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Revilla: "Los que deciden las cosas de la patria hace tiempo que dieron a Pedro Sánchez por muerto"

"Me llamó y me dijo que yo le había tratado mejor que los suyos", cuenta el presidente de Cantabria de su conversación con Sánchez el día de su dimisión. Sobre Rajoy, Revilla afirma: "Lo primero que debe exigírsele a un político es que sea honrado y que no sea tonto"

Revilla, a su llegada a la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. EFE/Ballesteros

MADRID.- Dice que "el que no es capaz de explicar algo en diez minutos no vale". Pero hace una excepción consigo mismo el arrollador presidente de Cantabria, para quien los 140 caracteres son como el corral de gallinas con el que querría terminar sus días: "Con 20 carros de tierra, una azada y unos conejos yo sería feliz".

Ser feliz no es caro es el título del cuarto libro de Miguel Ángel Revilla (Salceda, Polaciones, 1943), que recomienda "ser solidario, tener sentido del humor, hacer lo que a uno le gusta... y hablar mucho".

Él habla por los codos, tuitea como si no hubiera mañana, dice todo lo que piensa y piensa de más. Y además le sobra energía para estar allá donde haya un micrófono o una cámara. Y eso que el pasado martes estuvo cuatro horas "en reparación" en el Hospital de Valdecilla: "El coche, con 74 años y cuatro operaciones, falla. Lo que pasa es que lo disimulo bien", confiesa el presidente de Cantabria.

¿Ser feliz no es caro?

Depende de la escala de valores de cada uno. Para mí, no es caro. Soy feliz con cosas sencillas y, sobre todo, con el cariño de la gente. Me compensa más que tener un yate como Berlusconi o ir acompañado de señoras estupendas por el mundo.

¿Y ya?

También hay un componente genético. Yo no tengo dos defectos que te amargan la vida: ser vengativo y ser envidioso. Yo tengo pronto, pero perdono. Y no soy envidioso porque me sitúo mirando quienes están peor que yo. Y, en mi vida, el 95 por ciento está peor. Soy un privilegiado.

Y “hacer lo que a uno le gusta”. Si no hubiera sido político, ¿qué le hubiera gustado ser?

Maestro. En mi familia todos han sido maestros de escuela: mi hermana, mi hermano, mi madre y mi padre, que no fue maestro pero estuvo estudiando seis años para cura. Yo me he tirado 20 años dando clase en la Universidad.

La banca no la echa de menos, intuyo.

¡No, para nada! La banca es un lugar para tener una vida cómoda. Fui director de banco durante doce años, me pagaban muy bien, disfrutaba de los fines de semana y las vacaciones. Hasta que, muerto Franco, se me metió en la cabeza que yo tenía que luchar por Cantabria y recuperar el nombre de mi comunidad autónoma. Y a eso dediqué mi vida.

¿Y lo consiguió?

Creo que lo he conseguido. Cantabria es una comunidad autónoma pequeña pero con prestigio. Hoy a nadie le ocurre lo que me ocurrió a mí cuando me presenté en Bilbao a estudiar Económicas y, en el bar de la facultad, uno de San Sebastián me preguntó: “¿Y Cantabria dónde está?".

Si no hubiera abandonado la banca, ¿estaría hoy Revilla sentado en algún banquillo? ¿Hubiera caído en la tentación?

No. Soy incapaz de robar. Mucha gente me dice: “Yo soy honrado”. Y les pregunto: “¿Pero a ti te han puesto alguna vez la panoja en la boca?”. Yo he pasado esa prueba: pude haber trincado cien millones en el 87, en billetes o en una cuenta en Suiza.

¿Cómo fue eso?

Ya lo conté en mi primer libro, Nadie es más que nadie. La primera vez que viajaba a Madrid, pagué 25.000 pesetas para reservar un salón del Hotel Convención. Yo mismo convoqué a todos los medios para denunciar que habían intentado comprarme. Cuando llegué a la sala, todo nervioso, sólo estaba Miguel Ángel Aguilar. Y dio la noticia. Cuando volví a Cantabria casi me apedrean, me llamaron de todo. Aguanté. Siempre hay una primera vez. Y si eres débil… ya has entrado en la cadena, porque a nadie le amarga un dulce.

