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Movilizaciones en Francia Comienza la primavera caliente para Macron

Los trabajadores del ferrocarril lideran las movilizaciones en contra de las reformas neoliberales del presidente francés a las que se sumarán escuelas secundarias, universidades y hospitales

Trabajadores del ferrocarril en la estación Gare Saint-Charles de Marsella durante los primeros días de movilizaciones - REUTERSj

Enric Bonet Torra

La huelga de trabajadores de la Sociedad Nacional de Trabajadores Franceses contra su privatización, que ha mantenido paralizado el país durante estos primeros días de la semana,  representa la primera movilización de peso en contra del proyecto neoliberal del joven dirigente y aspira a impulsar otras luchas incipientes, como las protestas de los funcionarios o de los universitarios en contra de la introducción de la selectividad. 

Los agentes ferroviarios no deben tener vergüenza de bloquear todo el país”, advirtió este martes Philippe Martinez, el secretario general de la CGT, el sindicato francés con un mayor número de afiliados. Con 36 días de huelga previstos hasta finales de junio, que se organizarán en dos días de paro por cada cinco de actividad, el conjunto de las delegaciones sindicales de la SNCF aspira a alterar de manera significativa el funcionamiento de la economía francesa para forzar la retirada de la reforma de los ferrocarriles públicos.

Pese al inicio exitoso de la huelga en los trenes, el ejecutivo centrista se mantiene férreo en su voluntad de liberalizar el sector ferroviario. Pero ha bajado el tono de sus críticas respecto a las condiciones laborales de los empleados de la SNCF.

“Tenemos que estar más en contacto con los agentes ferroviarios. Debemos explicarles lo que queremos hacer para preparar la SNCF ante la llegada de la competencia extranjera”, declaró Richard Ferrand, el presidente del grupo parlamentario de La República en Marcha, el partido de Macron. Desde su llegada al Elíseo, el joven dirigente ha encadenado las medidas neoliberales sin apenas contestación en la calle. No obstante, ¿Macron preveía una huelga tan fuerte de los agentes ferroviarios?

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Trabajadores del ferrocarril en la estación Gare Saint-Charles de Marsella durante los primeros días de movilizaciones - REUTERS 

El hecho de realizar una huelga de dos días de cada cinco durante tres meses es “una estrategia astuta y nueva en Francia, que sirve para reducir el impacto del paro en los salarios de los trabajadores”, asegura Jean-Marie Pernot, un reputado especialista de las organizaciones sindicales. Según este investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, este tipo de movilizaciones “puede generar un desorden extremo en el funcionamiento del sector ferroviario”.

Según datos de la dirección de la compañía, el 77% de los conductores y el 69% de los controladores hicieron huelga este martes. En total, el 33,9% de los empleados de la SNCF apoyaron la convocatoria. Un número de huelguistas —considerado como inexacto por las direcciones sindicales— que resultó ligeramente inferior al 35,4% de la jornada de movilizaciones de agentes ferroviarios y funcionarios del pasado 22 de marzo.

De hecho, el inicio del paro “ha resultado un éxito gracias a la solidaridad dentro de la empresa, los cargos superiores han renunciado a reemplazar a los conductores”, explica Pernot. “Existe un gran malestar entre los empleados de la SNCF por las múltiples reformas realizadas durante los últimos quince años en esta compañía para impulsar la liberalización del sector ferroviario”, añade.

“Pero la gran dificultad será mantener este nivel de movilización a partir de la semana que viene”, reconoce este experto del sindicalismo. Con una participación del 29,7%, el seguimiento a la huelga de este miércoles ya fue sensiblemente inferior al del martes.

“El último bastión del sindicalismo en Francia”

Con la nueva reforma del sector ferroviario, anunciada a finales de febrero, Macron pretende suprimir el estatus laboral de los “cheminots” (agentes ferroviarios) para los nuevos empleados de la SNCF, del cual se benefician 130.000 de los 145.000 trabajadores de esta compañía ferroviaria. Herencia de las conquistas sociales de la postguerra, este estatuto garantiza unas buenas condiciones laborales similares a las de los funcionarios, con un puesto de trabajo fijo y una jubilación a partir de los 57 años (o 52 para los conductores).

Macron también defiende una liberalización del sector ferroviario francés, abriéndolo a la competencia extranjera a partir de finales de 2019, según exigen los dirigentes de la Unión Europea. También quiere unificar las tres instituciones públicas que componen la SNCF en una “sociedad nacional de capital público”, lo que facilitaría la futura privatización de la compañía. Según el gobierno francés, estas medidas permitirán reducir la elevada deuda de 46.000 millones de euros de la SNCF, cuyo origen se debe sobre todo a la construcción durante la última década de líneas suplementarias de alta velocidad.

