Los grandes apellidos catalanes que fraguaron su poder en la España de Franco
La obra 'El franquisme que no marxa', del periodista Lluc Salellas, analiza las conexiones entre las grandes familias catalanas y el régimen dictatorial.
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Política
MADRID.- Las puertas giratorias no las inventó la democracia. Las puertas del Estado español llevan girando, al menos, desde el 1 de abril de 1939 cuando el ejército de Franco venció la Guerra Civil y comenzó a edificar las nuevas estructuras económicas y de poder del naciente Estado español con el Boletín Oficial del Estado como motor. Así, una parte importante de las actuales grandes familias empresariales son herederas de las grandes fortunas que se vieron beneficiadas de la victoria del ejército fascista aquel 1 de abril, la última gran tabula rasa de la economía española.
"Ahora, como en los años 40, los apellidos que continúan ejerciendo el poder económico y político en Catalunya son los Millet, los Cortina, los Carceller, los Mateu o los Trias, mientras que al conjunto de España son los De Oriol, López de Letona, De la Mora y Mon, Suárez o De Borbón, por poner algunos ejemplos", señala a Público el periodista Lluc Salellas, que acaba de publicar la obra El franquisme que no marxa [El franquismo que no se va] (Edicions Saldonar), un trabajo de investigación en el que analiza, entre otros puntos, las conexiones entre las grandes familias catalanas y el régimen de Franco.
De esta manera, el Boletín Oficial del Estado brindaba los negocios y los amigos del régimen se comían el pastel. Después llegó la Transición y la economía fue el primer tema en ser apartado de toda negociación. "El tema económico fue un tema tabú. No se plantea ni un cambio de modelo ni una redistribición de la riqueza", explica Salellas, que considera que si los 'colaboracionistas' con el régimen de Franco no hubieran sido amnistiados por su responsabilidades en la dictadura, la historia hubiese sido muy diferente.
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"Si estas familias hubieran tenido que rendir cuentas por su colaboración con el régimen franquista pues seguramente otro gallo hubiese cantado. Sus empresas no estarían tan bien vistas y, quizá, no hubiesen disfrutado de las subvenciones y adjudicaciones que han disfrutado durante la democracia", afirma el periodista.
Y es ahora, cuando una Segunda Transición se vislumbra en el horizonte, cuando Salellas cree conveniente recuperar la información sobre las raíces de las grandes fortunas catalanas para poder reabrir el debate. "Para poder analizar la realidad es imprescindible el contexto. Y el origen del poder de estas familias es una parte muy importante del contexto", reflexiona el autor.
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Por este motivo, Público ofrece a partir de ahora un capítulo íntegro de la obra El franquismo que no marxa, que, anteriormente, fue publicado por la revista Critic.
Los Cortina:
Uno de los ámbitos dentro del sector de la alimentación que más beneficios produce es el de la cerveza. Así lo constata la empresa San Miguel, que hoy en día forma parte del conglomerado Mahou, y constituye un gran ejemplo de este pequeño mundo que son las grandes empresas y su relación con los herederos del franquismo.
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San Miguel fue fundada por Pedro Cortina Mauti (la Pobla de Segur, 1908–Madrid, 1993), empresario y diplomático del franquismo que llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores con los últimos gobiernos de Carlos Arias Navarro. Embajador español en París durante mayo del 68, este empresario, casado con la hija del primer alcalde franquista de Madrid y cuñado del primer oficial muerto de la División Azul en el frente ruso, fue vicepresidente de la marca cervecera hasta su muerte.
Sus dos hijos también han tenido un conocido recorrido en el mundo empresarial español. Por una parte, Alfonso Cortina fue presidente de Repsol-YPF entre 1996 y 2004, posteriormente de la inmobiliaria de La Caixa, Colonial, y finalmente obtuvo un cargo directivo a la empresa de capital riesgo Texas Capital Group en España.
Empresario y diplomático del franquismo que llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores con los últimos gobiernos de Carlos Arias Navarro
Por otra, Alberto Cortina se casó con Alicia Koplowitz, empresaria y propietaria de la fortuna heredada de la empresa Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Koplowitz está considerada como una de las 20 fortunas españolas más importantes y, además de FCC, enriquecida gracias al régimen, dispone de acciones en grupos empresariales diversos como Inditex, Prisa o Ferrovial a través de su Sicav.
Los Carceller (Damm)
La historia de Damm no es sustancialmente diferente de la de San Miguel en lo que se refiere a las conexiones con el franquismo. Su fundador, Demetrio Carceller Segura (Las Parras de Castellote, Terol, 1894 – Madrid, 1968), ingeniero formado en Terrasa, fundador de Campsa, acabó siendo ministro de Comercio de Franco entre 1940 y 1945. Fundador de la Falange con Primo de Rivera, Carceller colaboró con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini desde un Gobierno, antes de abandonarlo para hacer fortuna en el sector privado gracias al Boletín Oficial del Estado.