¿Qué banquillo le cabrea más: el de la Gürtel o el de las tarjetas black?

Lo que más me cabrea es la hipocresía del PP, que sabe que, desde su fundación, se ha financiado de forma irregular con todos sus tesoreros. El partido recibía cantidades ingentes. No sabían ni que hacer con él. El señor Trillo maniobraba en todos los juzgados de España para parar el asunto.

Esto es lo que me indigna: la hipocresía, no aceptar la práctica que llevaban a cabo, que ha esquilmado mucho dinero público y ha enriquecido a muchísima gente, porque había para todos. Y lo que ha salido no es ni el 2% de toda la trama que sabíamos que existía.

¿Y las black?

Las tarjetas black son una chorizada de segunda división. Metidos en el ajo del trinque se creían inmunes, pero eso es la punta del iceberg. Lo gordo y lo que habrá que averiguar ahora es dónde están los 21.500 millones de euros que hemos pagado todos los españoles y que el señor Blesa y el señor Rato entregaron a amiguetes que estaban con empresas en quiebra.

Y a pesar de ese todo ese "cinismo" que denuncia, parece que va tener que llevarle otra vez anchoas a Rajoy a La Moncloa.

Yo estoy asombrado. Ayer puse en Twitter: “Desde que ha empezado el cante jondo de Correa, el PP ha subido cinco puntos. Otro escándalo de este nivel y mayoría absoluta”. Lo primero que debe exigírsele a un político es que sea honrado, y después, que no sea tonto. Que la gente tolere esto como algo normal, o como un mal menor porque todos roban es desmoralizante.

¿Es Rajoy honrado? ¿No es tonto?

Es una pregunta complicada, porque no le conozco bien. Sólo sé que Mariano Rajoy ha amparado un sistema. Y que cuando dijo aquello de que “nadie podrá probar que no son inocentes” el ojo le patinó un poco. Los jueces han actuado y han demostrado que metían la mano todos aquellos a los que decía “te quiero”. Pero él no tomó medidas, no tuvo iniciativa. Solo intentó poner el cuerpo frente a la tapia para decir vienen a por nosotros.

¿Le ha pedido ya la entrevista que dijo que le pediría?

En el desfile le dije que iba a enviarle una carta. Se la voy a mandar hoy o mañana.

¿Para?

Porque más allá de que a mí me caiga o no me caiga bien, o yo le caiga o no le caiga bien a él, tengo que pedirle para Cantabria lo que ha dado a otras comunidades autónomas. Eso es lo que me toca hacer ahora. Me hubiera gustado otro presidente. Pero será Mariano. No hay más remedio.

¿Si hubiera sido usted el secretario general del PSOE, antes de que lo dimitieran, qué hubiera hecho?

Yo me hubiera tirado a consultar a las bases un gobierno con Podemos, que no necesariamente tuviera el apoyo de los nacionalistas sino la abstención. Los grandes poderes hace tiempo que ya tenían la respuesta a esa posible solución. Aquí en Cantabria, aunque sea un pueblo alejado de la capital, me dijeron hace mes y pico que Pedro estaba muerto; ya se había decidido en determinados niveles en los que se deciden las cosas de la patria. Al final los que tienen el dinero, tienen los medios de comunicación y lo tienen todo. En mis 74 años, yo nunca he visto tal unanimidad como la que hay ahora en la prensa.

Y si el Partido Regionalista de Cantabria tuviera hoy los 84 diputados del PSOE, ¿qué haría en la sesión de investidura de Rajoy?

Votar “no”. Los 84.

Usted debió de ser de los primeros en hablar con Sánchez tras su dimisión. ¿Cómo estaba?

Me llamó y me dijo que yo le había defendido más que muchos de los suyos. Yo no entro en su capacidad para ser presidente pero valoro tres cosas: que en principio es un hombre honrado, que le pusieron los suyos en primarias y que ha cumplido lo que prometió: “No a Rajoy”. Además tengo propensión a ponerme del lado de los perdedores. Siempre voy con los perdedores que no han hecho nada para perder, como Garzón o Elpidio José Silva.

El 12 de octubre le tocó sentarse entre Susana Díaz y Javier Fernández. ¿Buen rollo?

