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TFM El mercado negro universitario: hasta 1.200 euros por un trabajo de fin de grado

Varias empresas ofrecen sus servicios al alumnado para realizar los trabajos finales tanto de la carrera como del máster. El Plan Bolonia diseñó la carrera para terminar con un trabajo de investigación que no termina de cuajar en la realidad universitaria.

Una profesora vigila un examen. AFP/Frederick Florin.
Una profesora vigila un examen. AFP/Frederick Florin.

Estresada y frustrada, Alicia [prefiere mantenerse en el anonimato] estudiante de la universidad Pablo de Olavide de Sevilla colgaba hace unos días un anuncio en Internet en el que se ofrecía a pagar a aquel que realizara su trabajo final de carrera. No ponía precio. "Voy a ciegas y, además, pienso que este trabajo es una pérdida de tiempo que solo sirve para estresar al alumno", comenta a Público enfadada.

El Trabajo de Fin de Grado (TFG) es el último paso antes de terminar un grado universitario. Un pequeño trabajo de investigación en el que plasmar todos los conocimientos aprendidos durante los años en la facultad. Algo así como una guinda al pastel académico. El TFG fue pensado como el culmen y una de las marcas de identidad del Plan Bolonia, el sistema educativo bajo el que se rigen las universidades europeas. Sin embargo, el alumnado no deja de constatar malestar por las formas en las que se trabaja. El ideal que se construyó no termina de engrasar con la realidad universitaria.

Esta joven sevillana no es la única que ha buscado ayuda en Internet. Webs como Milanuncios están rebosantes de alumnos que ofrecen un cheque en blanco a aquella persona que, secretamente, realice esta investigación imprescindible para recibir el título universitario. Tal es la demanda, que incluso hay empresas especializadas en realizar estos trabajos a los alumnos por un precio que puede oscilar entre los 300 y los 1.200 euros, tarifa que varía en función de la extensión y labor que esa empresa tenga que llevar a cabo. Hay quienes solo dan pautas al alumno para poder ejecutar su trabajo y hay quienes piden desde el título hasta la bibliografía. Es, llevado al límite de la legalidad, una evolución del Rincón del Vago, clásica web donde los alumnos de instituto encuentran desde reseñas de Fortunata y Jacinta hasta el caudal de los ríos de España.

"Cuando se acerca el fin de curso, las farolas de la facultad aparecen empapeladas por estas empresas con ofertas suculentas"

"Cuando se acerca el fin de curso, las farolas de la facultad aparecen empapeladas por estas empresas con ofertas suculentas", comenta María Solano, decana de la facultad de humanidades y ciencias de la comunicación de la Universidad CEU San Pablo.

"El perfil del comprador es muy concreto: gente que dice que sus tutores no les atienden o que son poco colaborativos, que no se les presta ayuda y que andan perdidos", cuenta un comercial de Graduado Para Todo, una empresa que tiene siete trabajadores en plantilla dedicados a elaborar trabajos de todo tipo.

Desde la compañía cuentan que los alumnos siempre aluden a "falta de tiempo, combinan sus estudios con sus trabajos o tienen familia que atender", aunque afirman que hay más compraventa de TFM de la que se imagina, surgida de un notable desinterés del estudiante. "La mayoría no hace un máster por aprender, sino porque suma créditos para las oposiciones o porque se lo ha pagado la empresa", comenta este trabajador.

La compañía, además de los trabajadores a sueldo, tiene colaboradores para según qué materias. Es lo que llaman "perfiles específicos", ya que llegan peticiones de telecomunicaciones, arquitectura o psicología. Necesitan un abanico amplio para estos encargos. "Hay algún caso que te pide el trabajo entero, pero lo que más llegan son solicitudes para apartados concretos que se les atraviesan", comentan desde la empresa, que también ofrece tutorías para los que no quieren un brazo ejecutor, sino una guía con la que culminar el esfuerzo ellos solos. 

¿Es tan habitual como parece?

