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El consumo de psicofármacos incide cada vez más en los accidentes de tráfico

El aumento de la incidencia de tranquilizantes y ansiolíticos en los siniestros sitúa por primera vez a los positivos por encima de los negativos en análisis toxicológicos en España, el país con el mayor consumo mundial de estos medicamentos.

Accidente de tráfico
Un camión accidentado en la carretera N-VI a la altura del municipios de Vega de Valcarce (León) en marzo de 2023. Carlos Castro / EUROPA PRESS

El creciente uso de medicamentos tranquilizantes y ansiolíticos en España –el mayor consumidor del mundo– está teniendo una incidencia directa en los accidentes de tráfico. Por primera vez, el número de positivos ha superado a los negativos en los análisis toxicológicos de conductores fallecidos en siniestros, un vuelco que ha sido propiciado por el notable aumento de casos en los que se ha comprobado que las víctimas habían tomado psicofármacos.

La memoria que elabora anualmente el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), en colaboración con siete Institutos de Medicina Legal autonómicos, es el que ha revelado este sintomático cambio estadístico: los conductores fallecidos en un accidente que dieron positivo en un análisis de sangre rebasaron en 2022, por primera vez, la barrera del 50% y superaron así a los que dieron negativo, lo que supone el mayor porcentaje en la serie histórica de estos estudios, desde 1992.

El director del INTCF, Antonio Alonso, subrayó en la presentación del informe que ese incremento de los positivos entre los conductores fallecidos –un 2,5 más que en 2021– no se debe al alcohol ni las drogas, sino al uso de los psicofármacos, entre los que se encuentran las benzodiacepinas –tranquilizantes y ansiolíticos–, opioides analgésicos como el tramadol y los antiepilépticos.

El estudio Hallazgos toxicológicos en víctimas mortales de accidentes de tráfico de 2022, elaborado a partir de un muestrario de los análisis realizados a 1.021 personas fallecidas en carreteras y vías urbanas de diferentes partes de España, refleja que el 14,6% de los conductores había tomado psicofármacos, lo que supone un incremento de casi tres puntos con respecto al año anterior, porcentaje que llega hasta el 27,7% si se tienen únicamente en cuenta a quienes dieron positivo, cuatro puntos más que en 2021. Y en el caso de los peatones muertos en un atropello, el 48,9% de los análisis positivos fue por consumo de ese tipo de medicamentos, lo que representa un aumento de 10,7 puntos respecto al año anterior.

Con estos datos, los psicofármacos se han convertido en la primera sustancia detectada en los análisis toxicológicos a peatones muertos tras un atropello, empatada con el alcohol, que hasta ahora siempre había sido la mayoritaria. "Es la primera vez que detectamos que la incidencia de psicofármacos es igual a la del alcohol. El consumo de psicofármacos está aumentando claramente por efectos postpandémicos que se están viendo en otras series analizadas en distintas causas de muerte", explicó el director del Instituto Nacional de Toxicología al presentar los resultados del informe.

Los psicofármacos con mayor presencia en los análisis a los peatones fallecidos son las benzodiacepinas (47,8%), antidepresivos (30,4%), opioides analgésicos (26,1%), antipsicóticos (13%) y antiepilépticos (8,7%). Los datos son similares en el caso de los conductores de vehículos, aunque aquí se ha detectado un mayor porcentaje de las benzodiacepinas y los antidepresivos.

España, a la cabeza del mundo en consumo

La subida de la incidencia de estos medicamentos en los accidentes de tráfico se produce en un contexto de creciente consumo en España, que se ha situado desde 2020 como el país del mundo con un mayor uso de las benzodiacepinas, según los datos que aporta anualmente la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) del Ministerio de Sanidad a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

El informe de ese órgano dependiente de la ONU publicado este año registra un aumento del 110% en el consumo de diazepam en España,   también conocido por su marca comercial Valium, el mayor índice mundial de uso de esta benzodiacepina. Sin embargo, las estadísticas del Observatorio del Uso de Medicamentos de la AEMPS ya venían constatando un creciente uso de todo tipo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes en la última década, con una subida de diez puntos en las dosis diarias por cada mil habitantes: de un 83 en 2010 a 93,3 en 2021.

Esas dosis se han convertido en los 85,92 millones de envases de psicolépticos, sobre todo benzodiacepinas, que se han llegado a dispensar en un solo año en España, hasta situarlos como los medicamentos más consumidos en nuestro país después de los analgésicos, según el informe del Sistema Nacional de Salud de 2021.

"No hay conciencia del riesgo"

El aumento de la incidencia de los psicofármacos en los accidentes de tráfico no sorprende a expertos como Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), de la que fue presidente. Cano lleva años alertando de los peligros y las consecuencias que entraña el creciente y crónico consumo de estos medicamentos. "No hay conciencia de que es un factor de riesgo", lamenta el catedrático.

