFE. De hecho, una de ellas había estado en el sistema VioGén (el sistema policial destinado al seguimiento y protección de las mujeres víctimas de violencia de género y de sus hijos e hijas), aunque su situación no se llegó a identificar como de riesgo.

A otra, directamente, le había sido retirada la protección como "víctima de riesgo alto y especial relevancia" cuando el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 4 de Madrid "decidió que no había indicios de que el investigado agrediera a la denunciante".

Esto ejemplos dan pista de todo el trabajo que queda por hacer. No solamente por la visible ineficiencia administrativa a la hora de velar por la vida de quienes sufren violencia cuando ya se ha identificado y se ha reconocido, sino también para prevenirla y ofrecer alternativas a las víctimas a la hora de salir de ese entorno hostil y peligroso, como llevan años reclamando tanto las expertas como el movimiento feminista.

En este sentido, la situación económica de las mujeres que sufren maltrato suele ser una de las razones que impiden que abandonen el hogar donde conviven con sus agresores. Un plan de viviendas alternativas, disponer de alquileres asequibles o implementar una renta básica universal que garantice la independencia económica de todos los ciudadanos son, por ejemplo, algunas medidas que se han reclamado para atajar este problema.

Otras razones que explican esta situación son también la vulnerabilidad burocrática de las que están en situación administrativa irregular, el miedo institucional a no ser creídas, o la culpa y la vergüenza que sienten porque se sienten responsables de no haber puesto fin a esa situación que creían poder controlar.

Este viernes, sin embargo, la recién nombrada ministra de Igualdad, Ana Redondo, volvía a poner el foco en las víctimas. "No denuncian todo lo que deberían y tampoco los entornos", ha afirmado la socialista en la Cadena Ser. Estas declaraciones, que cargan todo el peso del proceso en las mujeres que sufren esta violencia, han sido duramente criticadas desde numerosos entornos feministas, sobre todo en las redes sociales.

"Las mujeres denuncian y hay jueces que absuelven a sus agresores. Las mujeres denuncian, pero se archivan casos sin investigar lo suficiente. Y las mujeres que no denuncian no se revictimizan. Y a ver cuándo lanzamos mensajes a ellos", ha respondido con contundencia Ana Bernal Triviño, experta en violencias machistas y colaboradora de Público.

Las especialistas en violencia de género y violencia sexual subrayan que muchas veces el "verdadero infierno" para las mujeres no es el momento de la agresión, sino precisamente a partir del momento de que lo denuncia. Frases como "si lo llego a saber, no denuncio" son expresadas repetidamente por las víctimas.

En este sentido, sentir el apoyo, respaldo y confiabilidad de las instituciones, en un momento además de proliferación de los discursos negacionistas, es igualmente importante para la eliminación de las violencias machistas. 

Poner el foco en los agresores

El doctor en Estudios de Género Fernando Herranz considera que dirigirse solamente a las victimas de violencia machista "es un error". Herranz, que forma parte del Observatorio de Masculinidades de la Universidad Miguel Hernández, pone de relieve la necesidad de abordar las violencias producidas por el patriarcado también interpelando a los agresores.

"No basta con decir a las mujeres qué es la violencia para que la detecten, cuáles son sus manifestaciones, dónde puedan acudir si sufren violencia, si no abordamos también la masculinidad. Hay que problematizar la masculinidad desde todos los ámbitos y en el caso de la violencia explícita es obligatorio", afirma Herranz. 

El especialista señala la importancia de "problematizar cómo se construye la idea de hombre y cómo nos enseñan a ser hombres". Al final, la masculinidad propia del sistema patriarcal está atravesada por unas actitudes agresivas "no solo hacia las mujeres, sino hacia otros hombres, hacia aquellos que no cumplen los mandatos de la masculinidad hegemónica", argumenta.

"Es necesario relacionar todas esas intersecciones para poder hacer frente a la violencia de género. Si no, se pueden poner parches, se pueden poner tiritas, pero no se aborda en su integridad", opina Herranz.

Problematizar la masculinidad hegemónica

Los imperativos de género, también en la construcción de la masculinidad, son un aprendizaje. "Nada es natural ni esencial en nadie", apunta Herranz. En el caso de los hombres, se trata de un proceso donde "hay elementos estructurales de violencia presentes constantemente".

"En nuestra casa, de pequeños, nos dicen que no lloremos, que no mostremos débiles, que no seamos niñas. Para ser hombre también tienes que tener una actitud sexual determinada, tienes que aparentar siempre una una sexualidad muy relacionada con la dominación, con la exposición de poder, tenemos que tener la voz de la autoridad", explica Herranz.

Todos estos elementos son "el caldo de cultivo perfecto" para que un hombre se considere "con esa posición de poder suficiente, con esa jerarquía para someter, en este caso, a las mujeres si no obedecen o si hay una pequeña muestra de rebeldía".

A esto, además, se le suman una serie de "frustraciones propias de una masculinidad en crisis" que tienen que ver con la puesta en entredicho de la figura del "hombre proveedor" a raíz de las sucesivas crisis económicas y la emancipación de las mujeres, así como a su incapacidad para gestionar estas situaciones "sin reaccionar a todo con frustración o enfado".

Tampoco se puede obviar la influencia del feminismo. "Eso también provoca una reacción. Al final, frente a los avances hay un movimiento reaccionario del patriarcado para seguir manteniendo su posición hegemónica, su posición de poder", sostiene Herranz. "Ahora este resurgimiento se siente respaldado por los pensamientos neofascistas y de extrema derecha que vuelven a legitimar de esas posiciones", lamenta.

Aunque reconoce que el abordaje de este aspecto desde las instituciones es todavía muy superficial, resalta la labor llevada a cabo durante la última legislatura desde el Ministerio de Igualdad: "Se ha empezado y se ha incorporado la perspectiva de las masculinidades en las políticas públicas", destaca el experto, al mismo tiempo que anima a seguir profundizando en estos enfoques. 

Asimismo, Herranz considera "fundamental introducir en la esfera feminista a hombres que, de primeras, ni siquiera se podrían considerar feministas". "Esa intervención, trabajar desde el feminismo con hombres es un camino que se tiene que seguir trabajando desde la adolescencia en los institutos, desde Primaria con los niños... Es una concienciación que debe llegar a todos los ámbitos", concluye.

*Cuando ya se había cerrado esta noticia, se conoció que un nuevo caso estaba siendo investigado como violencia machista: La Guardia Civil investiga como violencia machista el asesinato de una mujer en A Coruña

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