Anuncios en Internet, paredes empapeladas..., pero los alumnos que reconocen acudir a estas empresas aparecen con cuentagotas. Los plagios o ayudas, pese a las herramientas de las que se puedan disponer, son difícilmente identificables. "El tribunal examinador debería saber hacer las preguntas concretas para poder identificarlos, pero hay una falta de personal importante que afecta a estas cuestiones. En ocasiones, hay alumnos que entregan sus trabajos a dos o tres días de la exposición oral", comenta Berta García Orosa, profesora y responsable de los TFG en la facultad de Comunicación de Santiago de Compostela (USC).

La habitual picaresca española, en esta ocasión, no gana adeptos: "No deja de ser un engaño al sistema y una gravedad considerable, no es lo mismo que copiar un trabajo de clase. El TFG es una asignatura completa, la que te permite graduarte", asegura Ángel Rubio vicedecano de Estudios y Calidad de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

"Hay poca gente que lo copie todo. Lo que nos hemos encontrado, más que copiar a mala voluntad, es no citar la fuente original. Es más una confusión de conceptos que una vocación de engaño", considera María Solano, de la CEU San Pablo.

Repensar los trabajos finales

¿Ha fracasado el Plan Bolonia si un porcentaje de alumnos –por pequeño que sea– recurre a este tipo de prácticas para salir del paso? ¿Se parece en algo el Trabajo de Fin de Grado a día de hoy a lo que se ideó? ¿Queda algo de ese trabajo que se tendría que realizar codo con codo con un tutor en el que se pusieran en práctica conceptos teóricos y ejercicios prácticos?

Los profesores, pese a reconocer fisuras, ponen por encima los argumentos a favor. "Pese a todo, me parece algo positivo, porque dan madurez", comenta Susana Rebodera, profesora de Historia en la Universidad de Vigo, una facultad pequeña en comparación a los gigantes habituales donde el seguimiento de los TFG y de los alumnos se puede hacer de una manera más cercana. "El TFG se sacó de madre, hay que concebirlo como una materia más, con sus créditos y su dedicación concreta. Un error del TFG fue equipararlo al TFM o a las tesinas. Fue una carga para el profesorado, sobre todo para los tribunales", completa. Sin embargo, la crítica no desaparece: "El Plan Bolonia no estaba pensado para clases de 90 personas y una evaluación continua para tanta gente. El número de alumnos iba a ser muy reducido, pero ahora si no tienes muchos te cierran la titulación". 

"No lo veo útil, lo veo como un mero trámite"

Juana [prefiere mantenerse en el anonimato], otra alumna de grado, también reconoce que acudió a varias empresas y a particulares cuando se encontró sin tiempo para afrontar su trabajo final. Con 42 años, esta graduada en magisterio, se encuentra en una situación complicada durante su segunda carrera, que está al borde de finalizar: "No lo veo útil, lo veo como un mero trámite, depende de tu tutor y del tema que te toque. Te puede tocar incluso un tema que no tenga nada que ver con tu rama, yo tuve que pedirle un favor a un profesor para que me aceptara fuera de cupo", cuenta. 

La idea de desdramatizar los Trabajos de Fin de Grado la apoya también Ángel Rubio. "No es que el TFG sea una culminación, es una asignatura más que en ocasiones tanto tutores como alumnos no se toman como tal, pero no es la culminación que planteaba en origen el Plan Bolonia. Hay tutores que se lo toman muy en serio y exigen mucho rendimiento al alumno, incluso por encima del necesario", añade el docente, aunque rompe una lanza en favor de los profesores: "Hay alumnos que se sienten desatendidos, pero en ocasiones también hay tutores que dicen que no se contacta con ellos".

De alguna u otra manera, en todas las universidades se genera conflicto a la hora de hablar sobre los TFG y TFM. Ante la saturación de los profesores o la necesidad de los alumnos de una tutorización más intensa, Berta García Orosa comenta que en la Universidad de Santiago se permite hacer el trabajo por grupos, de tal manera que se reduce el número total de trabajos, revisiones, tutorías y hojas por leer y escribir: "No tengo una valoración negativa de estos trabajos. Le dedican mucho tiempo y les permite enfrentarse a una organización del trabajo. Es una saturación, pero al final compensa". 

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