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Trabajadores del ferrocarril en la estación Gare Saint-Charles de Marsella durante los primeros días de movilizaciones - REUTERSj

“Existe una gran diferencia entre la realidad y el discurso del gobierno, que describe a los agentes ferroviarios como trabajadores privilegiados, con salarios superiores a los 3.000 euros”, critica Elvis Thoyen, empleado en el mantenimiento de trenes en la SNCF, quien asegura cobrar poco más de 1.400 euros mensuales.

Para decantar la opinión pública a su favor, el ejecutivo centrista vincula las buenas condiciones laborales de los agentes ferroviarios con la elevada deuda de la SNCF. Estas críticas obvian los buenos resultados obtenidos el año pasado por esta compañía, que logró unos beneficios de 679 millones, el triple que en 2016. Y también infravaloran el eficaz funcionamiento de los trenes en Francia, cuyo coste de los billetes es inferior al de Alemania, Austria o Suiza.

Contemplada inicialmente como la ilustración de la voluntad de Macron de reformar el avanzado modelo social francés, la reforma de la SNCF puede convertirse en un pecado de soberbia para el joven presidente. Con esta medida, ausente de su programa electoral, el dirigente centrista se confronta con uno de los sectores más combativos de la sociedad francesa. Más de un 30% de los trabajadores de la SNCF están afiliados a un sindicato, mientras que el nivel de sindicalización del conjunto de los trabajadores en Francia se sitúa en el 11%. “Si ha escogido la SNCF, es para confrontarse con el último bastión del sindicalismo en Francia”, explica Pernot.

La punta de lanza de un movimiento en contra de las reformas de Macron
“Macron empieza con los agentes ferroviarios, pero luego será todo el servicio público que se verá amenazado”, asegura Bruno Bernard, militante del sindicato SUD y empleado en la compañía estatal eléctrica EDF.

“La reforma de la SNCF es una medida al más puro estilo Margaret Thatcher y su ataque en contra de los derechos laborales de los mineros durante la década de los ochenta”, añade este sindicalista, presente en la manifestación en París, que reunió a miles de personas, sobre todo estudiantes y agentes ferroviarios, partidarios de la huelga de trenes.

Además de aturar la liberalización del sector ferroviario, los trabajadores de la SNCF pretenden erigirse en la punta de lanza de una primavera social en contra de las reformas de Macron. La potente federación de la CGT en el sector de la energía también convocó una huelga este martes, aunque tuvo un seguimiento menor que la de los trenes. Ha anunciado “tres meses de lucha” para solidarizarse con los agentes ferroviarios y protestar en contra de las privatizaciones que afectan las empresas EDF y Engie, cuyo capital pertenece mayoritariamente al estado francés.

En la aerolínea Air France, los sindicatos celebraron este martes su cuarta jornada de huelga durante las últimas semanas para reclamar una revalorización salarial del 6%. El paro, que afectó el 25% de los vuelos, se repetirá el 11 y 10 de abril. Otro sector movilizado es el de la recogida de basuras, cuyos trabajadores exigen la creación de un servicio público nacional, un estatuto único para los trabajadores y una reducción de la jornada laboral.

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Trabajadores del ferrocarril en la estación Gare Saint-Charles de Marsella durante los primeros días de movilizaciones - REUTERS

Durante el pasado fin de semana, también tuvo una gran repercusión la huelga de los trabajadores de Carrefour, apoyada por el 50% de su plantilla, según el sindicato CFDT, y que forzó el cierre de 40 tiendas. Miles de empleados de esta cadena de supermercados se movilizaron en contra del plan de despidos previsto por la dirección, que quiere suprimir 2.400 puestos de trabajo y cerrar 273 tiendas.
“Existe una cólera cada vez más global en contra de las reformas de Macron”, asegura optimista Maxime G., un estudiante de sociología, de 23 años, también presente este martes en la manifestación parisina.

Tras haber estado más bien desaparecida durante los últimos meses, la juventud francesa —factor clave durante las últimas décadas en el fracaso o éxito de las movilizaciones en Francia— vuelve a movilizarse. El movimiento de los estudiantes en contra de la introducción de la selectividad en las universidades públicas empieza a consolidarse.

Una docena de centros universitarios ya han sido ocupados, como la facultad de Tolbiac en el Barrio Latino de París o la de Montpellier, donde el 22 de marzo un grupúsculo de la extrema derecha agredió una cincuentena de estudiantes.“El éxito de la huelga de la SNCF dependerá de si este movimiento consigue dejar de ser una movilización sectorial y se extiende en otros sectores”, pronostica Pernot.

“La opinión pública (hasta ahora dividida, pero ligeramente favorable a la reforma de Macron) puede evolucionar y posicionarse a favor de las reivindicaciones de los agentes ferroviarios”, añade. De hecho, la evolución de la opinión pública resultó un factor clave en 1995 para que en Francia una huelga masiva en el sector ferroviario aturara una reforma de las pensiones y de la seguridad social, conocida popularmente como “plan Juppé”.

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