Además de la marca cervecera, Demetrio Carceller formó parte de los consejos de administración del Banco Comercial Transatlántico, el Banco Industrial de Catalunya, Fomento de Aragón y Cepsa, y representa, según diversos historiadores, el ejemplo paradigmático de la oligarquía que creció dentro del régimen. Su fortuna, liderada por la marca Damm, continúa en manos de sus descendientes.
El propietario mayoritario actual de la cervecera es su nieto, Demetio Carceller Arce, que ha conseguido incrementar la fortuna participando en la petrolera canaria Disa y siendo consejero de Sacyr, CHL, Pescanova, Ebro Puleva, Gas Natural o Repsol. Carceller ha mejorado las prestaciones empresariales de su abuelo, aunque durante 2014 salió a la luz la imputación por el juez Pablo Ruz, de la Audiencia Nacional, por blanqueo capitales y delito contra la Hacienda Pública.
Los Suqué-Mateu (Grupo Peralada)
Si el mundo de la cerveza huele a rancio por sus vinculaciones con la dictadura, una parte del sector vinícola no es para menos. Uno de los conglomerados más conocidos en el mundo del vino catalán, el Grupo Peralada, es propiedad de los Suqué-Mateu. Esta familia está formada por Carmen Mateu, propietaria de las viñas y del castillo que da nombre a la empresa, y Artur Suqué, fundador de Inverama-Casinos de Catalunya, y sus tres hijos.
El proyecto empresarial, gastronómico y cultural alrededor de esta localidad del Empordà fue creado por Miquel Mateu i Pla (Barcelona, 1898-1972), padre de Carmen Mateu y alcalde de Barcelona desde la entrada de los fascistas en la capital de Catalunya hasta 1945. Mateu i Pla fue, además, 24 años procurador de las Cortes franquistas como un consejero nacional de la Falange y cinco más como miembro vitalicio, además de embajador en París durante dos años.
Falangista como pocos, Mateu i Pla era considerado uno de los amigos más íntimos del Caudillo. De hecho, iba a menudo a visitarlo en la casa de verano de la playa de Gabet en Llançà. Hijo de un industrial, cofundador de la Hispano-Suiza, este empresario tuvo cargos y responsabilidades en muchas empresas, como el Banco Urquijo Catalán o Barcelonesa de Publicanos (editora del Diario de Barcelona), y presidió La Caixa de Pensions, Fomento del Trabajo Nacional y la agencia de noticias EFE.
El escritor Josep Pla, nada sospechoso de ser un aliado de los bolcheviques, lo definió como “un personaje siniestro, un burgués dominado por el miedo"
El escritor Josep Pla, nada sospechoso de ser un aliado de los bolcheviques, lo definía como “un personaje siniestro, un burgués dominado por el miedo, por un ansia económica sin límites, el auténtico representante del franquismo en Catalunya”. Palabra de Pla.
Los Trias Sagnier
En la alta burguesía catalana que formaba parte de la oligarquía franquista y que se ha mantenido viva durante el paso de los años no hay, como es lógico, sólo empresarios vinculados con la alimentación. La familia Trias Sagnier, por ejemplo, es un caso bien diferente. El padre, Carlos Trias Bertran (Barcelona, 1914–Madrid, 1969), hijo de la alta burguesía barcelonesa, fue uno de los fundadores de la Falange en la provincia y huyó a Burgos nada más explotar la guerra.
Teniente de alcalde de la Barcelona franquista y primer secretario del Movimiento en la provincia de Girona, Carlos Trías es unos de los nombres vinculados con la sentencia a muerte del fundador de Unió Democràtica de Catalunya, Manuel Carrasco i Formiguera.
Los hijos de este barcelonés, al que la muerte súbita le impidió ser ministro, también se han mantenido en la élite intelectual y política catalana. Así, Jorge Trias, por ejemplo, es abogado y colaborador de la Fundación para los Análisis y los Estudios Sociales (FAES) y fue diputado popular entre el año 1996 y el año 2000. Histórico columnista de ABC, escribe actualmente en El País.
Jorge Trias ha estado relacionado con el ‘caso Bárcenas’, ya que fue uno de las primeras voces en denunciar el entramado delictivo en la calle Génova de Madrid. Su hermano, Eugenio Trias, fue uno de los filósofos españoles más importantes del siglo XX, así como uno de los promotores del manifiesto Foro Babel, que reclamaba más presencia del castellano en los espacios públicos de Catalunya.
