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Palestinian Animal League, una lucha transversal contra la violencia ocupacional

Ahmed Safi y Ahlam Tarayra, fundador y directora de la principal organización animalista de Palestina, emprenden una gira por España para visibilizar la situación que vive el Estado en materia de Derechos Humanos, medio ambiente y derechos de los animales.

Los activistas de la Palestinian Animal League, Ahlam Tarayra y Ahmad Safi

alejandro Tena

En mitad del caos y la violencia que sufre el pueblo Palestino aparece un movimiento pionero y único: la Palestinian Animal League (PAL), una organización animalista que trabaja en las zonas ocupadas para visibilizar y revertir la violencia contra “todos los seres vivos”, explica Ahmed Safi, fundador del colectivo que, junto a la directora del proyecto, Ahlam Tarayra, acaba de aterrizar en Madrid para visibilizar su causa.

A simple vista el movimiento animalista puede ser percibido como una preocupación secundaria dentro de un clima de violencia constante. Sin embargo, ambos insisten en el concepto de la transversalidad de su lucha, basada en la libertad, el ecologismo y el bienestar animal. Para ellos es importante –explican en un pequeño acto en la capital– que en España se entienda que la ocupación de Israel deriva en una multitud de formas de violencia que se tocan entre sí.

Tras un breve recorrido por la historia del conflicto, Safi señala cómo la construcción de muros por parte de los poderes israelitas ha separado a miles de familias, además de interrumpir los comportamientos naturales de los animales. “Ya no pueden emigrar con regularidad y la vida silvestre ha desaparecido”, denuncia Safi para dejar claro que ésto, además de tener repercusiones negativas para el medio ambiente, supone una amenaza para las formas de vida tradicionales de la población Palestina.

Ahmed Safi: "La gente sólo ve la lucha contra la ocupación, pero también debemos trabajar sobre el tipo de Estado que queremos construir"

La articulación territorial del Estado palestino es otra de las encrucijadas a las que se tienen que enfrentar, explica Tarayra apoyándose en la proyección de un mapa que muestra en color rojo un gran número de zonas de entrenamiento militar Israel dentro del reducido territorio palestino en Cisjordania. "Se trata de zonas de riesgo, plagadas de minas, que explotan y provocan daños en humanos y animales salvajes". 

Pero ésa no es la única forma de violencia que daña la vida y el ecosistema palestino. Tanto es así, que los activistas ponen el foco en los residuos tóxicos que Israel vierte a las poblaciones autóctonas, lo que implica la contaminación de miles de animales y personas.

Tarayra y Safi son conscientes de que su activismo se tiene que enfrentar a la doble barrera de la contienda bélica y las construcciones culturales del pueblo palestino. “A todo el mundo le choca. La gente sólo ve la lucha contra la ocupación, pero también debemos trabajar sobre el tipo de Estado que queremos construir”, reclama el fundador de la PAL.

Perros callejeros y falta de recursos

"La ocupación trae consigo un vacío legal en materia de derechos humanos, pero también en materia de leyes que protejan el bienestar animal", denuncia la activista en un inglés fluido. Safi, que antes de comenzar la charla narró a Público su comienzo en la lucha en 2011, complementa la denuncia de su compañera advirtiendo que en Palestina hay un "grave problema con los perros callejeros". La forma de limitar el crecimiento de las jaurías que pululan por los poblados era el “disparo y la violencia”, pero ahora están trabajando en programas de esterilización para poner freno a esta adversidad.

Ahlam Tarayra: "La ocupación trae consigo un vacío legal en materia de derechos humanos, pero también en materia de leyes que protejan el bienestar animal"

Sin embargo, explica Tarayra, la falta de recursos dificultan las labores veterinarias que efectúan desde la PAL. Tanto es así, que los controles de seguridad israelíes confiscan los sedantes para dormir a los perros alegando que pueden utilizarlos como "arma de guerra" contra los colonos.

A esto debemos sumar los protocolos de actuación veterinaria, que al estar elaborados desde occidente, impiden que se utilicen somníferos y otro tipo de calmantes naturales. "No pueden decirte desde España como tratar a los leones en el Congo", ironiza Safi, para evidenciar que, en ocasiones, los animalistas occidentales cuestionan su forma de trabajar.

Violencia canalizada sobre los animales

"La ocupación genera violencia", coinciden los activistas. Por ello, el enfoque de sus márgenes de actuación esta dirigido a la educación de los niños palestinos. Y es que, el conflicto significa también que la población despenalice moralmente la violencia contra los animales y que, en ocasiones, los más jóvenes canalicen sus frustraciones –propias de un escenarios de bloqueo y guerra– "pateando gatos o arrojando piedras a burros", detalla Safi.

"El hecho de que estemos ocupados no nos da derecho a hacer daño a los animales"

No obstante, añade Tarayra, también hay causas culturales como la construcción patriarcal de la sociedad que “deprime a los niños” y les empuja a la violencia. "En Palestina los niños tienen miedo a los animales callejeros y los ven como enemigos, nosotros les enseñamos que cambiando la conducta y dándoles de comer pueden verlos como amigos", argumenta Safi al público asistente.

Pero no sólo eso. El trabajo de la Palestinian Animal League va dirigido al empoderamiento de la población. “No queremos implementar una ideología, sino que los jóvenes aprendan a pensar con sensibilidad”. Por ello, la organización actúa en las universidades y colegios, para educar a la población más joven que, al final, “es la que tiene la mente más abierta y menos condicionamientos culturales”.

"Todas las formas de violencia están interconectadas y el tema de los derechos animales va dentro del proceso de la liberación de la tierra y la lucha por los Derechos Humanos", opina la directora de esta organización animalista. "El hecho de que estemos ocupados no nos da derecho a hacer daño a los animales", zanja.

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