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La protesta de inmigrantes en un CIE italiano similar al de Aluche reabre el debate sobre la saturación de centros

Los internos de un centro de Venecia se rebelaron por la muerte de una joven que achacaron a las precarias condiciones en que se encuentran. 

Un grupo de inmigrantes se dispone a subir a un autobús antes de abandonar un centro de acogida en la localidad de Cona, en Venecia, para ser trasladados a la región de Emilia-Romaña tras la protesta de anoche después de la muerte de la joven marfileña Sandrine Bakayoko. EFE/ANDREA MEROLA

PÚBLICO/EFE-Gonzalo Sánchez

ROMA.- Las precarias condiciones de acogida en un centro de inmigrantes cerca de Venecia suscitaron hoy un debate sobre el sistema de acogida de Italia, que, igual que el español, está saturado. Roma, al tiempo, busca acuerdos de repatriación con los países de origen.

Como ocurrió hace unos meses en el CIE español de Aluche (Madrid), varios internos protestaron duramente ayer en el centro de Cona, próximo a Venecia (nordeste), para denunciar la muerte de una joven de 25 años de Costa de Marfil y la supuesta demora de los servicios de emergencia. 

La protesta, en la que se llegó a retener a 25 voluntarios en la instalación, ha recibido furibundas críticas de los partidos de derechas pero también ha puesto sobre la mesa la situación que a menudo se vive en estos centros de acogida para inmigrantes.

Una delegación del partido Izquierda Italiana acudió hoy a Cona para conocer de primera mano la calidad de las instalaciones y el diputado Nicola Fratoianni difundió fotografías de su visita a este "hotel de cinco estrellas", según dijo irónicamente en Twitter.

Frantoianni denunció que hablar de "aglomeración es un eufemismo", mostrando imágenes de enormes barracones repletos de camas y de objetos personales, y apuntó que "no hay agua y la que hay (en las duchas) es fría".

En el centro de Cona (Venecia) se agolpan unas 1.300 personas. No tienen agua, denuncia un diputado de izquierdas

El Ministerio italiano del Interior trata de descongestionar el centro, en el que se agolpan alrededor de 1.300 personas, y para ello trasladó hoy a un centenar de personas de Cona a otros de la cercana región de Emilia-Romagna.

Esta situación pone en evidencia la viabilidad del sistema de acogida de inmigrantes de Italia, que por su proximidad a las costas norteafricanas cerró 2016 como un año récord, con la llegada de 181.283 personas, un 17,84 % más que en 2015.

Los inmigrantes que solicitan asilo son distribuidos por las regiones del país mediante un sistema de cuotas y, de los 170.000 inmigrantes que esperan en Italia a que se decida sobre su solicitud de asilo o su repatriación, la mayoría van a Lombardía. En España, el Gobierno de Mariano Rajoy cerró 2016 habiendo acogido a sólo un 5% de los 17.337 refugiados que se comprometió a recibir antes de septiembre del 2017.

170.000 inmigrantes esperan en Italia a que se decida sobre su solicitud de asilo o su repatriación

Según el Informe sobre Protección Internacional en Italia, elaborado por diversas organizaciones como Cáritas o ACNUR, en octubre de 2016 de estas personas 96.701 residían en los Centros de Acogida Extraordinaria (CAS), los más numerosos y saturados.

Paralelamente, 23.496 inmigrantes fueron ubicados en el Sistema de Protección de Solicitantes de Asilo y Refugiados (SPRAR), que alojan un número muy inferior de personas, algunas decenas por centro.

El problema reside en que las instalaciones SPRAR sólo pueden abrirse con el permiso de los alcaldes, pues los inmigrantes deben someterse a un proceso de integración de varios meses y muchos regidores no parecen dispuestos a pagar el precio político de abrir un centro de inmigrantes en sus municipios. En España, los 'Ayuntamientos del cambio' sí han respondido con un 'Refugees Welcome'.

Medios locales informaron hoy de que el Ministerio del Interior pretende animar a los alcaldes a respetar el acuerdo firmado con la Asociación de Municipios, en base al cual cada pueblo de Italia deberá acoger a 2,5 inmigrantes por cada mil habitantes.

Acuerdos de repatriación

Mientras Italia trata de aliviar esta situación y evitar que se repitan episodios como la revuelta de Cona, paralelamente mantiene abierto el diálogo con la Unión Europea y con los países de origen de los inmigrantes.

Italia debate con Túnez medidas de prevención contra "la trata de personas"

El ministro de Exteriores italiano, Angelino Alfano, ha asegurado que el país trabaja con Níger, Túnez y Libia para cerrar acuerdos que permitan acelerar las repatriaciones de inmigrantes ilegales que llegan a las costas italianas con la intención de acceder a Europa.

El ministro del Interior italiano, Marco Minniti, viajó ayer a Túnez para abordar esta cuestión con el primer ministro, Yusef Chahed, y su homólogo, Hèdi Majdoub, ya que considera al país norteafricano "un socio fundamental en la lucha contra la trata de personas".

La extrema derecha italiana aboga incluso por "el uso de la fuerza" para expulsar a los inmigrantes que lleguen a sus costas

La inmigración es un arma arrojadiza entre las fuerzas políticas italianas y es la derecha la que protesta con mayor insistencia contra lo que considera el fracaso de una estrategia de acogida ideada por los últimos tres gobiernos, todos ellos de centroizquierda.

El líder de la conservadora Forza Italia en Emilia-Romagna, Galeazzo Bignami, anunció una manifestación el próximo sábado ante el centro de inmigrantes de Bolonia para protestar "contra esta vergonzosa e indecente gestión". En España, fueron los neonazis del Hogar Social Madrid quienes cambiaron la pancarta de 'Refugees Welcome' del Ayuntamiento de Madrid por el "Españoles Welcome".

En Italia, también el vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, de la xenófoba Liga Norte, abogó en Facebook por "expulsar, incluso con el uso de la fuerza, a todos aquellos que intenten acceder a nuestras aguas o desembarcar en nuestras costas".

Incluso la vicepresidenta del Partido Demócrata (PD, en el Gobierno), Debora Serracchiani, se mostró en contra de los grandes asentamientos de inmigrantes en una entrevista a "Il Messaggero" y abogó por dividirlos en pequeños grupos para facilitar su seguimiento.

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