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Las migraciones vuelven a un ministerio: ¿giro hacia lo social o simple cosmética?

Pedro Sánchez ha vuelto a incluir las migraciones en el Ministerio de Trabajo y ha recuperado la Secretaría de Estado de Migraciones. Diferentes expertos ven positivo el peso que le otorga a esta materia, aunque mantienen sus reservas sobre si la medida cambiará unas políticas migratorias basadas únicamente en la seguridad y cierre de las fronteras, sólo en manos del Ministerio del Interior.

La nueva ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio durante la toma de toma de posesión de su cargo. / EFE

La configuración del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez es toda una declaración de intenciones. No sólo por las ministras y ministros que ha elegido, sino también por las temáticas y los nombres. Uno de los grandes cambios respecto al sistema ministerial de Rajoy ha sido la sustitución del Ministerio de Empleo y Seguridad Social por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, una decisión que ha supuesto la vuelta de la inmigración a la nomenclatura de un ministerio. Además del empleo, le corresponde el “desarrollo de la política del Gobierno en materia de extranjería, inmigración y emigración”, según el BOE.

La decisión ha sido saludada por expertos en materia migratoria y diferentes ONG, que entienden que supone darle el peso que merece al fenómeno de las migraciones, aunque mantienen sus reservas sobre si se trata de una medida cosmética o realmente servirá para tratar las migraciones desde un prisma más social, distinto al actual, basado en la seguridad y el control de fronteras y prácticamente en manos del Ministerio del Interior.

La primera vez que las migraciones llegaron a este ministerio fue con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, que dio a Celestino Corbacho la cartera de Trabajo e Inmigración. Sánchez repite la idea aunque con el guiño de “migraciones”, un concepto más amplio y menos peyorativo. Además, Sánchez ha recuperado la Secretaría de Estado de Migraciones como uno de los dos órganos superiores del ministerio. Un gran avance teniendo en cuenta que Ejecutivo de Rajoy relegó las migraciones a una Secretaría General de Inmigración y Emigración, encargada de aspectos de integración, asilo, extranjería y ayuda humanitaria pero de baja intensidad, como han denunciado numerosas organizaciones.

Para Estrella Galán, secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), ya el nombre de “migraciones” aporta una “visión global de los movimientos humanos. Eso nos parece importante”, al igual que la Secretaría de Estado. “Es fundamental porque recupera el nivel de importancia que le da el Gobierno a esta temática y, por otra parte, da entender que el ministerio tendrá más fuerza en la interlocución o negociaciones con otros departamentos como el de Exteriores o Interior”, destaca Galán. A su organización le habría gustado que “lo relacionado con asilo y refugio deje de vincularse exclusivamente con las fronteras y la seguridad”. Actualmente, esa Oficina, depende de Interior, aunque Galán quiere ser optimista. “Dependerá de cómo se gestione, no del paraguas en el que se ponga”, afirma, aunque a CEAR le hubiera preferido que Migraciones se hubiera incluido en el Misterio de Igualdad.

"Las migraciones necesitan una agenda política propia y eso se lo va a dar la Secretaría de Estado"

Opina parecido Eduardo Gómez Cuadrado, abogado penalista y de asuntos de extranjería, miembro de La Red Jurídica. “Las migraciones necesitan una agenda política propia y eso se lo va a dar la Secretaría de Estado. Ahora hay que ver cómo es esa agenda”, apunta el letrado, que ve este organigrama de Sánchez enmarcado en una “política de símbolos”.

A falta de ver cómo se traducen, Gómez Cuadrado no cree que haya un gran cambio en materia de extranjería, ya que “desde hace años las directrices las marca más Europa que España”. Aun así, recuerda que extranjería ha recaído siempre en las delegaciones de Gobierno, es decir, en el Ministerio del Interior. “Al final, los permisos de residencia los acaba tramitando la Policía. Es evidente que siempre ha estado muy ligado a los contratos y al empleo. Los que trabajamos en temas de extranjería siempre recordamos que sin un contrato de trabajo no hay residencia. Puede que esto cambie, que haya buena voluntad, pero también se llegará hasta donde diga Bruselas”, lamenta.

¿Es el ministerio adecuado?

El letrado, igual que la portavoz de CEAR, también cuestiona si Trabajo es el lugar más adecuado para las migraciones. Esgrimen una visión “utilitarista” de los migrantes. “Parece que se les identifica sólo como mano de obra sin más, que sólo les damos derechos sin son trabajadores”, sostiene Gómez Cuadrado. Ambos opinan que, en ese sentido, las políticas del nuevo Gobierno deben girar más hacia lo social que a lo meramente económico.

"El empeño del Ministerio de Interior por controlar las fronteras está contaminando al resto de políticas"

Sin embargo, para Gonzalo Fanjul, director de investigaciones de la Fundación porCausa, una buena gestión de las migraciones está “plenamente relacionada con los mercados de trabajo”. Este experto defiende que “las personas vienen a Europa para trabajar y buscar una vida digna. Los migrantes son mano de obra igual lo somos nosotros”, lo que no quiere decir que no haya que garantizar sus derechos, algo que ahora no está ocurriendo debido.

"El problema es que las políticas públicas en migración sólo la ven como una amenaza, desde la lógica de la seguridad y del cierre de fronteras. El empeño del Ministerio de Interior por controlar las fronteras está contaminando al resto de políticas, desde las de exteriores y ayuda al desarrollo hasta las de protección internacional y, sobre todo, a la posibilidad de que se contrate a la gente que necesita el mercado laboral europeo”, apunta.

En ese sentido, una Secretaría de Estado de Migraciones y “cualquier movimiento que equilibre la balanza, que le otorgue el mismo o mayor peso que las de seguridad, es una buena noticia. Si los cambios no corrigen esto serán cosméticos”, sostiene Fanjul, que insiste en que cualquier política del nuevo Gobierno debería ir encaminada a acabar con “el infierno burocrático” que supone poder contratar a personas migrantes. Eso, opina, dependerá que quién esté al frente de la Secretaría de Estado de Migraciones y del respaldo que reciba.

"Hay personas extranjeras que llevan más de diez años en España y no tienen ningún derecho"

En una línea similar se pronuncia Andrés García Berrio, abogado especialista en Extranjería del Centro para la Defensa de Derechos Humanos IRIDIA. “Estos cambios son positivos siempre que vengan a acompañados de políticas concretas que pongan en el centro los derechos de las personas migrantes”, afirma. Para él, más que una cuestión de migraciones, se trata de una “cuestión de derechos civiles”, es decir, “hay personas extranjeras que llevan más de diez años en España y no tienen ningún derecho”, lamenta. Eso se debe a la dificultad de lograr un permiso de trabajo o de acceder a un contrato, pero recuerda que “los movimientos de las personas no dependen sólo de la economía o el empleo”.

En ese sentido, cree, al igual que Fanjul, que el nuevo Gobierno debe, en primer lugar, cumplir la legalidad eliminando las devoluciones en caliente, por ejemplo. “Es una cuestión de mínimos”, señala.Tampoco servirá de nada una Secretaría de Estado si no se reforma la Ley de Extranjería, que en su opinión, “promueve la irregularidad y la exclusión permanente de miles de personas”.

En ese sentido, todos lo consultados por Público coinciden en que el Gobierno debe abrir cauces de diálogo entre otros partidos que le garanticen mayoría en el parlamento y con organizaciones de la sociedad civil para gestionar de forma coordinada cambios en las políticas migratorias del país encaminadas a dotar de una enfoque más social el drama de las migraciones.

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