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Libertad de expresión El periodista turco preso en España: "Erdogan utiliza el Islam para manipular a la población"

'Público' entrevista a Hamza Yalçin en la prisión de Can Brians, donde permanece encarcelado desde el pasado día 4 de agosto.

Prisión de Can Brians, donde permanece encarcelado el periodista turco Hamza Yalçin desde el pasado día 4 de agosto.

JAVIER OLIDEN

Tras el cristal de una cabina aparece Hamza Yalçin. Un hombre elegante en una camisa de cuadros. Es una persona madura y corpulenta. Su sonrisa tiene la ingenuidad propia de un niño, su mirada es limpia. Está contento de recibir visita.

Conversamos a través de una rejilla durante los veinte minutos que permite la normativa. Ha habido que hacer una serie de trámites previos. Desplazarse en un autobús especial a la prisión de Can Brians con el resto de familiares y amistades de los presos, toda una diversidad de nacionalidades, de casos particulares con sus sentimientos frente a la experiencia de la cárcel. Una vez dentro del recinto de Brians una visitante ha estallado en gritos desaforados y ha vuelto a salir hacia otra: el ser querido que era puesto en libertad y con quien se funde en un abrazo.

El resto es hacer colas, esperar turnos y tratar de entender esta normativa que viene a través del Ministerio del Interior, y que, al principio del encarcelamiento, permite sólo dos comunicaciones de 20 minutos a la semana, una en sábado y otra en domingo, sin preocuparse demasiado de si coinciden varias personas a visitar al mismo preso. La información debería ser clara desde el principio. Pero Hamza tiene mejor aspecto de lo que se esperaría en alguien que no entiende porqué lo tienen encerrado, perdiendo el tiempo, en un país al que había ido de vacaciones.

Este viejo socialista echa de menos trabajar y arengar en pro de la unión de la izquierda turca, el movimiento kurdo y los sectores demócratas del kemalismo.

¿Cómo es su día a día en prisión?, ¿a qué hora se despierta?

Pronto, a las seis o siete. Pero no puedo saberlo porque no me permiten llevar reloj. Me despierto y hago ejercicio en mi celda hasta que llega la hora del desayuno.

¿Qué tal se alimenta?

No muy bien. Además tengo algo de diabetes y necesitaría guardar dieta. Aquí a veces me traen de la cocina algo diferente, pero en general no me puedo alimentar bien. Después del desayuno paso la mañana en espacios comunes, hay uno al aire libre que es muy pequeño, y hay una sala bastante grande, con una televisión en la que, claro está, no entiendo nada. Por suerte se juega bastante al ajedrez.

¿Ah, sí?, ¿ juega buenas partidas?

[Ríe] Sí, la verdad es que hay bastante nivel. Así llega la hora de la comida y después por la tarde, lo mismo. A ratos fuera y a ratos dentro. Yo procuro leer y escribir todo lo que puedo.

Hamza suspira al ver los libros que le hemos traído, pero que la normativa esta semana no permite entregarle: un manual de conversación turco -español, y una guía con información general titulada 'Spain'. No parece resentido con el país que lo tiene encarcelado, simplemente está perplejo y no entiende el motivo. Cree que su situación debería ser al menos como la de Dogan Akhanli, el otro intelectual, al que la policía detuvo en Granada a petición de Turquía, y que como Hamza, espera que se decida sobre su extradición, pero Dogan en régimen de libertad provisional.

Su colectivo, Odak Dergisi, escribe una revista y además organiza actividades. Participaron activamente en las protestas de 2013 en el Parque Gezi.

Sí, estuvimos siempre ahí, y también en todas las marchas de protesta a raíz de la violencia con que el Gobierno intentó reprimir todo aquello. Pero yo siempre me esforcé porque nuestra reacción fuera pacífica. Es por esto que no entiendo por qué me encierran ahora, yo siempre le he insistido a la gente: tenemos que participar en campañas pacíficas.

Ustedes están muy interesados en organizar actividades educativas.

Sí, mediante unos grupos llamados Educación y Solidaridad organizamos acompañamiento a personas con fracaso escolar o problemas familiares. Queremos también que el aprendizaje no se limite sólo a la institución escolar, sino también en las situaciones que se dan a lo largo del día a día. Estamos presentes en Estambul, Izmir, Ankara y en otras ciudades.

El AKP de Erdogan trata de islamizar la educación en Turquía. ¿Cree que Educación y Solidaridad ha podido molestarles?

El AKP no acepta voces críticas.

Pero una buena parte de las clases obreras en Turquía vota al AKP. ¿No cree que la izquierda turca debería ser más receptiva con el Islam?

Erdogan utiliza el Islam para manipular a la población. No creo que la izquierda deba ser más receptiva en esto. Personalmente opino que las clases populares se han alejado de la izquierda por la traición de la socialdemocracia.

¿Cómo comenzó su militancia política?

Yo estudié Economía en una escuela universitaria militar desde 1974 a 1978, y empecé a participar en asociaciones estudiantiles políticas. En 1979 me detuvieron por primera vez. Fue en un checkpoint y dispararon. Entré a prisión y conseguí escapar en el año 84.

¿Cómo se fugó? ¿Saltando el muro de la prisión?

[Ríe] No, fue muy curioso. Alguien que se parecía mucho a mí me dio su documentación. Así que salí por la puerta. Después salí del país cruzando a nado el río Meric, el Evros, que hace frontera con Grecia. Y de allí llegué a Suecia. Pero recuerdo que al joven que me ayudó dándome su documentación, su familia lo trató como un héroe, fue un motivo de orgullo para ellos.

Más adelante pasó otra temporada en prisión.

Sí, había regresado a Turquía. Fue en el año noventa. Me detuvieron en Estambul, en la estación de tren de Haydarpaşa.

Hamza escribe “Haydarpaşa” en un papel que me enseña a través del vidrio del locutorio, para que lo pueda entender, y después rememora sin perder la sonrisa.

El periodista y escritor turco-sueco Hamza Yalçin

El periodista y escritor turco-sueco Hamza Yalçin

Me detuvieron, y allí en Haydarpaşa me pegaron tanto que perdí la conciencia. Me colocaron las esposas tan apretadas que todavía se me ven las cicatrices, mire, ¿se ven?

Vaya si se ven, después de treinta años. ¿Y ahora en Suecia? ¿En qué estaba trabajando?

Había pedido una excedencia en mi empleo y estaba dedicándome a fondo a escribir un ensayo político. Lo peor de estar en la cárcel en España es que no puedo trabajar bien en esto, estoy incomunicado, no tengo Internet. A ver si mis amigos me pueden traer algún libro de Bookchin, y el último de Ocalan. Aquí leo hasta que apagan las luces. No sé a qué hora.

¿Tiene ventana en la celda?

Sí.

¿Qué tal duerme?

A medias, y tampoco voy muy bien al baño, tengo estreñimiento, supongo que por los nervios.

¿Estás sólo en la celda?

Sí. Ese es mi lujo aquí. Al principio no lo estaba y no era bueno. Los demás tenían siempre la tele encendida y fumaban mucho. Yo no fumo.

Suena una bocina en la cabina de comunicaciones y la gente las abandona. Hamza dice:

No pasa nada, hemos empezado tarde, podemos seguir un poco.

Pero un funcionario se le acerca:

-Ya está.

-Pero nosotros no, hemos empezado más tarde.

-¡Fuera! -grita colérico.

Y la entrevista termina. Hamza se levanta y me despide con su sonrisa amplia e ingenua.

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