Según Cano, el consumo de estos fármacos disminuye las condiciones psicofísicas, igual que lo hace el alcohol, y afectan a la capacidad de atención, de concentración y de respuesta, que son determinantes para la conducción de un vehículo o para cruzar una calle. Y aunque en el exterior de las cajas y en los prospectos se advierte de ello, el mensaje parece que no termina de calar entre sus consumidores.

"El 80% de los conductores que toman estos fármacos no saben lo que significa el pictograma que advierte en las cajas del riesgo de conducir bajo sus efectos. Y eso bien valdría hacer una campaña informativa para conseguir la misma conciencia que hay en la población en torno al consumo de alcohol", añade Cano.

La Encuesta sobre Alcohol y Drogas EDADES refleja, incluso, que se ha producido una disminución de la percepción del riesgo del consumo entre las personas que toman tranquilizantes y sedantes. Según el sondeo realizado por el Plan Nacional sobre Drogas, entre quienes toman hipnosedantes una vez por semana o más ha bajado esa percepción del 86,8% que se registraba en 1999 al 80,4 en 2022, mientras que entre quienes los consumen una vez al mes o más ha descendido del 70 al 60%.

"Las campañas con el alcohol han demostrado que han sido eficaces, porque las cifras de muertos en accidentes son cinco, seis veces más bajas que hace unos años. Así que hágase lo mismo con las benzodiacepinas", propone Cano.

Sin embargo, a juicio del expresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, también es necesario y primordial reducir el consumo de este tipo de fármacos en España, tal como han hecho otros países, como Alemania o Gran Bretaña. La solución, a su entender, pasaría por dotar a la Atención Primaria con más psicólogos clínicos para que se ocupen de la salud mental de los pacientes y descarguen de trabajo a los médicos que se limitan a recetar benzodiacepinas por falta de tiempo para atender una creciente demanda de problemas psicológicos en la población.

Andalucía reduce su uso un 2,8% en nueve meses

Proyectos como PsicAp o Benzored, que se ha llevado a cabo en centros de salud de diferentes comunidades autónomas, han demostrado la eficacia de este tipo de iniciativas para disminuir el consumo de benzodiacepinas entre pacientes de la Atención Primaria. La Junta de Andalucía ha publicado recientemente los resultados de una campaña denominada BenzoStopJuntos y desarrollada en una comunidad donde más del 10% de la población consume este tipo de fármacos de forma crónica, porcentaje que llega al 50% entre los mayores de 65 años. Ese consumo supone "un importante riesgo para la salud del paciente, ya que contribuye a ocasionar importantes perjuicios", entre ellos dependencia, deterioro cognitivo, fracturas de cadera y accidentes de tráfico, advierte la Administración andaluza.

La campaña, que se llevó a cabo durante nueve meses de 2022 en 15 centros de Atención Primaria de las ocho provincias andaluzas, logró reducir el consumo de las benzodiacepinas un 2,8% respecto a los centros control de los nueve distritos sanitarios donde no se hizo este tipo de intervención, según aseguran sus responsables. Por esa razón, la Junta ha decidido extender a todos los centros de salud y hospitales la campaña con el lema "vivir sin tranquilizantes es posible".

La magnitud que ha alcanzado el uso de estos medicamentos en España la refleja la Encuesta EDADES de 2022, que revela que el consumo de hipnosedantes ha logrado el máximo de su serie histórica en España: el 23,5% de la población de entre 15 y 64 años los ha tomado alguna vez en la vida, con o sin receta, y que 713.000 personas se iniciaron en su consumo en el último año.

El consumo de hipnosedantes se halla mucho más extendido entre las mujeres

Según este sondeo, el consumo de hipnosedantes se halla mucho más extendido entre las mujeres en todos los tramos de edad, y con mayor diferencia en el de 35 a 64 años. Y si se analizan ambos sexos, el mayor consumo se registra en las edades más avanzadas, entre los 55 y los 64 años.

Otros estudios –apunta el catedrático Antonio Cano– reflejan que hasta un 60% de las mujeres de más edad que toman benzodiacepinas tienen un mayor riesgo de sufrir una rotura de cadera a causa de una caída.

De acuerdo con las estimaciones de este integrante de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, el consumo frecuente de ansiolítico y sedantes puede estar causando un gasto público de en torno a 23.000 millones de euros anuales, entre accidentes de tráfico y domésticos, costes sanitarios por tratamientos y pago de pensiones por incapacidades originadas por el abuso de los fármacos.

El creciente uso de los psicofármacos responde, de alguna manera, a un incremento de los problemas de salud mental en España, agravados en los últimos años a consecuencia de la pandemia de la covid 19. Un estudio de la Confederación Salud Mental publicado a principios de este año señala que cerca de la mitad de la población española reconoce haber padecido alguna vez un ataque de ansiedad y pánico, y un 42%, una depresión.

Estos datos confirman la tendencia detectada por el informe del Sistema Nacional de Salud, que en 2021 registró un notable incremento de los casos de ansiedad: de un 57,8% de la población que los había sufrido en 2013 a un 74,6 en 2019; y de los de insomnio, de un 43,9 a un 60,7.

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