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La tasa de accidentes aéreos mortales del Ejército casi se ha cuadriplicado desde el inicio de la crisis

Han sido once los accidentes contabilizados desde el inicio de la crisis. De 2000 a 2007 solo se produjeron tres y en los 20 años anteriores, siete. La ausencia de responsabilidades políticas es el común denominador de todos ellos.

Estado en el que quedó un F5 accidentado en Badajoz en 2012.

La tasa de accidentes aéreos mortales en las Fuerzas Armadas casi se ha cuadruplicado desde 2007, cuando empezaron a reducirse los presupuestos del Ministerio de Defensa a causa de la crisis. De 2007 a 2017 ocurrieron once de ellos, dejando 30 víctimas. Mientras, en los primeros años de siglo solo se contabilizaron tres, los mismos que en toda la década de 1990 y solo uno menos que en la de 1980, cuando hubo cuatro de ellos.

La década negra de la aviación militar española comenzó con un accidente de un helicóptero Cougar en Navarra en 2007, con tres muertos. Dos cazas Mirage se estrellaron en 2009, dejando otros tres muertos. En 2010 un piloto saudí falleció al estrellarse mientras probaba un caza Eurofighter español en Sevilla. En 2012 se precipitó a tierra un avión de instrucción C101, matando a sus dos ocupantes, pero no fue el único fallecimiento de aquel año: el piloto del F5 que se estrelló en Badajoz también murió. Después llegaron los siete militares fallecidos en dos accidentes consecutivos de Súper Puma en 2014 y 2015, entre los cuales se estrelló otro Eurofighter en Sevilla muriendo su piloto.

"Están todos hechos un cristo, nadie quiere volar en ellos", denunció el comandante de una unidad de helicópteros 'Súper Puma'

Quedaba por llegar el más grave de los accidentes de este periodo: el que dejaría 10 muertos al estrellarse un F16 griego en Albacete. Por último, la semana negra de los cazas de combate españoles, del 12 al 17 de octubre de 2017, en la que perdieron la vida los pilotos del Eurofighter que se estrelló tras participar en el desfile del 12 de octubre y el F18 de Fernando Pérez, cinco días después. 

Algunos de ellos han provocado las denuncias de los familiares de las víctimas por el estado de los aparatos en los que se obliga a volar a los militares. Sobre todo tras los accidentes de los Súper Puma, cuando incluso un comandante de otra de las unidades que operaba este modelo de helicóptero lo denunció: "No han muerto seis más de milagro. Están todos hechos un cristo, nadie quiere volar en ellos", afirmó el piloto Joan Company en El Mundo: "Estos helicópteros llevan 40 años sometidos al ambiente salino, no deberían volar. Estoy dispuesto a que esto me cueste mi carrera militar, no puedo callarme. Yo mismo podría morir en uno dentro de seis meses".

Desde el Yak-42, sin responsabilidades políticas

A pesar de estas denuncias, ningún responsable político del Ministerio de Defensa fue investigado por los accidentes de Súper Puma. Muy al contrario, el denunciado fue el exteniente Luis Gonzalo Segura, que en este medio señaló que aquellos que permitieron que estos helicópteros siguieran volando tenían "las manos manchadas de sangre", lo que le valió una querella de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal.

Tampoco sufrió responsabilidades penales la persona al frente de Defensa cuando acaeció el peor accidente ocurrido en las Fuerzas Armadas: Federico Trillo y el Yak-42. En enero de 2017 el Consejo de Estado concluyó que el Ministerio de Defensa fue el principal responsable de las 62 víctimas que dejó el accidente. Trillo representó una dimisión de su puesto de embajador en Londres (que debería haber abandonado en unos meses al concluir su mandato) y volvió a su puesto de alto funcionario en el Consejo de Estado, plaza a la que accedió por oposición.

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