Siempre me toca ahí porque soy el cuarto en el ranking de autonomías, porque nunca vienen el catalán y el vasco. Había un protocolo de manual, de buen comportamiento, pero a mí se me notaba que no me gusta esta posición que el PSOE está articulando de la abstención. Yo no soy del PSOE pero como ciudadano tengo mi derecho a opinar.

Seguro que le soltó usted alguna a Susana Díaz.

No, porque se lo digo todos los días en Twitter y Facebook. Yo, agradecido de que no me lo dijeran ellos a mí. Había buen rollo porque hicieron una cosa que yo nunca había visto: nos metieron en un cuarto cerrado de 30 metros a 50 personas durante tres cuartos de hora. Obligatoriamente nos teníamos que dar codazos. Yo creo que lo hicieron deliberadamente para que hablásemos todos con todos.

¿Y hubo más palabras o más codazos?

Hasta De Guindos, con la caña que le he dado, vino amabilísimo a recordarme sus tiempos de veraneo en Cantabria. Y Soraya, encantadora, a contarme lo bien que hacía las setas con patatas. ¡Una amabilidad entre todos! El PSOE con el PP era una boda, un desfile de novios, yo que sé. Vi un ambiente que no había visto nunca.

E iba con voluntad de promocionar una Conferencia de Presidentes autonómicos. ¿Lo consiguió?

Parece que sí. Estoy pendiente de hablar con el canario, pero en principio será el día 24 en Madrid.

Decía usted que para que se escuche la voz de la periferia…

Es que esto de que el gobierno de Madrid haga lo que le dé la gana... Estoy viendo ahora cómo quieren repartir el déficit. Montoro ha conseguido en Bruselas el 4,6%. Si las Comunidades Autónomas representamos el 40% del gasto del Estado -imprescindible la sanidad y la educación-, ¿cómo es posible que nos den el 0,7%? Si haces una regla de tres te sale el 1,8%. Eso para Cantabria son más de 100 millones de euros, que no son ninguna broma. Ellos son los que reparten. Y nosotros queremos tener una reunión con Montoro para decirle: “No, el Estado somos todos”.

Pero sabe que el Estado va a tener que meter otra vez la tijera.

No vamos a renunciar a mantener lo que hemos tardado tanto en conseguir: un mínimo Estado del bienestar, que afrontamos las comunidades autónomas. Que llamen a Bruselas y que le digan a la señora Merkel que ya está bien, que hay que hacer una política de inversión y no de recortes. Solo hay dinero para los bancos.

El próximo 8 de noviembre va a cumplir un sueño: conocer a José Mujica.

Nos conocimos a través de nuestros libros. Le envié los míos. Yo he leído los suyos. Y un día me llamó el embajador de Uruguay y me dijo: “Pepe Mujica te quiere conocer”. Y yo contesté: “¡Y yo a él!”. Viene a mi casa cuatro días. “Voy con mi viejecita”, me dijo. Estoy encantado. Le voy a llevar a mi pueblo

¿Qué tienen que ver Miguel Ángel Revilla y José Mujica?

Yo le veo allí, en Uruguay, con las gallinas, en el huerto, que es lo que me gusta a mí. Y pienso: yo sería feliz si tuviera 20 carros de tierra, una azada, unos conejos… A mi me gustaría acabar mis días así. Y luego lo que dice un tío que ha estado 14 años en la cárcel, que ha sido presidente, que no ha tomado represalias, ha perdonado a todo el mundo. Es un hombre de una racionalidad y una coherencia, que me hacen tenerle como referencia.

Cuatro libros, no hay tertulia que se le resista... ¿de dónde saca usted tiempo para presidir Cantabria?

Me levanto a las siete menos cuarto de la mañana y a las once de la noche entro en un coma profundo, así que no puedo salir a cenar nunca porque me duermo. Pero el día da para mucho. Nunca llego tarde a ningún sitio. Si alguien se retrasa diez minutos ya no le recibo. Otra táctica es que no doy entrevistas de más de diez minutos.

Pues nosotros ya llevamos treinta

Pero vosotros no venís a pedir nada, venís a preguntar. Cuando viene uno a explicarme un proyecto le doy diez minutos. El que no es capaz de explicar algo en diez minutos no vale.

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