Vinculado intelectualmente con Ciudadanos, Eugenio Trias murió a causa de un cáncer en el año 2013. Un tercer hermano, Carlos Trias, también hizo carrera dentro de las esferas culturales como escritor y ensayista.
Los Gay de Montellà
Algunos importantes empresarios catalanes de la actualidad también continúan linajes como los de Trias. El presidente de la patronal catalana, Joaquim Gay de Montellà, por ejemplo, es hijo de Rafael Gay de Montellà, abogado y falangista de la Barcelona del régimen. Gay de Montellà padre (Vic, Osona, 1882–Barcelona, 1969) llegó a escribir un libro en el año 1940 titulado Autarquía.
Los Lara Bosch
La dictadura dio poder con su advenimiento a los más fieles a la insurrreción. Uno de ellos fue José Manuel Lara, editor y padre de José Manuel Lara, fallecido recientemente. En el transcurso de su vida, Lara Bosch consolidó uno de los grupos editoriales españoles más potentes, Planeta, con inversiones en el mundo de los medios de comunicación, como, por ejemplo, en La Razón o en Atresmedia (La Sexta y Antena 3).
Su influencia en el mundo de la comunicación y la financiación de las opciones más contrarias al catalanismo fue una de las constantes durante su trayectoria. José Manuel Lara (padre) participó en la Guerra Civil en el bando franquista como capitán de la Legión y permaneció siempre fiel a Franco. En 1949, sólo 10 después del final de la guerra, fundó la editorial Planeta en Barcelona.
Los Bau
Esta corriente hereditaria, la encontramos también entre una de las familias más destacadas de las Tierras del Ebro, los Bau. Joaquim Bau (Tortosa, 1897–Madrid, 1973), comerciante acomodado, carlista y alcalde Tortosa durante la época de Primo de Rivera, tuvo un papel político clave en esta zona del país durante el franquismo, cuando su audacia con el Banco de Tortosa le permitió acumular una gran fortuna.
Procurador de las Cortes franquistas, presidió el Consejo del Reino desde 1965 hasta su muerte, cuando el monarca le otorgó el título póstumo de conde de Bau y el municipio de Tortosa le puso su nombre a un instituto. Uno de sus hijos, Fernando Bau, también fue diputado en las Cortes franquistas y fue uno de los fundadores de Alianza Popular (AP) en las Tierras del Ebro.
La historia se repite. Y, además, coincide. Porque, familias como los Bau o los Veray nos encontramos en todas las comarcas rurales catalanas.
Los Samaranch
Si una persona simboliza el enlace entre la élite franquista y el mundo del deporte durante los años posteriores a la muerte de Franco, es el catalán Juan Antonio Samaranch Torelló (Barcelona, 1920-2010). Samaranch, que había estado de procurador en las Cortes franquistas (1964-1977), como delegado nacional de Deportes, regidor del Ayuntamiento de Barcelona y como presidente de la Diputación de Barcelona (1973-1977), llegó al zenit de su carrera en 1980 con su designación como presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), organismo encargado de promover el olimpismo.
Este cargo le permitió ser la persona que anunció que Barcelona acogería los Juegos Olímpicos de 1992 y le facilitó la posibilidad de establecer negocios y conexiones con las élites políticas y económicas de la gran mayoría de estados del mundo.
Asimismo, durante su mandato al frente del COI (dejó el cargo en 2001) sucedieron algunos de los casos más sonados de corrupción dentro de la institución. Por una parte, en el año 1991 se produjo la dimisión del abogado y mano derecha de Samaranch, Robert Helmick, por haberse beneficiado de su cargo y haber cobrado de forma irregular más de 300.000 dólares.
Durante su mandato al frente del COI (dejó el cargo en 2001) sucedieron algunos de los casos más sonados de corrupción dentro de la institución.
Por otro lado, tuvo lugar la compra silenciosa de votos por parte de la candidatura de Salt Lake City para acoger los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002. Una acción que resultó exitosa, ya que esta ciudad de los Estados Unidos, con una abundante población mormona, acabó celebrando aquellos Juegos, aunque por hacerlo vio como 13 miembros del COI fueron expulsados.
De hecho, no fueron pocos los que durante aquellos años, acusaron al expresidente de la Diputación de Barcelona de haber fortalecido una estructura basada en el clientelismo y la corrupción dentro de los organismo internacionales con más poder del planeta. Al día siguiente de su muerte, por ejemplo, el periodista inglés Matthew Syed escribía un artículo contundente en el diario The Times, donde afirmaba que, con su presidencia, Samaranch “había matado los ideales del olimpismo” y había permitido que la corrupción se generalizara dentro de la institución, ya que no se solicitaban facturas ni se auditaban las cuentas, todo y que no paraban de entrar dinero.
