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Trump convierte en ecologistas a las grandes petroleras

La retirada de Washington del acuerdo global de 2015 para frenar el calentamiento global y cambio climático ha provocado que las grandes petroleras se desmarcasen del presidente de EEUU para reiterar su respaldo a la reducción de emisiones.

Una planta petrolífera.EFE/Imagen de archivo

alfonso fernández (efe)

Si las críticas al anuncio del presidente Donald Trump sobre la salida de EEUU del Acuerdo de París por parte de los grupos medioambientales eran previsibles, fue sorprendente ver que las grandes petroleras, como Exxon o Chevron, se desmarcaron del mandatario y reiteraron su respaldo a la reducción de emisiones.

Como consecuencia, la retirada de Washington del histórico acuerdo global de 2015 para frenar el calentamiento global y cambio climático ha generado improbables compañeros de viaje: las principales petroleras mundiales, los activistas de Greenpeace, el ex aspirante a candidato presidencial demócrata Bernie Sanders y el banco de inversión Goldman Sachs.

Greenpeace y Sanders fueron los más contundentes, calificando la decisión de Trump como una "traición" y una "desgracia", respectivamente; pero el mundo del petróleo y la energía coincidió en la sustancia del mensaje y en lamentar el error de juicio.

"Es prudente que EEUU siga como una de las partes del Acuerdo de París para asegurar un campo de juego equilibrado, de modo que los mercados globales sigan siendo lo más libres y competitivos posible", subrayó Peter Trelenberg, jefe de política medioambiental de Exxon, en un correo electrónico.

En una línea similar se expresó Chevron en un comunicado, al señalar que "respalda continuar en el Acuerdo de París, ya que ofrece un primer paso hacia un marco global" para encarar la cuestión.

La californiana Chevron y la tejana Exxon, petroleras estadounidenses con operaciones globales, producen juntas casi 9 millones de barriles de petróleo al día.

Curiosamente, el ex presidente de Exxon, Rex Tillerson es el jefe de la diplomacia estadounidense del Gobierno de Trump.

Tillerson, que durante su mandato en la petrolera mostró su apoyo al pacto climático, fue uno de los pocos miembros del gabinete del presidente estadounidense que no expresó explícitamente su respaldo a la decisión, y era uno de los defensores en el círculo cercano de Trump, junto con su hija Ivanka, de la permanencia de Washington en el acuerdo.

De hecho, Tillerson en unas breves declaraciones el viernes aseguró que EEUU "seguirá reduciendo" sus emisiones de gases de efecto invernadero pese a su retirada del Acuerdo de París y destacó el "fantástico historial" del país en este sentido.

También British Petroleum y la holandesa Shell reiteraron su intención de continuar trabajando a favor de la reducción de emisiones contaminantes.

"Nuestro respaldo al Acuerdo de París es bien conocido. Seguiremos tratando de poner de nuestra parte para ofrecer más energía y más limpia", indicó Shell en su cuenta de Twitter.

Además de las cuestiones climáticas y geopolíticas, los analistas apuntan a la miopía de Trump al no entender la importancia del enorme y creciente mercado de energías renovables.

"Es un error empresarial, la decisión significa que EEUU perderá parte de las oportunidades de negocio globales de cerca de 1,4 billones de dólares que representa la economía de bajas emisiones de carbono", destacó Mark Munro, investigador del centro de estudios Brookings de Washington.

En la gran banca de Wall Street, tradicionalmente próxima a Trump y que ha modificado notablemente su cartera de inversiones para aumentar el peso de las energías renovables y reducir los combustibles fósiles, la decepción fue asimismo patente.

Lloyd Blankfein, consejero delegado de Goldman Sachs, uno de los buques insignias de Wall Street y por donde han pasado funcionarios del Gobierno de Trump como el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, calificó la retirada como "un revés para el medioambiente y para el liderazgo de EEUU en el mundo".

En el mismo sentido, y más allá del ámbito energético y financiero, se expresaron otras grandes empresas estadounidenses, como Apple, Microsoft, Starbucks o Nike.

Para Tim Cook, consejero delegado de Apple, la retirada es "un error para el planeta", y reiteró que la empresa "está comprometida en la lucha contra el cambio climático, y nunca titubearemos", en una misiva enviada a sus empleados.

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