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"No saber quién es Usain Bolt es como no saber quién fue Frank Sinatra"

El atleta jamaicado  corre este sábado su última final de 100 metros en un Mundial. "Si un alumno me hubiese ofrecido hacer una tesis de Bolt hubiese aceptado encantada", dice una profesora universitaria.

El atleta jamaicano Usain Bolt corriendo los 100 metros en la IAAF Diamond League Herculis en Monaco /REUTERS (Eric Gaillard)

Alfredo Varona

Ha sido parte de nuestra vida en los últimos nueve veranos, desde los Juegos de Pekín 2008. No le debemos dinero pero sí le debemos recuerdos a Usain Bolt. La sensación de imponer el hombre por encima del velocista.

La sensación que hoy le lleva a uno a perder el miedo de preguntar a Lourdes, la profesora de Relaciones Internacionales, si ella también sabe quién es Usain Bolt. Porque Lourdes era esa mujer que decía odiar los deportes y con la que he vuelto a encontrarme habitualmente en el Metro. "Pero no saber quién es Bolt sería como no saber quién fue Frank Sinatra por poner un ejemplo", rebate. "No saber quién es Bolt significa casi vivir sin instinto de curiosidad".

Ignacio, que ya está jubilado, nunca lo haría . "No soy objetivo. Tengo guardadas las portadas en las que Bolt se convirtió en el hombre más rápido de la tierra. Quise enmarcarlas pero mi mujer me paró los pies". Marcos, profesor de educación física en un instituto de Madrid, también lo hubiera hecho. "No me gusta idealizar a gente más joven que yo y a la que, en realidad, no conocemos lo suficiente", replica a los 38 años.

"Yo no sé si se puede arreglar el mundo corriendo. Pero tengo la sensación de que  Usain Bolt nos está dando una lección de lo que significa ganar"

Así que hoy salimos de la pista para explicar al mito que se va. Y la palabra vuelve a ser para Lourdes, que acepta el trato "a pesar de que jamás imaginé que un periodista fuese a preguntarme a mí por un atleta. Pero ahora hasta le encuentro el sentido. Yo no sé si se puede arreglar el mundo corriendo. No sé qué clase de felicidad crea eso a los demás. Pero tengo la sensación de que ese hombre, Usain Bolt, es un fenómeno que nos está dando una lección de lo que significa ganar. Más que sus zancadas, me interesa su sonrisa. La primera vez que lo vi accidentalmente por televisión me transmitió energía positiva. Me hizo hasta preguntarme qué sería de mi corriendo tan rápido. Se me saldría hasta el último hueso de las piernas. Sentí un mérito que desconocía".

En realidad, han pasado nueve años desde que Usain Bolt entró en nuestras vidas en los Juegos de Pekín 2008. Entonces Ignacio tenía un quiosco de prensa que cerraba en agosto y tenía tiempo de sobra para ver los Juegos por televisión. "Hasta entonces estábamos acostumbrados a legiones de velocistas que parecía que te miraban y te perdonaban la vida", recuerda Ignacio, que no se detiene ahí . "Siempre digo que Clint Eastwood les podía haber cedido su revólver a esos velocistas como Carl Lewis , Ben Johnson, Maurice Greene, Asafa Powell... , que nos habían acostumbrado a un juego de tronos. Y, de repente, apareció ese muchacho gigantesco llamado Usain Bolt que hasta era capaz de ganar haciendo el tonto y que no se supeditaba a una marca en esta sociedad de hoy en la que los números nos hacen tanta ilusión. Y, de repente, apareció Bolt para desmentir esa obsesión y para explicarnos que no seamos tan dramáticos: esto no es más que un juego".

"Bolt nos invita a pensar en un mundo que puede ser más sano y en la decadencia de esos personajes maquiavélicos"

Sin embargo, ahora sentimos que ese tipo se marcha, que él también está cansado de entrenar con dolor y que no es fácil decir adiós. "Nunca fue fácil despedir a los mitos", señala Marcos, el profesor de educación física que, sin embargo, nunca ha puesto de ejemplo a Usain Bolt a sus alumnos. "Tampoco he visto ninguna carpeta de los chavales forrada con una fotografía suya. He visto de actores, de futbolistas y hasta de jugadores de baloncesto, pero nunca de Bolt lo que me lleva a pensar que los adolescentes de hoy no sienten ninguna tentación por correr. Por lo tanto, es difícil que una escuela de valores como Bolt pueda influir en ellos. Y cuando hablo de los valores que implica me refiero a un hombre que en estos nueve años siempre ha llegado puntual a los momentos decisivos o a un atleta que no necesita arrasar a los demás para fortalecer su autoestima. Yo venía acostumbrado de los tiempos del atletismo británico con Ovett y Coe a los que solo les faltaba apuñalarse por la espalda. Sin embargo, Bolt, desde su hegemonía, nos invita a pensar en un mundo que puede ser más sano y en la decadencia de todos esos personajes maquiavélicos. Por eso yo me atrevería hasta a ponérselo de ejemplo a los políticos".

El atleta jamaicano Usain Bolt tras ganar los 100 metros en la IAAF Diamond League Herculis en Monaco /REUTERS (Eric Gaillard)

El atleta jamaicano Usain Bolt tras ganar los 100 metros en la IAAF Diamond League Herculis en Monaco /REUTERS (Eric Gaillard)

Son nueve años o nueve veranos a su lado en los que, al final, Bolt ya no bajará de 9"52 segundos en 100 metros ni de 19 en 200, como pronosticaba Glenn Mills, su querido entrenador, en Pekín 2008. Pero en su caso son algo más que los números. Es el hombre, incluso, por encima del velocista capaz de correr a 44 km/h. "A mí, que sé de atletismo lo mismo que de ladrillos, no me importaría leer una biografía suya. Es más, si un alumno me hubiese propuesto hacer una tesis de Bolt hubiese aceptado encantada", señala Lourdes, la antigua profesora de 'Relaciones Internacionales' en la Facultad. "Porque en esta vida, en la que se habla tanto de ajustar cuentas, queda gente como Bolt que, por lo visto, lo gana todo y que representa maravillosamente a esa Jamaica que nos trasladaba la música de Bob Marley".

Por eso Ignacio, que ya está jubilado, recuerda aquella noche antes de una final olímpica "en la que los periodistas nos contaron que Bolt cenó nuggets en el McDonald's. Desde aquel día me niego a prohibírselas a mis nietos. Las nuggets son sagradas", ironiza él, que en 2010 pagó el viaje de novios a su hija a Jamaica. "Sólo les pedí un autógrafo de Bolt que no me trajeron", discrepa.

"No sabemos cómo es realmente Bolt pero si la imagen que exporta es la verdadera yo le propondría el cargo de ministro de deportes. No te va a amargar y si te vacila lo hará sin mala idea", insiste Marcos, el profesor de educación física que aun así se niega a idealizar a Bolt. "Yo no idealizo a los deportistas. Bastante dinero ganan como para encima idealizarlos. Pero sí es verdad que envidio esa frialdad, esa capacidad magistral para gestionarse que tiene en décimas de segundos o para convertir una carrera de 100 metros en una obra de arte. No hay ni tiempo para rectificar. Lo normal es fallar alguna vez y, sin embargo, él no ha fallado nunca. No conozco a nadie que pueda decir eso en su trabajo".

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