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Feijóo y Abascal: luna de miel hasta la investidura

Génova mima ahora a Vox para que Feijóo no exhiba su debilidad parlamentaria en la investidura como sucedió en la conformación de la Mesa del Congreso.

Feijóo y Abascal
Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, durante su reunión en el Congreso el pasado martes. Eduardo Parra / Europa Press

El 17 de agosto, el PP rompió con Vox dejándoles fuera de la mesa del Congreso y, como consecuencia, Alberto Núñez Feijóo arrancó la legislatura exhibiendo una clara debilidad parlamentaria. El 1 de septiembre, solo trece días después, el PP cerraba su último acuerdo de gobierno con la extrema derecha: Fernando López Miras —que había rechazado por activa y por pasiva meter a Vox en el Ejecutivo de la Región de Murcia— les ofrecía una vicepresidencia y dos consejerías.

Pero la reconciliación absoluta llegó el pasado martes. Feijóo y Santiago Abascal se reunieron en el Congreso y el líder del PP hizo algo a lo que se había resistido durante sus 17 meses como presidente del partido: una foto oficial, a solas, apretándose la mano, con el dirigente ultra.

Ambos dirigentes se han visto, al menos, dos veces más desde que Feijóo es presidente del PP y su comunicación es fluida, pero el gallego no quería pruebas gráficas de su buena sintonía con Abascal.

El día anterior, la vicepresidenta Yolanda Díaz había viajado a Bruselas para reunirse con Carles Puigdemont y ese mismo martes el líder independentista compareció para explicitar las condiciones de su apoyo a un gobierno nacional. Un buen timing para Génova, que consiguió que el sellado de la alianza Feijóo-Abascal se diluyese. "Una foto tapa a otra", apunta un dirigente popular en relación a las imágenes de Díaz con Puigdemont.

Más allá de la imagen, que normaliza las relaciones entre dos partidos que una vez fueron el mismo, Feijóo y Abascal salieron de ese encuentro con un claro compromiso de no agresión —el presidente de Vox no quiso posicionarse en público sobre los guiños de Feijóo al independentismo catalán y sus intentos con el PNV— y una estrategia conjunta para elevar la presión al PSOE. Vox aceptó en esa cita apoyar un gran pacto PP-PSOE y Feijoó suspendió su encuentro con Junts en la ronda de contactos para la investidura.

El coste ante su electorado de apoyar un acuerdo en el que esté Pedro Sánchez sería altísimo para Abascal, pero desde Vox asumen que no hay ninguna opción real de que eso suceda. Con todo, Feijóo lleva días agradeciéndoles su generosidad y exprimiendo el relato que le ha brindado Abascal por el que la presencia de la extrema derecha ya no es un escollo.

A cambio, Feijóo ha verbalizado la nueva etapa de "colaboración" que se abre entre PP y Vox, un reconocimiento que le exigieron los de Abascal después de ganarle la partida negociadora en todos los territorios.

Lo más importante para Génova, que entre gobiernos autonómicos y municipales tiene en su haber 145 pactos con la extrema derecha, es que Feijóo no salga de su investidura el 27 de septiembre como salió del hemiciclo el día en el que se constituyeron las Cortes: con 33 votos menos de lo que esperaba.

Una imagen de debilidad que los populares asumieron a cambio de no cederle a Vox un espacio desde el que tener cierto protagonismo durante la legislatura, pero que no se pueden "permitir", coinciden diversas fuentes del partido consultadas por Público, en la investidura de Feijóo. Una cita trascendental para el presidente del PP que marcará su rumbo político. Por eso están dispuestos a mimar a Vox hasta entonces.

Además, esperan que los pactos de gobierno con Vox les permitan fagocitarles a medio-largo plazo como socios minoritarios de gobierno. Tienen el ejemplo de lo que ha sucedido en Castilla y León, donde el PP le arrancó a la formación ultra cinco diputados de seis en las elecciones generales del 23 de julio.

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