Una manera de hacer que heredaron sus sucesores, tal y como salió a la luz pública en el año 2009 cuando exaltados cargos chinos confirmaron que Jacques Rogge, sucesor de Samaranch, había pactado en secreto la ciudad que acogería los Juegos Olímpicos de 2008 (Pekín)
Pero Juan Antonio Samaranch no se dedicó únicamente a presidir el COI durante su etapa postfranquista. Combinó su presidencia con una ascensión categórica en el mundo empresarial y financiero. En el año 1984 fue nombrado consejero delegado de la Caja de Pensiones y en 1987, presidente de la entidad, posición que ocupó hasta 1999. Samaranch que, cuando era presidente de la Diputación, había afirmado que “el mandato de Franco representaba, a su parecer, uno de los más brillantes periodos de la historia de España, presidió también la inmobiliaria Colonial, propiedad de la misma Caja y desde donde la entidad promovió la especulación inmobiliaria y la posterior burbuja del sector.
Durante este periodo a la cabeza de la empresa, Samaranch y su equipo se situó entre las cajas de ahorros más importantes de Europa. Una vez jubilado, el expresidente del COI, fue designado presidente de honor de La Caixa, cargo que compaginaba con muchos de otros, como era el presidente de honor del Real Club Deportivo Espanyol. El rey Juan Carlos I lo nombró en 1991 marqués de Samaranch.
Los Vilarasau
Todo este recorrido de éxito en el ámbito financiero, el que hizo de la mano de otro catalán estrechamente vinculado con la Administración franquista y que hoy día ostenta la presidencia de honor de La Caixa. Se trata del barcelonés Josep Vilarasau i Salat (1931), que en el año 1976 ya fue fue designado director general de La Caixa, que después acabó presidiendo durante cuatro años tras la renuncia de Samaranch.
Vilarasau, no obstante, no comenzó su carrera profesional en La Caixa sino que su llegada a la entidad financiera estuvo precededida por su experiencia dentro de la estructura franquista como director general adjunto de Telefónica (1966-1969), director general del Tesoro y de Presupuestos (1969-1975) y, finalmente, director general de Política Financiera (1972-1975). Como director general de La Caixa, cargo que compatbiliza algunos años con la presidencia de la concesionaria de autopista Acesa (1989-1998), Vilarasau está considera el cerebro de la fusión con La Caixa de Barcelona, así como del rápido crecimiento de la empresa.
Este hijo de la burguesía barcelonesa fue, para muchos, unas de las pocas personas que podían ejercer un contrapoder real a Jordi Puyol i Soley, cuando era presidente de la Generalitat de Catalunya. Asimismo, Vilarasau fue la persona que propuso a Samaranch ocupar la presidencia de la entidad en el año 1987, fruto de la buena relación que tenían a través de su primo Carlos Ferrer Salat, fundador y presidente durante siete años de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y presidente del Comité Olímpico Español.
Este hijo de la burguesía barcelonesa fue, para muchos, unas de las pocas personas que podían ejercer un contrapoder real a Jordi Puyol i Soley
Vilarasau buscaba en Samaranch una persona de crédito internacional que no se interpusiera en su día a día y que le permitiera hacer y deshacer tanto como quisiera. Samaranch era la persona ideal para hacer este propósito, ya que pasaba largas temporadas fuera del país, al mismo tiempo que buscaba posiciones que le otorgaran un prestigio. Relaciones simbióticas, salidas del honor de la burguesía.
Los Udina Martorell
Durante el primer postfranquismo también formaba parte del consejo de administración de La Caixa otro conocido franquista catalán, Santiago Udina i Martorell ((Barcelona, 1911-2006). Udina había destacada en el régimen por el hecho de ser presidente de Acción Católica, regidor y teniente de alcalde de Barcelona entre 1951 y 1956, y por el hecho de ocupar diversos cargos en la Administración, tanto en la comisaría del Plan de Desarrollo, como en el Ministerio de Obras Públicas, o presidiendo el Banco de Crédito Local.
Este barcelonés, procurador de las Cortes franquistas, padre de 11 hijos, después en Alianza Popular, crítico con la legalización del PCE y el retorno de Tarradellas, fue también delegado del Consorcio de la Zona Franca con la llegada de la democracia liberal española. Un nómada del poder. Udina coincidió en el consorcio con Antonio de la Rosa, padre de Javier de la Rosa y conocido expoliador español del ente de la Zona Franca por un valor de 1.230 millones de pesetas (alrededor de 7 millones de euros).
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