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Guerra abierta en el PSOE de Madrid

Ferraz ha forzado toda la maquinaria para hacer una “purga” interna, dando el primer
aviso con Antonio Miguel Carmona

Sara Hernández, la recientemente elegida líder de los socialistas madrileños, en una imagen de este domingo en la sede del partido. EFE

MANUEL SÁNCHEZ

MADRID.- Hace casi quince años, el Congreso de la entonces Federación Socialista Madrileña (FSM) terminó llegando a las manos entre los partidarios de Rafael Simancas con los del entonces vicerrector de la Uned, José Antonio Díaz, cuando ambos competían por la Secretaría General.

Y, todo indica, que tres lustros después nada ha variado en el socialismo madrileño, que ha
vuelto a cambiar de nombre –ahora se llama PSOE-M-, pero no de costumbres.

Si en aquella ocasión el entonces secretario de Organización del PSOE, José Blanco, salió
abucheado
del Congreso. Todo apunta que la misma suerte correría ahora César Luena y,
posiblemente, hasta Pedro Sánchez.

Ferraz ya decidió en febrero entrar a saco en la convulsa federación madrileña con el objetivo de acabar con Tomás Gómez. Nombró una gestora y acabó con el “odiado” dirigente madrileño, a quien se le veía en todas las conspiraciones para derrocar a Sánchez.

Ya sin tapujos, la mitad del partido se prepara para ir contra Pedro Sánchez y Sara
Hernández

Hubo cierto ruido mediático e interno, pero la jugada no le salió mal a Ferraz, sobre todo, porque el nombre de Ángel Gabilondo como candidato eliminó muchas rencillas. Además, nombró una gestora dirigida por Rafael Simancas que llevó las cosas ordenadamente y al gusto de la dirección federal. Hasta que en julio se decidió forzar el Congreso Extraordinario.

Ferraz se veía con fuerzas para ganar y tenía una candidata: Sara Hernández, recién elegida
alcaldesa de Getafe. Contaba con el apoyo de los nuevos alcaldes socialistas, de destacados dirigentes del PSM con peso específico en sus agrupaciones y puso todo el aparato del partido para dicha misión.

El domingo 26 de julio la jugada se completó. Sara Hernández logró el 57% de los votos, frente al 42% de su rival, Juan Segovia; y el camino parecía despejado. Ambos candidatos subieron esa noche juntos al escenario para valorar los resultados y todo hacía presagiar un tiempo nuevo.

Pero sólo en cinco días el PSOE-M volvió a estallar por los aires en el Congreso Extraordinario que, en principio, sólo iba a elegir una Ejecutiva de integración. Pero ni hubo integración, ni la unidad tanto buscada y proclamada por Sara Hernández. Junto a chapuzas en las votaciones sobre el cambio de Estatutos, se volvió a trasladar un clima semejante al año 2000 aunque, en esta ocasión, no llegaron a las manos.

Todo estaba igual. Ahora quienes tenían en torno al 55% estaban arriba –que era lo que
siempre tuvo Tomás Gómez- y los del 45% estaban abajo, pero esos mensajes de trabajar
todos juntos, de buscar un proyecto para los madrileños en común o de cerrar filas, quedaron en promesas incumplidas por los dos candidatos durante la campaña de primarias.

Sin embargo, no todo iba a quedar ahí. La primera decisión de Sara Hernández del pasado
lunes con la destitución de Antonio Carmona como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid ha desatado todas las iras y ya sí ha puesto a medio partido en guerra, no sólo contra la nueva secretaria general, sino contra Ferraz directamente.

Carmona y Juan Segovia podrían ir como tándem a la Secretaría General en el Congreso ordinario que se celebrará en siete meses

Carmona ha dicho alto y claro que va a dedicarse a trabajar para cambiar la actual dirección
del partido. Y detrás de él tiene a mitad del PSOE-M. El malestar interno es muy grande y se
asegura que se buscará el más mínimo resquicio para expresarlo en los órganos internos del partido en Madrid, y en el federal.

Más allá de estas escaramuzas internas, que las habrá, en lo que ya el sector crítico se ha
puesto a trabajar es de cara al Congreso ordinario que, previsiblemente, debe celebrarse en
unos siete meses, aunque la llave de la convocatoria la tiene Ferraz.

Bien el propio Carmona o bien Juan Segovia, o ambos juntos formando tándem, intentarán que el mandato de Sara Hernández al frente de los socialistas madrileños sea el más breve que se recuerde, aunque la actual secretaria general no va a ser un hueso fácil porque está muy curtida en batallas internas (baste recordar que es la enemiga política número uno del ex alcalde de Getafe Pedro Castro).

A todo ello, hay que añadir que el Grupo Municipal, del que ahora será portavoz Purificación Causapié, está totalmente dividido. Y Carmona, que no piensa dejar su acta de concejal, seguirá teniendo todo un altavoz con su presencia en el ayuntamiento.

Hay dirigentes consultados por este periódico que piensan que Ferraz, con la decisión de
destituir a Carmona, ha forzado demasiado la máquina y se le puede volver en contra un
proceso que, hasta el 26 de julio, le había salido a pedir de boca para sus intereses.

Además, lejos de controlar de cara al 39º Congreso a la federación madrileña, la dirección
federal se encontrará con un alto porcentaje de delegados por Madrid que ya, abiertamente, le tienen declarada la guerra al actual secretario general y que se buscarán todo tipo de alianzas contra él.

En resumen, que quince años después, sigue la guerra abierta en el socialismo madrileño y sin atisbo de solución ni a corto ni a medio plazo.

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